"...El Real Madrid necesita jugadores como éste. Felizmente casado con su novia de toda la vida, hogareño, preocupado única y exclusivamente por el fútbol, centrado en su profesión... y afortunadamente (para él) aislado del mundanal ruido..."
Vuelve Bale, llega un jinete libre y salvaje
Vuelve Bale, a quien el periodismo deportivo saluda cínicamente en su regreso a los terrenos de juego como si se tratara de un nuevo y mejorado Cañoncito Pum. Desde el punto de vista de alguien que, como yo, es un profundo admirador del fútbol de este chico desde que estaba en el Tottenham, y de un convencido de que acabará ganando el Balón de Oro, el único aspecto positivo de que el Real Madrid se encuentre descolgado en la Liga y a doce puntos del primero es que al menos esa distancia no pueda achacársele directamente al galés, en cuya basura siguen rebuscando los Tattaglia para tratar de involucrarle en el asesinato de JFK, la edad es lo de menos. Cuando, allá por el 20 de enero, Bale se lesionó "para tres semanas", que esa es otra, el Real Madrid se encontraba a 4 puntos del líder, que entonces era el Atleti, y a 2 del Barcelona; hoy está a 12 puntos del Barça, que encabeza la clasificación, y a 4 del Atleti, que es segundo. En mes y medio, 10 puntos. Pero sin Bale. Odegaard, por cierto, tampoco tiene nada que ver.
En el momento de la lesión, Bale se encontraba probablemente en su mejor momento como jugador del Real Madrid. Había recuperado la chispa perdida, encaraba, volvía a cortar las defensas rivales como un cuchillo la mantequilla, se asociaba a las mil maravillas con Cristiano y Benzema... Con el Zidane debutante vimos al mejor Bale, al Bale de la primera temporada, al Gareth Bale que protagonizó el gol más memorable de la historia de una final copera y que cerró La Décima con otro fantástico gol de cabeza. A eso, y no a otra cosa, fue a lo que se refirió con absoluta sinceridad Cristiano: si a Messi le quitaran a Neymar y a Suárez durante dos meses... cambiaría la película. Bale era una realidad cuando cayó lesionado a mediados del mes de enero, ahora vuelve a ser una incógnita: ¿Estará bien? ¿No lo estará?... Para competir por La Undécima, el Real Madrid necesita sin duda a tope a uno de los héroes de La Décima.
El Real Madrid necesita jugadores como éste. Felizmente casado con su novia de toda la vida, hogareño, preocupado única y exclusivamente por el fútbol, centrado en su profesión... y afortunadamente (para él) aislado del mundanal ruido. Mientras que a James, según dicen, le afecta el vuelo de una mosca, Bale pasa absolutamente de todo y nada le afecta salvo estar bien preparado para lo que necesite el entrenador. Es un jugador a la vieja usanza. A Bale se le disparó con bala desde que Levy dio el "sí" y uno de los obstáculos que le confeccionaron a medida fue su enfrentamiento con Cristiano Ronaldo, algo que, de ser cierto, habría venido muy bien al antimadridismo. Pero Bale es de Gales, el país de Llywelyn el Grande, George Everest, Lawrence de Arabia o Henry Stanley. Pocas bromitas con Gareth Bale. Bale no está para abracitos, besitos y palmaditas en el culete, eso lo deja para otros. Vuelve Bale, llega un jinete libre y salvaje.
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