Nos dejó Manolo Cano, genial y genuino cordobés.
Juan Lamarca
Madrid 3 Noviembe 2009.
En la madrugada de hoy fallecía en la Clínica “San Camilo” de Madrid, rodeado de su mujer y sus hijos, Manuel Cano Muñoz, el querido y respetado Manolo Cano; hombre que ha hecho historia en la gestión y administración taurina.
Su permanencia en la gerencia de la Plaza de Las Ventas de Madrid durante las quince temporadas de los hermanos Lozano fue el colofón de un extraordinaria trayectoria profesional iniciada en su Córdoba natal con el apoderamiento de su primo hermano Manuel Cano “El Pireo”, con el que se mantuvo hasta su retirada tras una triunfal carrera en los dorados años sesenta.
Manolo ya no se apartaría jamás de la actividad taurina, entrando en el campo empresarial en numerosos pueblos de Andalucía y colaborando ya con los hermanos Martínez Uranga, los Choperitas.
Pronto llegaría su vinculación a la casa Lozano con la que permaneció casi cuatro décadas, constituyéndose en un elemento fundamental en la consolidación, expansión, y triunfo del, quizás, el más importante grupo profesional de la historia del toreo.
No obstante su dedicación a la gestión con los hermanos Lozano, Manolo siempre mantuvo en activo su propia empresa “Exclusivas Cano”, la única con la que ha operado toda su vida profesional, en toros y en espectáculos de arte flamencos por las plazas de España.
Fue el descubridor y lanzador del famoso Manolo Escobar. Glorias del cante hondo y de la copla, como Porrinas de Badajoz, Rafael Farina, o Fosforito, engrosaron el gran elenco de Manolo Cano con los Juanito Valderrama, Antonio Molina, o la Paquera de Jerez, entre otros muchos.
Su pasión por el cante se simbolizaba en su admiración por Manolo Caracol, al igual que en el toro su ídolo fuera su paisano Manuel Rodríguez “Manolete”.
Sus labores de apoderamiento no cesaron nunca, y así tuvo como poderdantes a Pedro Somolinos, Miguel Mateo “Miguelin, Curro Romero, Rafel de Paula, Agustín Parra “Parrita”, Julio Robles, “Niño de la Taurina”, Miguel Rodríguez, Oscar Higares, o Manuel Caballero, hasta una treintena que llegara a apoderar, rodeado de sus leales colaboradores como Emilio Buendía, Nicolás Varón, Pacorro, o Juan Hidalgo.
De las múltiples plazas de toros que regentó, de todas las categorías existentes, siempre recordó con especial cariño las de Cabra, Úbeda y Baeza, no pudiendo ocultar, dentro de su natural modestia, el hecho de haber formado parte de la gestión de la primera plaza del mundo, la de Las Ventas, con las dos únicas empresas con las que trabajó, los Lozano, y los Choperitas con los que cesó cuando los derrotes de la enfermedad comenzaron a quebrantar su salud.
Con su muerte, el mundo del toro pierde un gran hombre, uno de sus máximos exponentes, una persona de época que formó parte de una feliz y gloriosa etapa del toro y de España.
Su huella imborrable, por su ingenio, caballerosidad, y sentido ejemplar de amistad, dejará huella indeleble en el alma de los que le conocimos.
-Manolo Cano en el callejón de la Plaza de Las Ventas de Madrid-
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