Las Ventas…, mi plaza de toda la vida. Esa que en mi infancia me hacía soñar, no con ser torero, pero sí con ser uno de los privilegiados que estuviera dentro y no fuera.
Las Ventas… esa plaza que hoy añoro. Demasiado tiempo llevo sin entrar en ella. Más de un año es toda una eternidad.
Las Ventas… la han dejado abandonada durante este diferente año 2020. Aunque más diferente que el año lo hayan sido las decisiones que para con ella no se han tomado.
Las Ventas… y su ruedo, durante este triste abandono, han podido criar malvas, malas hiervas y quién sabe si no le habrán salido hongos a cada uno de sus aposentos. Recuerdo cuando hace poco más de veinte años pude ver el ruedo de la plaza de Las Arenas en Barcelona desde lo alto de la torre Allianz. Qué penosa imagen ante aquel abandono. Podría ser igual la imagen, más incipiente sí, aunque yo no lo puedo afirmar porque no lo he visto.
Las Ventas… qué será de ella mientras dure mi ausencia. Siempre pensé que desaparecería yo antes que ella, pero hoy día ya no se si será de esa manera. Preocupación y tristeza a partes iguales.
Las Ventas… es el corazón de toda la Tauromaquia y sin ella nada ha resultado igual este año. Los latidos han sido lánguidos, imperceptibles, mortecinos diría yo. Paseíllos donde el querer se adivinaba más que el poder, donde la cuesta arriba que hay que subir, parecía una cuesta abajo deliberada. El corazón dejaba de serlo y era como una bomba de inflar bicicletas a lo sumo.
Las Ventas… hay que abrirla sí o sí. Lo contrario sería darle armas a quienes quieren cerrarnos el paso a todos. El templo ha de abrirse para que vayamos allí los convencidos de que es una religión, con su particular culto, que hay que respetar y dejar que cumplamos cada uno de sus ritos.
Las Ventas… es un templo y como tal hay que cuidarlo. Pero en ese templo han de oficiarse cada una de las ceremonias que le dan sentido y su razón de ser. Abiertas las puertas se purificará el aire y todas las pandemias quedarán extinguidas. Siempre se dijo que en sus predios corre mucho el viento, pues dejarle a él que haga su tarea y ventile bien la atmósfera.
Las Ventas… además son del Espíritu Santo. No cabe más protección para que todo pueda sanar. La afición, la cultura y la historia quedarán bendecidos y podrán superar el conjunto de las dificultades que nos aquejan. Con todo respeto hemos de saber que Cabra, Barcarrota o Montoro no serán quienes nos resuciten.
Las Ventas… mi sueño de niño, cómo iba a imaginar que sería mi sueño también en tiempos de ser mayor. Espero ansioso el día de volver a entrar y salir de ella.
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