Monumental de Sevilla (1919)
Fotografía de Serrano
VER O MIRAR
Fermín González se lamenta en este artículo de perdida de ojo crítico del público actual en las corridas de toros, algo que ha hecho variar el concepto de valoración de la lidia.
La mayoría de los públicos que hoy asisten a las plazas de toros, ven o miran la corrida con ojos inseguros, con esa ternura de niños que tienen los hombres. Algunas veces; la mayoría de estos espectadores la ven o la miran también con esa candidez infantil, con deslumbrada admiración.
Tal vez, a la reducción a la que se llegó en los últimos años, en cuanto a la casta, fiereza y poder del toro, y sobre todo la exquisita selección que se ha logrado en orden de nobleza, suavidad y franqueza de su embestida, ha hecho posible un toreo a distancia inverosímil, suprimiéndose del espectáculo el aspecto de lucha, dominio y poderío que la lidia del toro con codicia, genio, encastado, bronco y más difícil hacia resaltar.
Pues, bien tales factores han convertido al torero lidiador en artista; al maestro, en protagonista de bellos desplantes. A ello ha contribuido la formación de un publico nuevo, con marcado carácter delicado, sensible, muy correcto, sentimental incluso, exhibicionista, pero indudablemente de psicología y preparación distinta al que tradicionalmente venia asistiendo a los cosos taurinos, y contemplar a la emocionante oposición del bruto instinto del toro, a la inteligencia y oficio de un valiente, dando un curso de sabiduría torera y saber, en el arte de lidiar reses bravas. Pero este aficionado está en franca retirada, y va quedando este público, representante típico de una gran mayoría, en que todo está “requetebién”.
Únicamente se disgusta, cuando las cosas salen a gusto del aficionado curtido, cabal y entendido, que no exagera lo malo, pero no lo oculta, que ve la corrida con el cristal de crítico, y con añeja perspectiva histórica, y mientras este aplaude al toro que se arranca de largo, que aprieta en el caballo, que galopa en banderillas y se emplea codicioso en la muleta.
El ingenuo que solo mira, le disfrazan la realidad y, se acopla a esa muchedumbre, que aplaude con frenesí el adorno, las posturas, lo fingido, lo adulterado y el oropel, sin señalar y exigir, las suertes cruciales de la lidia, así como la integridad del toro. (“Claro que estos entusiastas, gustan mucho... A muchos”).
Fermín González cometarista de onda cero radio- Salamanca.
Fuente: Mitaurored.com
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