Se atribuye a don Santiago Bernabéu la frase “al ser España un país de envidiosos, todos nuestros males vienen de haber sido tantas veces campeones”, que da una explicación elemental (y atinada) del fenómeno.
Antimadridismo y leyenda negra
Madrid,18 agosto, 2019
La inquina que despierta el Real Madrid en infinidad de personas y grupos es tan evidente que da un poco de apuro abrir el artículo señalando algo tan obvio. ¿A qué responde esa animadversión y la leyenda negra que se ha construido contra el club y que circula por el mundo con pasaporte de veracidad?
Se atribuye a don Santiago Bernabéu la frase “al ser España un país de envidiosos, todos nuestros males vienen de haber sido tantas veces campeones”, que da una explicación elemental (y atinada) del fenómeno. Me propongo desmenuzarlo y analizarlo minuciosamente en los párrafos que siguen.
La historiadora Mª Elvira Roca Barea publicó hace pocos años un libro que tuvo un éxito sorprendente: “Imperiofobia y leyenda negra”, en el que desgrana las causas y los mecanismos por los que se elaboró, difundió y aceptó en general una caricatura del imperio español que no soporta la más leve crítica histórica. En la primera parte de su obra estudia la imperiofobia en general, destacando los rasgos comunes en los casos paradigmáticos del imperio romano, el español, el estadounidense y el ruso. Las claves que describe se pueden aplicar con asombrosa exactitud al Real Madrid y su propia leyenda negra.
Señala Roca Barea que la imperiofobia es una suerte de “racismo hacia arriba”, idéntico en esencia al racismo hacia abajo, pero con un aura de intelectualidad que disimula su naturaleza. Así, tanto la imperiofobia como la inquina antimadridista nacen de la envidia, y lo hacen camuflados bajo una capa de rebelión frente a la injusticia.
¿Cómo es posible que nosotros, griegos amamantados por Aristóteles y Homero, seamos gobernados por estos patanes romanos; que nosotros, europeos cultos, nos veamos superados por esos toscos yanquis; que nosotros, que inventamos el fútbol o somos el equipo del pueblo, tengamos menos trofeos que los primitivos madridistas, que no juegan a nada?
Así, el odio y el rechazo al imperio se convierten en una eficaz manera de eludir la propia responsabilidad en el fracaso y sirve como lenitivo del complejo de inferioridad: no sólo es injusto este estado de cosas, sino que la culpa de que sean ellos los triunfadores radica en sus malas artes, sus traiciones, su crueldad y su ambición, en que compran árbitros y comités, o les apoya Franco.
Poco importa que la realidad sea tozudamente contraria y los documentos no admitan réplica: la concesión de medallas del club al generalísimo, la recalificación de terrenos, la vinculación con el ejército del aire no pueden empañar la leyenda, puesto que ésta no se nutre de los hechos reales sino que proyecta las frustraciones de quienes las crean, como dice la autora en la página 50 de su obra. Más adelante (p. 121) leemos que el prejuicio precede a sus justificaciones, las busca y las crea; ¿qué mejor descripción de los “argumentos” con que nos aburren los antimadridistas?
Otro rasgo destacado de la imperiofobia como del antimadridismo es el prestigio intelectual del que goza. Ser antiimperialista, como ser antimadridista, es de buen tono, y con sus galas se adornan filósofos y pensadores. De hecho, se requiere una élite intelectual para dar forma a la leyenda negra y conferirle ese glamour, esa distinción. Es extrañísimo encontrar periodistas que se declaren madridistas, como es muy raro dar con un intelectual proamericano, mientras que son legión los que se confiesan atléticos, culés o antimadridistas a secas, como lo son los antiamericanos en el mundo “culto”, en España y fuera de ella. Comprendo que hay un salto darwiniano de un periodista deportivo a un García Márquez o un Salustio, pero también es enorme la diferencia entre el Real Madrid y el imperio romano; aquí estamos atendiendo a las semejanzas en el fenómeno, no en su magnitud.
Quizá como consecuencia de esa inmunidad intelectual que otorga la oposición al imperio, se produce el curioso fenómeno de la interiorización de la culpa por una parte del cuerpo injustamente denigrado, particularmente por una notable cantidad de miembros de la clase más culta. La escritora lo señala en diversas ocasiones, destacando la inmensa contribución de Bartolomé de las Casas a la leyenda negra antiespañola, con errores que fueron acuñados como moneda de curso legal, y no necesitamos intermediarios para identificar un potente movimiento crítico en el seno de los Estados Unidos (con Noam Chomsky como figura notoria y acaso caricaturesca) ni para saber de las profundas disensiones en el pueblo ruso. Del mismo modo, la propaganda antimadridista tiene éxito entre los propios seguidores (¡y exjugadores!) del club, que asumen de buen grado las críticas falaces y no tienen empacho en disculparse por lo que no deben, cuando deberían enorgullecerse de la trayectoria del Real Madrid.
Este artículo podría ocupar varias páginas, por cuanto el trabajo de la profesora Roca Barea suministra mucho y muy buen material, y las concomitancias entre los imperios citados y el Real Madrid admiten un desarrollo pormenorizado, pero no conviene cansar al lector, por lo que traeré una última característica a la escena: los imperios son atacados mediante la propaganda por lo que son, no por lo que hacen (p. 89 et al.); eso explica que el antimadridismo arraigue entre aficiones como la del Deportivo de la Coruña, a la que le sobran los motivos de agradecimiento, que las del Valencia, el Sevilla o el Atlético de Madrid echen espumarajos por la boca cuando el Real Madrid compra un jugador de sus equipos, pero callen o aplaudan cuando lo hace el Barcelona, y que los actos generosos que hemos protagonizado (Lorca me viene a las mientes, pero pueden citarse varios) sean oportunamente silenciados.
Explorar las semejanzas del Real Madrid con los grandes imperios de la Historia es un ejercicio estimulante, sugerente y gratificante, por cuanto nos cerciora de la justicia de nuestra gloria y de nuestro privilegiado puesto a la cabeza de los clubes deportivos, a despecho de propaganda malévola y leyendas espurias.
Desde la posición nada humilde de quien se reconoce entre los mejores, acabo el artículo con un lema que describe lo que han hecho el imperio romano, el español y otros: ir más allá, superar en alto grado lo que había antes; por eso mismo sirve perfectamente para el Real Madrid: PLVS VLTRA.
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