Ligeros de kilos, 528 kilos promedio, peso no infrecuente para novilladas en esta plaza, de no mucho cuajo y corto incensario, la mayoría se veían mejor por la cara.
De Justo, fue recibido como lo que era, un resucitado. Conmovida ovación de saludo, que algunos promocionaron previamente y creyeron incluso que era para Morante. Nada, la plaza donde hace un año casi deja la vida, hoy era del extremeño, y lo justificó. Se llevó un lote de bravos (de los bravos líbranos señor) al que plantó cara en medio de una ventisca, jugándose la piel y lidiando con más verdad, poder y entereza que lindura. La emotiva y exigente tormenta de casta y la muleta flameada valoraron altamente su aguante, proximidad y mando. Templó y ligó cuanto pudo, sin artificios. Puso al ya predispuesto público en frenética parcialidad y de no haber sido porque antes de una estocada cimera pinchó dos veces con aviso su meritísima primera faena hubiese cortado yo no sé cuánto pelo, pues D. Eutimio Carracedo Pastor estaba que tiraba la casa por la ventana, como al fin lo después lo hizo, con la reprensión de los guardianes de las escrituras. La segunda, con el homenajeado quinto, fue de igual calado y significación, pero el buen volapié dejó la estocada delantera y desprendida lo cual en condiciones cuerdas inhabilitaría reglamentariamente a su señoría para otorgar el primer trofeo y con mayor razón el segundo, pese a que la petición de ambos fue casi unánime. A ver quien aguantaba eso. Además, la vuelta al ruedo para el arrastre. Los protocolos fueron respetados, pero luego le gritaron a Eutimio ¡Fuera! ¡Fuera!
Tomás Rufo, que no había podido hilvanar los lances con el protestado tercero, brindó a la clientela y se le tiró de rodillas muleta en mano para seis templados redondos, tres de pie, un cambio de mano, un ayudado por bajo que pusieron las masas a gritar. Luego la cosa perdió secuencia, pero no predicamento. De a dos y de a tres por la derecha, y de a uno en uno por naturales con más o menos pureza, a los cuales la vibración de las embestidas prestaba emoción, fue llevando la brega hasta la bien ejecutada y colocada estocada, ennoblecida por una muerte de bravo en los medios. Cayó la peluda y las relaciones de la autoridad con la oposición se tensaron. Con el torero no. La porfía pegapases con el soso e inexpresivo sexto, que blandeó y blandeó, sumió la catedral en un marasmo del que despertó para abrir de par en par la puerta grande.
Morante, tuvo un lote manso, cierto, pero no lo lidió, ni siquiera hizo el intento, además lo mató de manera infame. Al primero que con su execrable trapío desató la primera de las broncas y al cuarto que no quiso ver, les repartió quince pinchazos a paso de banderillas y un bajonazo de media hoja. Lo despidieron a pitos y almohadillas. Hoy un morantista gracioso tituló: “El 7 desnuda a Roca Rey” por su no triunfo de ayer. ¿Cómo titulará mañana?
FICHA DEL FESTEJO
Madrid. Jueves 11 de mayo de 2023. Plaza de Las Ventas. 2ª de San Isidro. Sol, calor. “No hay billete” 22. 964 espectadores. Seis toros de Garcigrande, dispares de presencia y juego. Vuelta al ruedo al 5º, ovacionados en el arrastre 2º y 3º.
Morante de la Puebla, bronca tras aviso y bronca.
Emilio de Justo, palmas tras aviso y dos orejas
Tomás Rufo, oreja y silencio.
Incidencias: Vuelta al ruedo al 5º “Valentón”, negro, cinqueño Nº 13, de 523 kilos
No hay comentarios:
Publicar un comentario