"...En este panorama toman parte esencial los ganaderos de moda, al colaborar en la fabricación o manipulación de toros a medida de los intocables. La autoridad mira a otro lado, los responsables ignoran o callan y los aficionados tragan carros y carretas, quizás debamos buscar soluciones jurídicas..."
Madrid, 4 de Octubre de 2011
Los matadores de toros de lujo y diseño se han unido en despliegue de energía iluminada para anunciar un compromiso admirable con la subcultura y una confusa promesa, “todos los toreros somos iguales a los ojos de los empresarios taurinos”. Después de poner en escena almuerzos, reuniones y palabrerías con los ministros antitaurinos reglamentados, han fracasado y decepcionado a la mayoría de sus compañeros de profesión pero han conseguido aumentar sus propias actuaciones. Con la careta de salvadores se presentan ante los medios de comunicación y los aficionados, como un único colectivo, pero solo coinciden en un aspecto concreto, “matadores de toros”.
El esperpento ha resultado. Han expuesto hábilmente su condición superior en todas las ferias y utilizado a los “parados” del grueso del pelotón para que, a mayor número, ser más fuertes y poderosos en sus exigencias. Los gregarios han pasado de artistas a carne de cañón. Para llegar a la zona media se juegan la vida, de verdad, ante toros imposibles. Hemos visto la perrería ganadera que hicieron con Fandiño y Mora para minimizarlos, en la feria de otoño. Bien, pues su sacrificio humano, que no artístico, les proporcionará menos aumento de honorarios que el precio del tendido en una plaza de tercera para ver a José Tomás.
Los modestos solamente obtendrán rentabilidad de su muerte diaria si se separan de esa nueva máquina demoníaca. Han cambiado las reglas del juego pero como dice el vetusto Julio Iglesias, “la vida sigue igual” o peor. En este panorama toman parte esencial los ganaderos de moda, al colaborar en la fabricación o manipulación de toros a medida de los intocables. La autoridad mira a otro lado, los responsables ignoran o callan y los aficionados tragan carros y carretas, quizás debamos buscar soluciones jurídicas.
En la feria torista de Valdemorillo de 1.992, Corrida celebrada el 14 de Febrero. El apoderado de tres matadores, José Luis Galloso, Pepe Luis Vázquez y Pepín Jiménez que lidiaban ese festejo, quedó sorprendido al ver el estado de los toros que se presentaron en el apartado. Juan Palma había ido a ver los astados en la ganadería y escogidos los seis. En los corrales no le parecían los mismos. Todos pasaron el reconocimiento veterinario. Juan sabía que por ese camino la fiesta estaba herida de muerte, el fraude espanta al público de la plaza. Aquella fechoría, una de tantas, resultó histórica.
El reglamento taurino actual deja una vía jurídica para denunciar ante los tribunales ordinarios los fraudes y las estafas en los toros. Juan Palma se horrorizó por la manipulación de las astas de los toros que se lidiaron en la plaza del pueblo serrano. A los seis días presentó una querella contra los presuntos manipuladores en aquella estafa, la primera que se admitía en un tribunal ordinario sobre un asunto de barbero. Fueron citados a declarar, el alcalde de Valdemorillo, Mariano Gamella; el concejal de festejos, Miguel Partida; el organizador taurino de la feria, Miguel Oropesa y a la ganadera propietaria de la ganadería de Bernardino Giménez a la que pertenecían los toros, Amparo Valdemoro.
No sabemos la sentencia que puso el juzgado de San Lorenzo del Escorial que se hizo cargo. Poco tenía que investigar a la vista de la documentación, el dossier de prensa y los testimonios de testigos presenciales en directo. También pudo perderse la denuncia en el frondoso y sinuoso bosque de los taurinos. Lo realmente calamitoso es que la estafa se produce siempre contra los intereses de los sufridos espectadores y que las autoridades taurinas y personajes responsables de proteger la pureza sean cómplices o incapaces.
Para valientes y hartos de que nos tomen el pelo cuatro o cinco mangutas:
Artículo 528 del Código Penal: …”Delito que se comete con engaño y adulteración de las cosas contratadas”.
Que Dios nos asista.
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