"Tengo el gusto de brindarle la muerte de este toro al salvador de España, general Queipo de Llano, y para que se mueran de rabia los hijos de la Pasionaria. ¡Viva España!", fue la dedicatoria del torero Manolo Bienvenida en la primera corrida en la Maestranza sevillana tras el estallido bélico (18 de octubre de 1936)
Los toros en la Guerra Civil
Manuel Gutiérrez Troya
Nunca he escrito o he hablado del mundo de los toros con referencia a la Guerra Civil española 1936-1939. Pero hoy en este modesto artículo, intentaré explicar unas pocas de las muchas anécdotas que ocurrieron en nuestra fiesta taurina durante el transcurso de dicha guerra.
Diremos que, en ambos bandos, es decir; tanto en el de izquierdas como en el de derechas, se mantuvo la fiesta con más o menos altibajos, pero lógicamente mermado el número de corridas, ganado y calidad del espectáculo.
Las reses estoqueadas se destinaban para alimento a los servicios de Intendencia para darles de comer a las tropas de ambos frentes.
En cuanto a los toreros, a unos les tocó adaptarse al ejército en la zona donde se hallaban prestando el servicio militar con la Patria en aquel 18 de julio del 1936, poniendo uno de los casos el de Manuel Rodríguez Sánchez “Manolete”, que le cogió en la parte de los alzados, al estar cumpliendo con los deberes patrios en el arma de Artillería, Primer Regimiento Pesado de Córdoba, y a otros, en la zona republicana, como fueron Domingo Ortega y Rafael Gómez “El Gallo”.
Tanto en una parte como en otra, reiterando lo de antes, se celebraban corridas de toros y novilladas. En un lado era obligatorio hacer el paseíllo con el brazo derecho en alto con la mano abierta, y en el otro lo mismo, pero con el puño cerrado que es todo lo opuesto a lo anterior. Ahora bien, el resto de la lidia se efectuaba igual que a la presente, aunque muchas veces las bandas de música hacían sonar algunos “pasodobles” de tinte político y menos de taurinos, según lugar y toreros, dado a las circunstancias e ideas de cada cual.
De lo que no hay duda, tras los años siguientes de la inolvidable contienda, dejó serias repercusiones en la cabaña brava, y en mayor medida por la zona centro de España, debido a la discriminación masiva de la exterminación de muchos animales bravos en las dehesas, principalmente por la penuria alimentación reinante para las personas, desbastándose muchísimas ganaderías y encastes, sobre todo la Jijona, Vistahermosa, Ayala, Marqués de Albaida y Espinosa-Hidalgo.
Como consecuencia de la referida aniquilación incontrolada de los animales, se pagaría con posterioridad un alto precio hasta que se fueron regenerando y poner a punto las ganaderías afectadas, transcurriendo un tiempo indispensable para su puesta en marcha de nuevo, además del costo importante que produjo.
Una anécdota muy curiosa que debo contarla por su contenido. Ocurrió en Valencia, ciudad donde era zona republicana en agosto de 1936. Se celebraba una corrida de toros en la que toreaban Rafael Gómez “El Gallo” y Domingo Ortega. En la cual, al instante de iniciar el paseíllo, Domingo se lía el capote de seda sobre el hombro izquierdo, saliendo al ruedo con el brazo contrario en alto y puño cerrado. Rafael lo hace igual, pero con la mano abierta. Durante el trayecto del paseíllo, “El Gallo” recibió una gran pitada. Estando ya cerca de terminar de cruzar la arena, Domingo Ortega le dijo a Rafael “El Gallo”, ¿Por tu madre Rafael, cierra el puño que esta gente nos fusila?, haciendo oídos sordos de lo escuchado. Así de esta manera llegaron al filo de la barrera para saludar al presidente como es preceptivo. Inmediatamente el Usía dio la orden de su detención. Al preguntarle que como se le había ocurrido hacer el saludo fascista, a lo cual contestó: ¿Pero qué saludo fascista, lo que pasa es que me daba el sol en los ojos y me los tapaba con la mano?
Aquella tarde, Domingo Ortega salió de la plaza en hombros de sus partidarios e idealistas, pero Rafael Gómez todo lo contrario, porque antes de finalizar la corrida dio la “espantá” y se marchó, norma asidua en él, por lo que la detención se produjo de inmediato en las proximidades de la plaza. Este genial torero de raza calé, fue en muchas ocasiones arrestado por negarse a matar toros en corridas, pero en otras sorprendía con su toreo tan magistral y sublime como de su arte tan singular y único, que bastantes veces hacía olvidar sus días negativos y desafortunados. Hay otra anécdota muy graciosa de este improvisado e inesperado torero, en una ocasión en Madrid, haciendo el paseíllo de una corrida, vio la puerta de enfrente abierta y siguió andando, salió fuera del coso y, tras coger un coche de caballos, se fue al hotel y se acostó. Lógicamente allí fue la Policía y lo detuvieron. Era una más de las “espantás” de este torero gitano.
17 Enero 2025
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