Si el pasado año, por estas fechas, alguien hubiera predicho todo lo que nos ha ocurrido en este año nefasto para olvidar, nadie le hubiésemos creído. Ni en sueños hubiéramos imaginado la desdicha que se nos vino encima, la que nos ha empobrecido sin piedad por la que el mundo de los toros ha quedado totalmente desolado.
¿Hacemos planes para el año próximo? Vamos, ni por asomo. No creo que nadie sea tan insensato, viviendo todo lo que hemos penado que, como es natural y lógico, el mundo de los toros no ha escapado de dicho maleficio; somos, como es de puro manifiesto, otro de los sectores malditos que han quedado arrasados como si hubiera pasado un tifón sobre nuestras cabezas.
Los toros han querido sobrevivir sin espectadores y con un escaso bagaje televisivo que, en realidad, apenas ha conducido a nada y si para el año venidero la cosa sigue como está, mal camino lleva el mundo de los toros que, por mucho que nos pese, nos vemos sentenciados a muerte.
Es curioso el mundo de la televisión el que ha logrado que el fútbol, por poner un deporte, haya sobrevivido a la pandemia y a todos los males porque, sin espectadores en las canchas, los aficionados pueden seguir deleitándose con su deporte favorito porque, para fortuna del mundo balompédico, las televisiones siguen siendo un filón en cuanto a publicidad, de ahí que no reparan en medios para que el fútbol siga tan vivo como siempre. Qué fortuna tienen los deportistas, en este caso los futboleros que, por encima de todo, el deporte, ni peligra con la maldita pandemia que nos ha dejado sin alientos.
El amago televisivo que ha habido al respecto de los toros ha sido una intentona por salvar lo que parece insalvable. Corridas de cuatro toros sin dinero, sin gentes, sin toros, sin nada de lo que entendíamos como una corrida de toros. Siendo así, ¿qué futuro nos espera? Es terrible si pensamos en ello, ¿verdad? Claro que, a su vez, no podemos dejar de pensar en el devenir de la fiesta que, tras varios siglos de existencia, que una maldita pandemia le dé el gusto a Pablo Iglesias por aquello de que se muera la fiesta de los toros, no nos hace gracia alguna, aunque el tipo aludido se frote las manos al respecto.
Nosotros, los aficionados, totalmente preocupados por la fiesta de los toros mientras que, nuestro gobierno –en realidad, el gobierno de unos cuantos incluidos pro-etarras, separatistas, delincuentes y demás gentuzas- se está frotando las manos al ver que, esa fiesta que tanto odian porque su analfabetismo les aboca a no saber nada de nada, como explico, ver que la fiesta languidece, en este caso por la pandemia y otras necedades, todos se sienten dichosos, al tiempo que están preparados para asistir al sepelio de una fiesta a la que han querido matar pero que, el destino, cruel y caprichoso, ha querido que muera por inanición, es decir, por el desamparo total y la falta de medios para poder celebrar dicho espectáculo.
Quiera Dios que en el año venidero recuperemos la salud en todos los órdenes y que la fiesta de los toros se restablezca de este letargo criminal a la que ha sido sometida y, lo que quizás sea lo mejor de todo el calvario que hemos pasado que, tras esta catarsis del miedo, si logramos salvarnos en todos los órdenes, que los mismos taurinos tomen nota de que, ahora mismo, más que nunca, la unidad será la única fórmula de salvación. Mientras tanto, vivamos el presente que es la única estación en la que pasaremos el resto de nuestra vida.
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