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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

domingo, 15 de noviembre de 2020

¿Cuántas veces se ha quedado sin toros la Plaza México? (Parte 1) / por Jorge Eduardo


Muchos nos enfrentaremos por primera vez en nuestra vida de aficionados al peor escenario posible. La Monumental Plaza de toros México no abrió sus puertas durante el 2020 para ofrecer novilladas, y previsiblemente tampoco lo hará para corridas. A pesar de la constancia en la actividad del coso máximo durante los últimos 30 años, y como no nos dejarán mentir los aficionados más veteranos, no todas las épocas han sido miel sobre hojuelas para el embudo de Insurgentes.

¿Cuántas veces se ha quedado sin toros la Plaza México? -Parte 1-

Echemos la vista atrás. Es inocente, a estas alturas, pensar que el pasado ofrece fórmulas o lecciones de cómo afrontar la adversidad.

Sin embargo, examinar y conocer el pasado puede mejorar nuestra perspectiva acerca del proceso mediante el que se ha conformado el mundo en el que vivimos, siempre y cuando demos el paso adelante y nos preguntemos, en términos muy generales, qué, quién, cuándo, cómo, y por qué.

Muchos nos enfrentaremos por primera vez en nuestra vida de aficionados al peor escenario posible. La Monumental Plaza de toros México no abrió sus puertas durante el 2020 para ofrecer novilladas, y previsiblemente tampoco lo hará para corridas. A pesar de la constancia en la actividad del coso máximo durante los últimos 30 años, y como no nos dejarán mentir los aficionados más veteranos, no todas las épocas han sido miel sobre hojuelas para el embudo de Insurgentes. Conozcamos los episodios en la vida de nuestra plaza en que la turbulencia fue devastadora; es decir, las ocasiones en que la Plaza México se quedó sin toros.

A partir de 1946, y con la incontrovertible aureola de nacer como el más grande de los recintos taurinos del orbe, La México se convirtió en la heredera de la tradición taurina capitalina, que alcanzó una magnitud nacional en su antecesora, la Plaza de toros El Toreo de la colonia Condesa. A pesar de que la dama de hierro se mudó a Cuatro Caminos para prolongar su apasionante vida, lo cierto es que nunca emparejó al embudo de Insurgentes en importancia, magnificencia, o en comodidades para el aficionado. Aunque los mismos fierros recibieran con éxito a la afición en otro sitio, la verdadera sucesora de la plaza de la Condesa nació de concreto armado, en los huecos de las ladrilleras de Mixcoac.

No sin dificultades vio la luz nuestro coso, que desde que se encontraba en obra negra corrió peligro. Tras la muerte de Maximino Ávila Camacho (17/02/1945) y la cesión de su participación en la empresa de El Toreo S.A., así como la propiedad de la plaza misma a la Secretaría de Salubridad y Asistencia Pública, se gestó una campaña de extorsión desde el gobierno contra la nueva plaza y su constructor, Neguib Simón Jalife, quien puso de su parte dándose de tiros en el pie. Ya habrá tiempo para hablar de esta apasionante historia de fiesta brava; del México presidencialista y su relación tirante con los capitalistas y la ideología de la libre empresa, aderezada con un montón de condimentos culturales, como un antisemitismo tan desacertado como popular.

Total, que la plaza abrió sus puertas el 5 de febrero de 1946, cuento por demás conocido. De algún modo se apaciguaron las aguas, y la Monumental quedó como la única plaza de primera categoría del Distrito Federal. Esta condición resultaba de algún modo importante en las correrías políticas resultantes del decreto del 9 de julio de 1945[i], el cual respaldaba el acoso sobre la Plaza México, y dictaba que la dicha secretaría de Salubridad, propietaria de la otra plaza, era la única autorizada para explotar el negocio de los toros por sí misma, o concesionando su privilegio a otros particulares. Benditas tranzas; de algún modo, la plaza del Toreo dio cerrojazo a su existencia el 19 de mayo de 1946, y a finales de 1947 reapareció en los entonces remotos parajes de Cuatro Caminos. Mientras tanto, la Plaza México inició su vida con escasas cuatro corridas, y la descomunal friolera de 40 novilladas. Para mala fortuna del embudo de Insurgentes, el mentado decreto reaparecerá en estas líneas, pronto.

En noviembre de 1946, Moisés Cosío compró la Ciudad de los Deportes, cuya propiedad, por lo menos en lo que respecta al coso, el estadio, y otros predios adyacentes, pertenece a sus sucesores. Poco se podría argumentar contra la afirmación de que la Plaza México nació en el seno de la especulación inmobiliaria que ha disparado en todas dimensiones el crecimiento de esta capital. Así lo confirma el proyecto original de la Ciudad de los Deportes[ii], más cercano a un gran club deportivo arropado por espacios para los espectáculos masivos, que a un complejo enfocado en objetivos sociales, o en competidores de alto rendimiento. En cualquier caso, el sueño de Neguib Simón se derrumbó en apenas un año, y para no perder el hilo de la especulación, los nuevos dueños optaron por conservar lo construido y fraccionar el resto de los terrenos. En consecuencia, la falta de estacionamientos y otros espacios también son un riesgo para la Monumental.

Hacia 1956, habían pasado varios personajes por la empresa de La México. Como gerentes desfilaron nombres como Antonio Algara, o el mismísimo Lorenzo Garza. Pero en cuanto a empresarios, se acreditaba tan solo a los sucesivos dueños de plaza, Tomás Valles, y Alfonso Gaona[iii]. El célebre doctor Gaona fue un personaje discutidísimo, cuyo paso por la fiesta brava mantiene su inmanencia hasta hoy. No solo continúan en activo toreros a los que les firmó sus primeros contratos (sobre todo subalternos que en su día fueron novilleros), sino que sus etapas al frente del Toreo de la Condesa allá por 1940, y de la Plaza México (1948-1957, 1960-1964, y 1976-1988) construyeron en gran medida la personalidad y tradición del embudo de Insurgentes.

Los festejos del décimo aniversario de la plaza difícilmente vaticinarían cualquier merma en la fiesta. El Ranchero Aguilar y Joselito Huerta, colosos, tumbaron sendos rabos. De los dos representantes de la rama más seca, sobria, y poderosa del toreo mexicano, la del arte en raudales inversamente proporcionales a la escasez de florituras, aquel se mostró más intermitente a lo largo de la temporada, en tanto que éste se consagró como figura del toreo. No obstante, mal endémico de esta plaza, el León de Tetela no volvió a las últimas siete fechas del serial. En la siguiente temporada, la 1956-57, José Huerta brilló por su ausencia.

Daniel Medina de la Serna reseña la dicha temporada con cierta desgana en los tomos de Historia de la Cincuentona Monumental. Para los tiempos modernos, una búsqueda en Google arroja los textos de Horacio Reiba, apenas por una razón: se suspendió antes de terminar el derecho de apartado, posiblemente el único motivo por el que resalte en la modernidad. Vaya sorpresa, justo la temporada de la inmortal despedida de Fermín Rivera fundido con Clavelito III de Torrecilla; de la estrujante apoteosis de Litri y Dancero de Piedras Negras. Todo ello apenas terminada la Feria Guadalupana del Toreo de Cuatro Caminos: allá Antonio Ordóñez con Cascabel, El Callao con Gordito ¡Quién hubiera estado ahí para contarlo!

Con información de Luis Ruiz Quiroz en Medina de la Serna, Daniel, Plaza México: Historia de una cincuentona monumental, México, Bibliófilos Taurinos de México, 1996

La Plaza México cerró el 24 de febrero de 1957, y no reabriría hasta el 15 de junio de 1958. En total, 420 días sin toros, el ayuno más prolongado hasta hoy. El doctor Gaona echó el cerrojo voluntariamente, presumiblemente a consecuencia de problemas económicos, que si hemos de hacerle caso a Medina de la Serna, se trataba de verdaderos incumplimientos y pleitos. Total, qué más daba, la plaza de Cuatro Caminos, mientras tanto, le daba vuelo a la hilacha. La fiesta estaba viva y coleando, como lo atestiguan las notas del noticiero Cine Mundial, publicadas por la UNAM y Francisco Coello, abundante en materiales de aquellos años.

Los toros volvieron a Insurgentes con las novilladas de 1958. La reapertura del coso se dio a la vera de Diversiones y Espectáculos de México, creada por Moisés Cosío para reactivar su plaza. No obstante, entre sus objetivos empresariales estaba reventar la relación obrero-patronal con los subalternos, así como la legítima intención de revocar el mentado decreto de Salubridad mediante un juicio. Los primeros pasos, dados durante la gestión del doctor Ignacio Morones Prieto como secretario, fueron viento en popa. No obstante, se tornaron ásperas a la llegada al cargo de José Álvarez Amézquita, un médico poco adepto a la tauromaquia.

El remolino se tornó huracán cuando, de plano, provocó que el coso de Mixcoac cerrara sus puertas en mayo de 1959. Dada la amenaza del secretario de retirar su visto bueno para la realización de las corridas de toros si la empresa no desistía del juicio contra el decreto. Así las cosas, el ingeniero Alejo Peralta tomó las riendas de DEMSA, y si no destrabó el conflicto, por lo menos reanudó los festejos con la temporada de corridas de 1960. Con él volvió a la gerencia Alfonso Gaona, tras de la breve gestión de Arturo Álvarez El Vizcaíno. No duraría demasiado la alegría, en virtud de que no se verificó la temporada 1961-62, y la 62-63 se trasladó a Cuatro Caminos después de 12 corridas, responsabilizando al cuento de nunca acabar de los dineros.

En 1964, el doctor Gaona dejó la gerencia de DEMSA, y ésta recayó brevemente en el maestro de Saltillo, Fermín Espinosa Armillita. A finales de ese año, apareció en el panorama el infame Ángel Vázquez, célebre por reventar al medio taurino mexicano. Sin embargo, nunca dejó de haber toros por aquellos años; por lo tanto, esa historia no pertenece a este recorrido que, desafortunadamente, tendrá más capítulos.

[i][i]“Decreto sobre espectáculos taurinos con fines de lucro en el Distrito y Territorios Federales”, en Diario Oficial. Órgano del Gobierno Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos, México, Lunes 9 de julio de 1945, tomo CLI, n. 7, p. 1.

[ii]Cuyos planos fueron publicados recientemente en Salinas Flores, Daniel, et. al., Homenaje a la Plaza México, México, Milenio 3, 2018, pp. 24-27.

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[iii]Esta información apareció en el cartel de la corrida del 10º aniversario, y como tal la cita Daniel Medina de la Serna en Plaza México: Historia de una cincuentona monumental, México, Bibliófilos Taurinos de México, 1996, p. 196. 

El cartel podemos verlo gracias a Xavier González Fischer, en su blog “La aldea de Tauro”, 5 de febrero del 2010, https://laaldeadetauro.blogspot.com/2010/02/la-corrida-del-5-de-febrero-una_05.html.

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