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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

lunes, 28 de octubre de 2019

El Trapío / por Rafael Comino Delgado

(Foto: Arjona)

En definitiva, la palabra Trapío se refiere a la estampa del toro, al fenotipo, que ha de tener unas determinadas características, las cuales le aportan seriedad. Como dicen los camperos, "ya es un hombre, ha dejado de tener cara de niño". Por tanto, no confundamos Trapío con peso, ni siquiera con mucha cara (grandes pitones).

El Trapío
Según el diccionario de la RAE la palabra trapío tiene varias acepciones, pero la que a nosotros nos interesa es la referente al toro de lidia, y dice: "buena planta y gallardía del toro de lidia".

Bien, ya tenemos una definición de trapío, pero es poco o nada clara. Y si revisamos la bibliografía buscando otras definiciones las encontraremos muy distintas; algunas nada tienen que ver con lo que hoy se entiende por trapío.

Francisco Montes "Paquiro", en su Tauromaquia opina que: "Para que un toro sea fino ha de reunir el pelo luciente, espeso, sentado y suave al tacto; las piernas secas y nerviosas, con las articulaciones bien pronunciadas y movibles; la pezuña pequeña, corta y redonda; los cuernos fuertes, pequeños, iguales y negros; la cola larga, espesa y fina; los ojos negros y vivos; las orejas vellosas y movibles. Esto es lo que se conoce por buen Trapío. Generalmente cada provincia y aun cada casta tiene un Trapío particular, y hay algunos aficionados tan inteligentes que rara vez los equivocan".

Don Álvaro Domecq, en su libro "El toro bravo" afirma, con razón, "que el Trapío es un concepto que no puede especificar un reglamento, porque inclusive es difícil definirlo". Y continúa, "los camperos lo definen así: Tiene cara de hombre, queriendo decir que ya perdió los perfiles de toro niño. El Trapío lo da la edad". Naturalmente cuando dice “toro niño” quiere decir “toro joven”. Insiste don Álvaro en que el peso tiene menos importancia que el Trapío.

El profesor Felipe Pedraza Jiménez (1998) en su libro “Iniciación a la fiesta de los toros”, considera que el Trapío es un conjunto de rasgos externos del toro, y viene definido, principalmente, por: Tamaño, peso, alzada, conformación de tronco y extremidades, cuello y cabeza, cornamenta, piel, pelo y capa. Muy parecida opinión tiene al respecto el matador de toros y licenciado en Ciencias de la Comunicación mejicano, Pepe Saborit (2010).

Nosotros pensamos que el Trapío viene determinado por varios factores: Edad, peso, altura, cabeza (amplitud de sienes, rizos en ellas), longitud y conformación de las astas (más o menos abiertas, hacia dentro o hacia fuera y arriba, hacia delante, gacho, etc.), tamaño del morrillo, más o menos bien rematado de cuartos traseros, más o menos musculado, actitud en la plaza (engallado o no). Por lo menos todos esos factores contribuyen a conformar lo que llamamos Trapío que, como dijimos, es “buena planta y, sobre todo, seriedad”. Pongamos un ejemplo: Un hombre de 40 años, con peso de 75 Kgs. y altura de 1.70 metros frente a un joven adolescente, barbilampiño, de 17 años, con altura de 1.70 metros y peso de 75 Kgs. El hombre de 40 años tiene más seriedad a pesar de tener la misma altura y peso, mientras que el joven es más aniñado, trasmite menos seriedad.

Una cara más lavadita, más anovillada, morrillo no demasiado abultado quita Trapío, en cambio tener rizos en la frente lo da, igual que a un hombre el tener barba larga o simplemente bigote grande también le da seriedad, parece mayor, y desde luego tener un gran morrillo impresiona como más Trapío.

Por ello la matización de los camperos, en el sentido de que el Trapío es “tener cara de hombre”, nos parece muy certera y aguda.

Por tanto, el Trapío lo da la apariencia del toro en conjunto, su seriedad; puede no ser muy grande, ni tener grandes astas y sin embargo tener suficiente Trapío.

No es fácil evaluar el Trapío, especialmente para los pocos expertos, pues todos los aficionados sabemos que incluso depende de dónde se valore; tan es así que el toro muestra una apariencia, una estampa, en el campo, otra en los corrales y otra en la plaza. Además, la impresión al verle es diferente según sea una plaza pequeña o grande.

A la hora de valorar el Trapío en la plaza debemos esperar a que lleve por lo menos uno o dos minutos en la misma, a que se estire, a que acometa con mayor o menor agresividad, y no hacer una evaluación nada más salir de chiqueros, pues ello puede conducir a error.

Un toro que morfológicamente no tenga mucho trapío, si se muestra muy bravo, galopando y embistiendo a todo con gran entrega da la impresión de más Trapío. De hecho, en muchas ocasiones se protesta a toros de salida por falta de Trapío, y si luego resulta ser muy bravo la gente se olvida inmediatamente; incluso puede hasta pedir la vuelta al ruedo para ellos.

En definitiva, la palabra Trapío se refiere a la estampa del toro, al fenotipo, que ha de tener unas determinadas características, las cuales le aportan seriedad. Como dicen los camperos, "ya es un hombre, ha dejado de tener cara de niño". Por tanto, no confundamos Trapío con peso, ni siquiera con mucha cara (grandes pitones).

Otro aspecto es que un toro puede tener buen Trapío, o suficiente Trapío, para una determinada plaza y no tenerlo para otra, pues cada plaza exige un determinado Trapío.

Desde luego, a nuestro entender, el toro bravo, con más o menos trapío, siempre debe ser armónico en todo, y estar en su tipo, es decir, tener las características propias de su ganadería, o mejor de su encaste.

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