la suerte suprema

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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

jueves, 19 de noviembre de 2020

Vida frívola / por Pla Ventura

A los jóvenes de ahora les pareceré mentira pero, en su honor, digamos que Enrique Ponce, cuando era un matado que empezaba, también mató los toros de Cuadri, como el que mostramos en la foto.

Lo que nos preocupa de Enrique Ponce es su condición como torero que, pese a la cohorte de palabreros que tiene a su favor, los que le doran la píldora y rinden pleitesía a su figura torera, su labor como torero entendemos que ya ha terminado; digamos que, ha pasado de moda sus modos y formas que, con sinceridad, no conquistan a nadie. Treinta años como figura del toreo pesan mucho y, en el caso de este diestro no podía ser una excepción.

 Vida frívola

Pla Ventura
Toros de Lidia /18 noviembre, 2020
Que Enrique Ponce haya elegido una vida frívola en el año en curso, eso es problema suyo y a nadie nos debe de quitar el sueño y, mucho menos rasgarnos las vestiduras como he visto por ahí al respecto de este torero que, como parece que está de moda, los toreros, ahora tienen que ser pasto de las televisiones basura, de las revistas frívolas y de la prensa amarilla. Allá cada cual y Enrique Ponce no quiere ser una excepción. Por cierto, le deseamos mucha salud al diestro de Chiva que, como se supo, días pasados era sometido a una cirugía por lo que le deseamos un pronto restablecimiento si es que todavía no lo está del todo.

Lo que nos preocupa de Enrique Ponce es su condición como torero que, pese a la cohorte de palabreros que tiene a su favor, los que le doran la píldora y rinden pleitesía a su figura torera, su labor como torero entendemos que ya ha terminado; digamos que, ha pasado de moda sus modos y formas que, con sinceridad, no conquistan a nadie. Treinta años como figura del toreo pesan mucho y, en el caso de este diestro no podía ser una excepción.

He tirado del carro, decía Ponce al referirse a lo que ha sido su temporada en este año maldito y de infausto recuerdo para lo sucesivo. ¿Qué carro, oiga? El problema de los divos es que no ven nada más a su alrededor que el ego que les mata. Por lo visto, matar esos toros indecentes e inválidos le llama Enrique Ponce, tirar del carro. Mejor que se hubiera quedado en su casa y ahora nos ahorraríamos estas líneas.

Ante todo, hagamos memoria y digámosle a los aficionados jóvenes que, Ponce, al segundo año de doctorarse, mataba los toros de Celestino Cuadri, Baltasar Ibán, Ana Romero, José Escolar, Torrestrella, García Romero y demás ganaderías toristas de la época, la mayoría todavía siguen vigentes en las dehesas de España.

Pero amigos, aquello duró un suspiro, justamente hasta que el diestro descubrió que había una serie de ganaderías domesticadas que sus toros no daban ni cornadas y, a ese carro se apuntó el avispado torero valenciano. Mérito lo ha tenido todo; aguantar treinta años como figura del toreo no es tarea sencilla.

Dicho lo cual, creemos que ha llegado su hora, la de marcharse por la puerta grande porque, al paso que va, sin duda alguna, se marchará por la puerta de atrás, sencillamente porque desde hace muchos años que sigue matando el burro inválido y su toreo, como es natural y lógico, ha perdido todo el encanto posible. Todos nos sabemos sus faenas de memoria; es decir, antes de cada corrida, cualquiera podría escribir la crónica sin equivocarse ni en una sola línea. Mal asunto para un diestro cuando ha perdido su capacidad de creación y no se espera nada de él.

Sus faenas, empalagosas, adulteradas, yo diría que casi absurdas porque, ante un toro moribundo y sin alma, ¿qué se puede esperar de un torero? Eso, que siga ejerciendo de enfermero y, sus acólitos que le sigan cantando sus gestas. Ponce es la antítesis de lo que antaño era una figura del toreo. Recordemos una vez más que, antiguamente, los toreros tenían dignidad, épica como lidiadores y, los que mandaban en el escalafón, gracias a esa dignidad de la que hablo, toreaban los Miura o todo aquello que saliera por los chiqueros que, previamente, lo habían pedido los diestros.

Ahora, la dignidad de la que hablo, la épica que menciono, son valores del pasado puesto que ninguna figura actual es capaz de tener el menor gesto ante los aficionados y, Ponce no es una excepción. Pensar, por ejemplo, que en los diez años que estuvo José Gómez Ortega como matador de toros, mató cincuenta corridas de Miura, eso, dicho en la actualidad, suena como la barbaridad más insospechada, pero era una realidad aplastante puesto que, tanto Joselito como Belmonte, tenían a gala congratularse con la afición con aquellas gestas heroicas.

Enrique Ponce podrá estar en activo todos los años que quiera y, seguro que tiene razón porque mientras no le falten los contratos, los bobos somos los que pagamos por verle. Pero no es menos cierto que debe de dar paso a los jóvenes puesto que, si en sus comienzos, las figuras de aquella época de hace treinta años no se hubieran retirado como él hace en la actualidad, no hubiera tocado ni un pitón. Pero en aquellos años los toreros estaban en activo el tiempo razonable en el que amasaban un buen pasar económico y, una vez logrado, se retiraban a la molicie del ocio para, como digo, dejar paso a los jóvenes puesto que todo el mundo tiene derecho a una oportunidad.

Comprendo que debe ser duro tomar esa decisión por parte del torero valenciano porque, como antes decía, la prensa oficial le rinde pleitesía todos días y, ¿quién es el valiente que les quita la razón a los que te adulan? En este sentido, Ponce, de valiente no tiene nada porque hace suyas las frases generosas que le dedican y sigue creyendo que es inmortal para el toreo. Si la fiesta siguió sin Joselito, Ignacio Sánchez Mejías, Belmonte, Manolete, Antonio Bienvenida, Antoñete……….entiendo que, sin Ponce, seguro que seguirá habiendo fiesta de los toros mientras Pablo Iglesias y Pedro Sánchez no le den la puntilla definitiva.

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