Se acaba de cumplir el 83 aniversario de la muerte de Federico García Lorca, uno de los poetas españoles más importantes y quien contribuyó a engrandecer la fiesta de los toros.
Federico García Lorca
Lorca nació en la localidad granadina de Fuente Vaqueros el 5 de junio de 1898 y murió el 18 de agosto de 1936, fecha en la que fue ejecutado por la Guardia Civil cerca de Víznar.
Licenciado en Derecho por la Universidad de Granada y gran amigo del compositor Manuel de Falla, a partir de 1919 se instaló en la Residencia de Estudiantes de Madrid, donde trabó amistad con artistas como Luis Buñuel o Salvador Dalí. En 1921 publicó su primera obra en verso, Libro de poemas.
Poeta encuadrado en la Generación del 27, alcanzó un gran éxito con Romancero gitano, obra publicada en 1928 y más adelante con Poema del cante jondo, que vio la luz en 1931. En él se funden lo popular y lo culto. Y es que Lorca logró un lenguaje personal, inconfundible, con elementos y formas muy populares. Otra de sus obras destacadas fue Poeta en Nueva York, publicada de forma póstuma en 1940.
También cultivó el género teatral, tras ser nombrado en 1932 director de La Barraca, que era una compañía de teatro universitario. Dentro de este ámbito destacan Mariana Pineda, en la que se describe una corrida en la plaza de Ronda. Asimismo escribió Yerma, toda una tragedia al estilo clásico, así como Bodas de Sangre, La casa de Bernarda Alba y Doña Rosita la Soltera.
Aficionado a los toros, llegó a asegurar que la tauromaquia era la fiesta más culta que hay en el mundo. Como todos los componentes de la Generación del 27, gozó de una gran amistad con el torero Sánchez Mejías, al que dedicó una hermosa obra con motivo de la muerte del espada.
Y es que ha pasado a los anales de la poesía su Llanto por Sánchez Mejías, escrito cuando a éste lo mató el toro Granadino. El Llanto, más que poema taurino, es la elegía por un amigo muerto. De este ya legendario poema forman parte los siguientes versos:
No te conoce nadie. No. Pero yo te canto.
Yo canto para luego tu perfil y tu gracia.
La madurez insigne de tu conocimiento.
Tu apetencia de muerte y el gusto de tu boca.
La tristeza que tuvo tu valiente alegría.
Tardará mucho tiempo en nacer, si es que nace,
un andaluz tan claro, tan rico de aventura.
Yo canto su elegancia con palabras que gimen
y recuerdo una brisa triste por los olivos.
Y tampoco hay que dejar en el olvido los siguientes, también dedicados a la figura de su amigo Ignacio:
No hubo príncipe en Sevilla
que comparársele pueda,
ni espada como su espada,
ni corazón tan de veras.
Qué gran torero en la plaza,
qué gran serrano en la sierra,
qué blando con las espigas,
qué duro con las espuelas,
qué tierno con el rocío,
qué deslumbrante en la feria,
qué tremendo con las últimas
banderillas de tinieblas.
El Llanto es una estremecedora obra poética de la que también se han hecho versiones teatrales. Una de ellas estuvo a cargo de la compañía catalana Octubre Teatral, que representó la obra titulada El Llanto. Esta compañía independiente, radicada en Barcelona, llevó a escena la obra de García Lorca, adentrándose en el mundo taurino y realizando un espectáculo original, basado en la combinación de la estética, el drama, los sentimientos y las emociones.
Una representación que era partícipe del ritual religioso y de las artes escénicas, en la que se mezclaban tragedia y danza. La propuesta de Octubre Teatral estuvo firmada y dirigida por Jaume Villanueva, con la parte musical a cargo de Enric Granados. También tomaban parte en el espectáculo la cantaora Juana García, así como los bailaores Nacho Blanco y Fede Gómez, todos ellos acompañados al piano por Rafael Plana.
Federico opinaba sobre la fiesta de los toros que: “El toreo es probablemente la riqueza poética y vital de España, increíblemente desaprovechada por los escritores y artistas, debido principalmente a una falsa educación pedagógica que nos han dado y que hemos sido los hombres de mi generación los primeros en rechazar.”
Lorca dejó escrita su versión de España, desde un punto de vista taurino: “Lagartijo con su duende romano, Joselito con duende judío, Belmonte con su duende barroco y Cagancho con su duende gitano, enseñan, desde el crepúsculo del anillo, a poetas, pintores, y músicos, cuatro caminos de la tradición española”.
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