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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

lunes, 21 de octubre de 2019

LA PROFANACIÓN EN MARCHA: Valle de los Caídos. Sánchez no quiere testigos de la inminente exhumación de Franco: la Guardia Civil expulsa a los monjes de la Basílica



Una profanación en toda regla de un templo católico, a cargo de un gobierno socialista: ¿comienza una nueva persecución religiosa en España?

Valle de los Caídos 
Sánchez no quiere testigos de la inminente exhumación de Franco: la Guardia Civil expulsa a los monjes de la Basílica.

A mediodía del domingo 20, la Guardia Civil presente en el Valle de los Caídos ha ordenado a los frailes que abandonen la Basílica del Valle de los Caídos, donde se encuentra enterrado Franco y que se lleven sus “cosas”, porque no podrán volver atrás. A lo mejor, con lo de sus ‘cosas’ se referían al Santísimo Sacramento.

Mientras, entraban en Cuelgamuros la maquinaria necesaria para proceder a la exhumación de Franco y los residentes en la hospedería eran expulsados.

Lo que está ocurriendo ahora se parece mucho a 1931. No estamos lejos de una nueva guerra civil en España. 

Está claro que Pedro Sánchez no quiere testigos del desenterramiento, aunque si la publicidad electoral consecuente. Por eso, los medios informativos serán convocados para que tomen imágenes desde el exterior. El 10 de noviembre hay elecciones y Sánchez quiere mostrar a los españoles su victoria sobre el cadáver de un muerto hace 43 años, así como la profanación, con el auxilio del Tribunal Supremo y el silencio de la jerarquía eclesiástica, de un templo católico, ante unos monjes que no van a plantear violencia de ningún sitio y al que cualquier guindilla puede humillar, sabedor de que estos sí son ‘pacifistas’ que no se van a defender, que prefieren morir antes que matar.

Orden de la Guardia Civil a los monjes: Que retiren sus “cosas” y que no vuelvan a entrar en la Basílica. 

Hay que insistir en que Pedro Sánchez y el PSOE no luchan contra el Franquismo sino contra los católicos. Repetimos que lo de Franco no es antifascismo sino cristofobia: una tumba en una iglesia no es ni puede ser un lugar de enaltecimiento de nadie.

De paso, el anticlericalismo socialista se venga de quien impidió, con el golpe militar de 1936, que la izquierda continuara masacrando a los católicos.

Ya ha entrado la maquinaria para la exhumación y los residentes de la hospedería han sido expulsados 

¿Es el comienzo de una nueva persecución religiosa en España -contra los católicos, naturalmente- como la iniciada en 1931 con la profanación de templos? Todo indica que sí. Tanto en 1931 como en 2019, la persecución se inició desde el poder o con plena aquiescencia del poder político. De ahí a la guerra civil sólo hubo un paso.

Al tiempo, a mediodía del domingo, entraba en el Valle de los Caídos la maquinaria necesaria para la exhumación y se expulsaba a los clientes de la hospedería. Está claro que Pedro Sánchez no quiere testigos incómodos.

Santiago Cantera presentó una denuncia el viernes por la ocupación de basílica y convento por parte de la Guardia Civil, con total impunidad 

El prior del Valle de los Caídos, Santiago Cantera, presentó el viernes 18 una denuncia por la actitud de la Guardia Civil, que entraban en el templo armados hasta los dientes y también en la clausura-residencia, utilizando hasta los urinarios de los monjes.

El Vaticano, el único con autoridad sobre la comunidad benedictina (orden ‘exenta’ de la autoridad episcopal) nada ha ordenado Roma al prior Cantera, lo que significa que no quiere un enfrentamiento directo pero que no le gusta nada, lo que se dice nada, la repugnante utilización electoral que Pedro Sánchez está haciendo del cadáver de Franco ni, mucho menos, la profanación consiguiente del Valle.

Los obispos españoles callan y el Vaticano también. Desde luego, nada ha ordenado el Papa al prior de los benedictinos. 

Por cierto, duro con el fuerte y fuerte con el débil, en el mejor estilo Sánchez: mientras mide las palabras con los independentistas catalanes, autores de la violencia en Cataluña, se ensaña con un grupo de monjes que no opondrán otra resistencia que la de su lealtad.

En cualquier caso, el silencio de los obispos españoles produce un reconcomio indecible. Ayer contábamos cómo el obispo Martínez Camino perdía los nervios ante el catedrático de Historia contemporánea Javier Paredes a cuenta del ‘estentóreo’ silencio episcopal, no sobre la exhumación de Franco, sino sobre la profanación de una basílica católica. Esto recuerda 1808, cuando, ante el silencio, o connivencia, institucional frente a la invasión francesa tuvo que ser un alcalde, el de Móstoles, quien declarara la guerra a los franceses. Y el pueblo le siguió.

Pedro Sánchez avanza en su guerracivilismo… y en su cobardía.

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