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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

sábado, 18 de mayo de 2024

Tres toros auténticos / por Pla Ventura


"..Otro toro importante fue el de Ricardo Gallardo en las manos de Román que, por consiguiente, estuvo hecho un tío ante aquel torrente de fiereza y de bravura; son ese tipo de toros que te permiten triunfar o te mandan directamente a casa.."

Tres toros auténticos

Pla Ventura
Toros de Lidia/18 mayo, 2024
En lo que llevamos de la feria de Madrid, ya podemos cantar el triunfo apoteósico de tres toros, a priori, el balance parece pobre pero, tal y como está el panorama ganadero, el éxito es de clamor. Lo digo porque, como hemos podido ver con las figuras, se han paseado frente al toro comercial que, a lo sumo puede ofrecer embestidas nobles para disfrute del torero, caso de lo que le sucedió a un tal Rufo. Otra cosa muy distinta es que salga un toro encastado, bravo, fiero, incluso con ganas de comerse la muleta para que, un torero cabal se juegue la vida de verdad, algo que, como he dicho, ha sucedido en tres ocasiones que, por justicia, hay que resaltar.

Casi siempre, en las corridas de relumbrón, el resultado es siempre el mismo, encefalograma plano; o dicho en cristiano, más de lo mismo. Se podrá torear mejor o peor, pero, sin ese todo que todos anhelamos, desdichadamente, todo queda parodiado. El toreo auténtico es mucho más que lo que le han vendido a la gente por aquello del animalito moribundo, caso de ayer en Nimes en la reaparición de Ponce que, con los de Juan Pedro hizo un ridículo de época.

Pero centrémonos en lo que nos ocupa. En defender al toro en su grandeza si de bravura hablamos y, por encima de todo, en la gesta de unos hombres capaces de jugarse la vida y, en el envite, torear y triunfar, casi nada he dicho yo. Sería lo normal, pero, conforme está el toreo, lo contado es lo excepcional. 

Ayer, sin ir más lejos, vimos la épica inenarrable de Emilio de Justo, un gran torero donde los haya que, desde siempre, ha basado su carrera frente al toro auténtico, justamente, el que le ha dado esa grandeza de la que es dueño y señor. No culminó su obra, nada es más cierto, pero en Madrid quedó la sensación de una faena cumbre, la que hizo vibrar a los aficionados y que, sin duda alguna, tardarán mucho tiempo en olvidar. El toro que lidió, de La Quinta, pedía credenciales de torero, algo que De Justo mostró con denodado orgullo, de ahí aquellas cuatro series de naturales que, dudo mucho que se repitan en la feria y, por si faltaba algo, por si alguien lo dudada, el de Santa Coloma tenía casta para parar mil trenes, de ahí la tremenda cogida que el diestro sufrió de la que, milagrosamente salió ileso. Enhorabuena a Emilio de Justo por haber emocionado a propios y extraños; propios, los que asistieron en directo y, extraños, lo que estábamos al otro lado de la pantalla.

Otro toro importante fue el de Ricardo Gallardo en las manos de Román que, por consiguiente, estuvo hecho un tío ante aquel torrente de fiereza y de bravura; son ese tipo de toros que te permiten triunfar o te mandan directamente a casa como le ocurriera en su día a David Mora que, justamente, un toro de Fuente Ymbro y en Madrid le quitó el carnet de torero. No ha sido el caso de Román que, ha salido de Madrid auténticamente reforzado porque, la casta, además de hacer milagros, si el toreo es capaz, ya tiene visado para continuar.

Ante una infumable corrida de Baltasar Ibán, cosas del destino, salió un ejemplar llamado Bastonito, como el que lidiara César Rincón allá por los años noventa, toro del mismo nombre del que hoy comentamos y que, reforzó por completo la categoría auténtica de la que gozó Rincón como máxima figura del toreo. Este Bastonito lidiado en estos días por Francisco de Manuel en Las Ventas, cuyo diestro estuvo bien, no supo alcanzar toda la gloria que el toro le entregaba, razón por la que todo quedó en el vacío de la nada; y no fue culpa de la espada porque, insisto, ayer De Justo no logró matar como debiera pero, su faena grande ahí quedó; pues esa es la diferencia que, De Manuel, en el transcurso de la faena no supo encontrar la justa medida para, junto al toro, llevar a cabo esa faena grande que el toro le ofrecía. Una pena porque al chico le hacía mucha falta.

Lo dicho, tres toros auténticos, justamente de los que no lidian las figuras, son los que pusieron de acuerdo con toda la plaza por completo; ante estos tres ejemplares no hubo la menor discusión ni reproche alguno. Estaba clarísimo, los toros, por sí mismos, tenían argumentos para convencer al aficionado antes de que el torero se enfrentara a ellos. Luego, los que fueron capaces, tanto De Justo como Román, cada cual, a su estilo y manera, enardecieron al público de Madrid. Hasta el momento, en Las Ventas ha pasado como sucediera en Sevilla, el toro auténtico ha sido el ganador. Si quiere Juan Pedro que lo iguale.

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