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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

lunes, 23 de junio de 2025

Primera Corrida de Verano. Toros mansos de Valdefresno para cumplir con la exigua programación estival de La Ventas / por Pepe Campos


Bonifacio


Plaza de toros de Las Ventas, Madrid.

Domingo, 22 de junio de 2025. Primera corrida de toros de la temporada veraniega de 2025. Encierro muy manso de Valdefresno. Rozando el tercio de entrada. Tarde calurosa habitual del verano madrileño.

Toros de Valdefresno (encaste Atanasio Fernández y Lisardo Sánchez), desigualmente presentados, bajando en la presentación 2º y 3º, más terciados, cinqueños (1º, 2º, 3º y 4º), serios, abiertos de cuerna. Mansos. Flojos. Calamocheadores, es decir, descompuestos y desarbolados. En el tercio final, se repusieron a la anarquía de la suerte de varas. Dieron juego, 3º, 4º y 5º. Buena primera vara de Agustín Collado al quinto, un toro que empujó y se enceló en el caballo, la segunda vara la tomó en la querencia del cuatro lo cual impidió ver la verdadera entrega del toro. Todos fueron silenciados en el arrastre.

Terna: Luis David Adame, de Aguascalientes (México), de grana y oro; con cabos blancos, ocho años de alternativa; ocho festejos en 2024; silencio y saludos tras un aviso. José Fernando Molina, de Albacete, de verde y oro, con cabos blancos; dos años de alternativa; catorce festejos en 2024; silencio tras un aviso, y silencio tras dos avisos. Christian Parejo, de Chiclana de la Frontera (Cádiz), de azul cielo y oro, con cabos negros; un año de alternativa; saludos y silencio; diez festejos en 2024. Luis David Adame fue cogido por el primer toro al entrar a matar, recibiendo «un puntazo corrido en cara anterior de hemitórax derecho» de pronóstico reservado. Tras ser llevado a la enfermería, pudo matar al cuarto de la tarde. José Fernando Molina fue cogido en la suerte de matar en su primer toro durante la faena de muleta, con cornada «de diez centímetros» en la ingle que alcanzó al pene, y un puntazo corrido en el muslo derecho; fue operado con anestesia local y continuó la lidia; pronóstico reservado.

Si se abriera un debate sobre el amor a la fiesta de los toros, en torno a cómo y a cuánto más lo sienten, si los empresarios o los aficionados, creemos que la respuesta sería de muy fácil acierto para cualquier persona con una mínima experiencia en el territorio de la tauromaquia. El empresariado se mueve entre dos títulos cinematográficos, «Todo por la pasta» o «Toma el dinero y corre», y no sabríamos decir a cuál de los dos títulos, en su significado más literal, serían más fieles, tal vez a los dos al mismo tiempo o de manera consecutiva. El aficionado, en cambio, vive dentro del espacio que le deja la acepción de «La gran ilusión», porque acude a los festejos esperando lo mejor y siempre se queda con algo positivo de lo que ha visto, y su tarea en la vida es volver y volver, aunque ello le complique la vida en todas sus variantes, y sabiendo que se le va a engañar. El empresario es un entendido en aquello de saber dónde está la realidad de la economía y en no engañarse a sí mismo, porque conoce lo que es la astucia, y los entresijos del toreo, que puede que no consista en otra cosa que en saber utilizar los engaños. Por lo tanto, el empresario torea y el aficionado es toreado. No hay otra. Una eterna cuestión.

Hemos vivido un San Isidro con quince tardes de «no hay billetes» en los festejos mayores, y rozando el lleno en los restantes, de un total de veintiocho eventos (con dos novilladas). Pues bien, la manera de devolver lo ganado a la afición taurina madrileña por parte de los empresarios de la plaza, parece que es la de eludir la responsabilidad de saber programar (y hacerlo) las tradicionales corridas de toros de verano, la mejor versión para fomentar la fiesta a los toros —ahora que tanto joven se ha enganchado a acudir a la plaza—, sin tener que acudir como divulgación a ningún tipo de subvención ni ayuda de ninguna institución pública o privada para el fomento de los toros. Pues, de darse una buen sucesión de corridas de toros durante el verano en Las Ventas, en domingo, pongamos a las ocho de la tarde, para eludir algo el calor, se consigue un mantenimiento del hecho taurino, y que los jóvenes y aficionados curtidos, puedan ver y descubrir a los toreros que no tienen la oportunidad de ser contratados en San Isidro, ni en las Ferias que tienen lugar en distintos puntos de España. 

En Madrid —en Las Ventas— de siempre se han dado interesantísimas corridas durante los meses de junio, julio y agosto.

De ahí, han salido toreros tan importantes como José Luis Palomar o Paco Ojeda. O se ha podido ver y disfrutar a otros de enorme sabor artístico y técnico, como El Inclusero, Sánchez Puerto, Frascuelo o Pepín Jiménez. A valerosos matadores de toros, de la altura de El Calatraveño o Raúl Sánchez. Últimamente se ha visto surgir de ese verano de Madrid —incluso cuando ha comenzado a menguar el número de corridas de toros en los veranos— a Juan Ortega y a Borja Jiménez. Aquí tendríamos el ejemplo de la verdadera manera de defender la fiesta. Los empresarios deberían estar implicados y la Comunidad de Madrid tendría que exigirlo. Para el momento actual se nos puede ocurrir dar nombres de matadores de toros que podrían hacer el paseíllo en las tardes del verano de Madrid con total garantías de una posible proyección, y que, además, han dejado huella en este San Isidro y que permanecen en el dique seco: Fortes, Clemente, Víctor Hernández, Isaac Fonseca, Román, Colombo, Diego San Román, Juan de Castilla, Gómez del Pilar, Samuel Navalón, etc. Más otros toreros que también merecen ser vistos. El listado puede ser amplio. Por otra parte, sería el momento ideal de que se contratasen toros de ganaderías que no tienen la oportunidad de ser lidiados en las ferias del circuito nacional por las conocidas circunstancias de no estar dentro del gusto de lo que denominaríamos «las figuras del toreo».

Como respuesta a todo lo anteriormente comentado, los empresarios actuales de la Plaza de Toros de Las Ventas, con todo el dinero que han embolsado en San Isidro 2025, sólo se les ha ocurrido programar una corrida de toros para este verano, por ahora; se entiende que al menos para el 15 de agosto, algo propondrán, aunque seguramente ellos no quisieran, pues ésta es la impresión que se desprende de sus movimientos en las últimas temporadas. Se escudarán en que hace calor, cuando de toda la vida el calor ha existido, o en que se veranea más que nunca, cuando siempre han existido las vacaciones. Etc. 

Bien, pues ayer la corrida contratada fue la de la una ganadería que no es del gusto de la afición de Madrid, Valdefresno, por el pobre juego que suelen plantear en sus lidias año tras año. El motivo de esta contratación se nos escapa. Y para la terna, Plaza 1 pensó en matadores que merecen su ocasión, si bien, tal vez, cada uno de ellos en distinto cartel con otros compañeros. No decimos más.

Entrando en el festejo, tenemos que comentar que Luis David Adame, ante su primer toro, un Valdefresno tópico y típico, manso, distraído, calamocheador, flojo y noble, realizó lo mejor al comienzo y al final de la faena con pases por bajo de cierto sabor taurómaco. En la parte mollar, le vimos desangelado, poco templado y sin demasiado acierto a la hora de conducir las embestidas desinteresadas de su oponente. Al entrar a matar fue cogido, sin consecuencias, aunque fue llevado a la enfermería en brazos de su cuadrilla. Salió a matar al cuarto de la tarde, un toro con cierto celo y motor en la muleta, ante el que no supo o no pudo llegar a entenderse. Una oportunidad perdida.

José Fernando Molina, ante el segundo de la tarde, un toro muy protestado por la afición por su flojedad, su labor la comenzó por bajo de manera improcedente, se empeñó en torearlo de manera dilatada, sabiéndose censurado por el respetable en la parte de extensión no pertinente de la faena. Al final de la misma tiró el estoque simulado para torear en redondo, en actitud reprochable, pues es matador de toros. Tanto en este toro como en el quinto, de mejor condición, por ser un toro próximo a la bravura, Molina mostró el don que tiene, un don al que debería agarrarse, el del temple; si bien, pareció más próxima su querencia taurómaca a un planteamiento de esconder la pierna de salida, de torear con cierto desaliño y tendencia popular. Cierto que toreó mermado y eso tiene su valía y su aquél, pero también la merma le llegó al vestido que lució, sin el ritual que merece la condición de torero o toreador, que debería cuidarse. Parece que en el avío de los toreros siempre aparece un pantalón vaquero, pues bien, igual podría sustituirse por una segunda taleguilla —usada, digamos—. Dejamos aparte ese desprendimiento impulsivo por muchos matadores de la chaquetilla de torear, en cuanto sufren un revolcón. A su segundo enemigo le toreó con ese temple apuntado y una inclinación a lo poco apretado que conlleva lo numeroso. Al matar a su primero fue volteado y corneado; al quinto lo mató tras varios pinchazos seguidos.

Christian Parejo, tuvo un primer toro que salió vivo de la suerte de varas, con una embestida de cierta emotividad; de condición muy mansa, le hizo recorrer al matador diversos terrenos hasta situarse donde el morlaco estuvo más a gusto, el seis, es decir, en territorio manso. Fue un toro propio de Atanasio que de ser toreado no dejándole ver otra cosa que muleta, en ese terreno de su querencia, hubiera dado una posibilidad de triunfo a su matador, que no lo paró en el espacio preciso, principalmente por comenzar la faena con estatuarios cuando el toro demandaba recogimiento. Ante el sexto, su entendimiento con el manso no llegó a cotas mayores.

1 comentario:

  1. Sr Campos ,una vez más me quito el sombrero ante el saber y decir de su verdad que,para mí,es la verdad de lo que está sucediendo y va a suceder.Cuente con mi reconocimiento y agradecimiento por su quehacer en el que debieran mirarse tantos como emborronan y enmierdan (perdone la expresión) la Fiesta de LOS TOROS en todas sus facetas. Un muy cordial saludo.

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