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"..Jamás, en la alegría o en la tristeza, hemos podido ver un “que te den” de Ancelotti. De hecho, no sabemos si el puro y la “uve” de Ancelotti en Cibeles era por la Liga ganada o por Courtois, el portero salvado para la causa de la Quince, que todo lo desborda, comenzando por el Antimadridismo, que anda agitando la charca con las renovaciones… y con el portero de la Final.."
Ignacio Ruiz Quintano / Abc
Carlo Ancelotti volvió a llevarse un puro a la boca, y eso es buena señal para el Real Madrid de Vinicius, cuya alegría tiene más de cubana que de brasileira, con lo que bien podría el club hacer suyo el trinomio que Foxá ideó para Cuba, “Ron, Café y Puro”, muy superior, decía él, al de la Revolución francesa. El puro amansa a las fieras.
–La fábrica de bombarderos de Whitley es un semillero de comunismo –anotó en 1941 J. Colville, secretario de Churchill–, y existían ciertas dudas acerca de la acogida que recibiría el primer ministro. Pero su aparición con el puro cautivó a los obreros, que le dedicaron un ensordecedor aplauso.
En Ancelotti el puro es la señal de la victoria, cuyo signo churchilliano, la V, tomó el político inglés de la Europa ocupada, donde los antinazis la pintaban en las paredes con el significado de “vrijheid” (“libertad” en holandés).
Gafas de “The Blues Brothers”, y “uve” y puro de Churchill, el ídolo de Boris Johnson, su penúltimo biógrafo, que deja claro que Churchill nunca terminaba los puros, y despachaba entre ocho y diez al día, es decir, doscientos cincuenta mil en toda su vida (las tobas eran las propinas para su jardinero y su quiosquero, que se negaba a cobrarle el periódico).
En la “uve” de Ancelotti hay un toque de distinción que no había en la “uve” de Churchill. Al contrario.
–Churchill copió la “uve” del continente –explica Johnson–, pero fue puro Churchill hacerla traviesamente redonda, como solía, para que pudiera significar no sólo victoria, sino también “que te den”.
Jamás, en la alegría o en la tristeza, hemos podido ver un “que te den” de Ancelotti. De hecho, no sabemos si el puro y la “uve” de Ancelotti en Cibeles era por la Liga ganada o por Courtois, el portero salvado para la causa de la Quince, que todo lo desborda, comenzando por el Antimadridismo, que anda agitando la charca con las renovaciones… y con el portero de la Final.
–La Final la debe jugar Lunin –tercia Casillas, “mítico portero del Madrid” y Príncipe de Asturias a la Concordia, es decir, que si había alguien llamado a no abrir la boca era él.
¿Por qué tendría que jugar Lunin? “Por justicia”, contesta el Pasmo de Móstoles. ¿Qué justicia? ¿La conmutativa de los iguales o la distributiva de los desiguales? No descartemos el rayo de la justicia divina. Madame de Staël:
–¡La justicia divina, cuando castiga, no desdeña marcar la imaginación de los hombres con todas las circunstancias que más puedan impresionarla!
Hablamos de Casillas, un tipo ungido por la fortuna (el frasco de colonia de Cañete en el pie cuando el Mundial de Corea, el tirón muscular de César en la final de Glasgow) que halló su Waterloo en el Bernabéu la noche del City (¡siempre el puñetero City!), donde se comió dos goles de jaque mate pastor y reaccionó con desolada indiferencia al gol de la remontada de Cristiano en el tiempo de descuento. Todo el periodismo camastrón salió a recoger los pedazos, y la posteridad recogió en letras de oro dos explicaciones del comportamiento del portero: dos hechos tremendos tenían encogido a Casillas. Uno, la muerte de un niño polaco conocido suyo, cosa de la cual no se había enterado (lo que refuerza el carácter milagrero del casillerío). Y el otro, el robo de una talla de la Virgen de Navalacruz, su pueblo de veraneos.
Casillas (y Guti, otro ídolo del piperío andante) le dice a Ancelotti con qué portero debe jugar en Wembley, mientras el periodismo matalón exige la renovación automática de “las leyendas blancas”, entre las cuales, por cierto, nunca incluirán a Vinicius, que podría recibir el Balón de Oro (¡atentos Joaquín Sánchez y Eric García!) y hacerse con él un diente a lo Mike Tyson. Lástima que “France Football” haya rechazado finalmente la petición de Lewandowski para que, con arreglo a alguna Ley de Memoria Democrática de ésas que sólo produce España, se le concediera el Balón de Oro correspondiente al Año de la Pandemia, declarado vacante. Lewandowski es hoy la estrella del Barcelona (al menos la mejor pagada), lo cual le da derecho a esa reclamación, que justifica, además, sus enigmáticas palabras al caer eliminado de la Copa del Rey: “Ahora estoy seguro de que este año ganaremos algo”.
Está por ver quién de los dos, Vinicius o Courtois, suscita mayor animadversión en el Antimadridismo, circunstancia que los hace imprescindibles en la Final de Londres. Y quien quiera saber el resultado, que huya de los “telepollas” que pasan por expertos y se confíe a “Steph Furry”, el corgi que clavó los semifinalistas de esta Champions (cuando todos los expertos señalaban a Xavi y a Simeone) y que ya ha avanzado el resultado de Wembley, con un tres por dos para el Real Madrid. El corgi “Steph Furry” recoge el testigo oracular del famoso pulpo “Paul”, encargado de predecir los resultados de la selección de Alemania (“la Mannschaft”, en el Nuevo Periodismo, que también ha impuesto el adjetivo “brutal”, porque les suena a catalán) en la Eurocopa de 2008 y en el Mundial de 2010.
Al alemán del Dortmund Julian Reyrson le da lo mismo para la Final el PSG que el Real Madrid: “La misma mierda los dos”. Pero ver a Courtois en Wembley el 1 de junio del 24 es como ver a De Gaulle en la BBC el 18 de junio del 40.
[Sábado, 18 de Mayo]
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