Corrida mansa en su conjunto que apenas se ha dejado picar, no han permitido que torero alguno diera un lance con el capote, salvo a Urdiales en su primero que le ha enjaretado cuatro verónicas de ensueño muy propias de este artista cabal y único en su género. Bicornes de gran presentación pero podridos por dentro.
Desconcierto con el capote, picadores, banderilleros puesto que, todo ha sido nefasto. Hablan mucho de los toros de Núñez versión Alcurrucén y, el bueno puede ser buenísimo, como el primero pero, del resto mejor olvidarnos y el que no se olvidará nunca es Diego Urdiales en su segundo que, le ha hecho jugarse la vida de forma descarada sabedor de que allí no había premio alguno.
Confirmaba su alternativa García Pulido que, para su desdicha le ha caído el gran toro de la tarde, su primero. El chaval ha estado animoso pero se ha amontonado más de lo lógico; comprendo sus ganas, su deseo por lograr el éxito pero, todo eso es lo que le ha abocado a que se le fuera un toro para el gran triunfo. Ha matado de una gran estocada y le han aplaudido de forma generosa.
En su segundo, el último de la tarde, no tenía mala condición pero sí un punto de violencia que impedía poder redondear faena. El chico ha estado digno y se le ha aplaudido cuando se marchaba para su casa. El chaval se ha ido como ha entrado y si nos fijamos en lo que pueda suceder tras no conseguir el triunfo, nos lo imaginamos y sobra todo lo demás.
Morante ha tenido tu tarde negra, la que hacía tiempo que no cosechaba. Bronca y gran bronca ha sido el resultado final. Su primero iba y venía y, el de La Puebla le ha dado algunos pases muy bellos, pero el animal no tenía trasmisión alguna. Ha dado un auténtico mitin con la espada, algo que hacía tiempo que no le veíamos. Su segundo. Un buey de carreta se ha parado en el acto y Morante se lo ha quitado de encima de un espadazo. Rechifla general. Siempre se espera mucho de Morante, como casi ocurre con todos pero, un fracaso de este hombre tiene más repercusión que los de todos los toreros juntos.
Diego Urdiales ha dado en su primero, como dije, cuatro verónicas increíbles puesto que, el toro, manso y abanto en los primeros compases de la lidia, tras la salida de los piqueros, de repente, el animal nos ha ilusionado a todos, al primero, al torero que ha brindado su faena al personal. Como si de un milagro se tratare, tras las banderillas, el toro tenía unas condiciones que nos han hecho soñar en lo mejor, hasta con a puerta grande para Diego Urdiales. Pero el milagro ha durado tres minutos y medio, si se me apura, tiempo más que suficiente para que el riojano plasmara tres series con la derecha de una belleza impropia entre la torería actual y me refiero a los que torean todos los días.
Ha rugido Madrid en este breve tiempo que aludo, incluso en un par de series con la izquierda; todo nos hacía presagiar, como ante conté, que estábamos ante un triunfo de época por parte de este artista singular y, nos equivocamos todos. De repente, cuando la ola estaba hirviendo, se ha parado el toro y ahí han muerto todas nuestras ilusiones. Ha sido poco, pero la belleza ha sido tan grande que tardaremos en olvidar esos muletazos llenos de enjundia y arte inenarrable. Ha matado de un gran estoconazo y ha dado una aclamada vuelta al ruedo. Se segundo, el criminal que antes aludí, me refiero al toro, no a Urtasun, que podría ser lo mismo. La violencia más extrema en un toro en que, el diestro se ha jugado la vida limpiamente y tras pinchazo y estocada se acabó la historia. Pese a todo, Urdiales ha salido reforzado de Madrid, no en vano el calado de su toreo, aunque breve, es más que suficiente para que resulte inolvidable.
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