Fijémonos que, hasta le hemos tenido que poner los pies en el suelo cuando le aparecen las rabietas de niño chico, en Sevilla dio un ejemplo de lo que explico cuando se enfadó porque el presidente no le concedió una oreja que no merecía pero, ¿Qué importan los simples despojos cuando estamos ante un torero tan grande? Esa cuestión la debe de aprender porque, para eso está por encima del bien y del mal, apelativo que solo se le puede aplicar a él. Yo diría que, incluso, hasta nos debe alguna que otra bronca para que sea perfecto, es decir, el Morante de antaño.
No caben más calificativos para definir a este hombre tocado por la varita mágica de Dios que, dada la calidad de su arte, si fuéramos honestos, hasta habría que convenir que no hace falta que corte oreja alguna mientras sea capaz de hacer lo que ha hecho este año en Sevilla. Algunos, hasta ya pronostican que cortará un rabo en Madrid no me cabe la menor duda, de pronto que un toro le ayude en lo más mínimo. Morante es capaz de ese y mucho más. Ante este hombre hay una verdad inmaculada además de ser portador de su arte inigualable, la misma no es otra que ese ánimo que él se ha insuflado para querer estar bien todas las tardes, de ahí la bronca a la que yo antes aludía, otro valor para anotar en el haber de este artista tan singular como único en su género.
Morante es hombre de pocas palabras, cuando le ponen el micrófono delante sufre más que si tuviera un Victorino; digamos que, su forma de hablar y expresare es frente al toro, ese lugar que es su púlpito particular donde vence y convence porque, no nos olvidemos, vencer lo hacen muchos, lo de convencer ya es harina de otro costal. Sobran las palabras; es más, nadie debería de incordiar a este diestro tras su obra “sagrada” puesto que, en esos momentos, en paz consigo mismo, seguro que está en plena conversación con su otro yo, es decir, con su propio corazón con el que ha vibrado junto al toro y nos ha extasiado a todos.
Entre la torería actual, Morante es el único diestro que ha dejado un huella imborrable, una estela eterna porque todo el mundo recordará pasados muchos años y, al referirse a la citada efemérides todo el mundo dirá, sí señor, aquel 26 de abril del 2023 en que Morante cortó un rabo en Sevilla, algo que estamos paladeando los aficionados actuales pero que, generaciones vendieras enmarcarán dicha fecha como el hito más importante de la tauromaquia en este siglo XXI.
Esta es la diferencia que establece Morante entre él y los toreros buenos que, para nuestra suerte, lo tenemos y, a su vez, el que ridiculiza carreras como la de Jesulín de Ubrique, tras haber matado más de dos mil corridas de toros, a lo sumo se le recuerda que las mujeres histéricas de la época le echaban su bragas para que oliera el perfume del amor.
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