Como al Real Madrid, a Cristiano Ronaldo también han pretendido dilapidarlo a base de odio. Y como el Real Madrid, Cristiano Ronaldo también ha empleado dicho odio como energía en su propio beneficio. Contra el Real Madrid utilizan al Barça, contra Cristiano emplean a Messi. El Barça, y más aún de un cuarto de siglo a esta parte, es el clavo ardiendo al que se agarra el antimadridismo; y digo que es un clavo que arde porque para un español que ama a su país resulta un tanto "peculiar" apostarlo todo a un club de fútbol que utiliza todas las armas a su alcance para hacer proselitismo antinacional.
Odien más al Madrid, por favor
Juan Manuel Rodríguez
La falta de respeto retroalimenta al Real Madrid. Ese milagro volvió a repetirse ayer en Múnich. El desprecio con el que un amplísimo sector del periodismo español trata históricamente al mejor club del siglo XX, que paradójicamente resulta ser español, no se destruye ni se desintegra sino que se transforma en energía para el club blanco. Cuanto más acorralado está, más peligroso se vuelve el Real Madrid. Cuantas más paletadas de tierra le echan encima, más insiste en resucitar y demostrar que sigue siendo el rey. Esa caractetística suya provoca primero envidia, más tarde temor y, por último, acaba convirtiéndose en odio destilado, puro odio de malta de 115 años. Y si hay un jugador de fútbol en la actual plantilla merengue que encarna todos esos temores, ese es indudablemente Cristiano Ronaldo.
Como al Real Madrid, a Cristiano Ronaldo también han pretendido dilapidarlo a base de odio. Y como el Real Madrid, Cristiano Ronaldo también ha empleado dicho odio como energía en su propio beneficio. Contra el Real Madrid utilizan al Barça, contra Cristiano emplean a Messi. El Barça, y más aún de un cuarto de siglo a esta parte, es el clavo ardiendo al que se agarra el antimadridismo; y digo que es un clavo que arde porque para un español que ama a su país resulta un tanto "peculiar" apostarlo todo a un club de fútbol que utiliza todas las armas a su alcance para hacer proselitismo antinacional. Pero es lo que hay. Nadie puede aguantarle la mirada durante todo el tiempo al Madrid, que ha paseado con orgullo la bandera de España por el mundo, salvo quizás el Barça, cuyos aficionados piden la independencia en todos los partidos celebrados en el Camp Nou y cuyos candidatos a la presidencia apostaron unánimemente por apoyar el proceso secesionista.
Y ayer el Real Madrid lo volvió a hacer. Y volvió a hacerlo Cristiano Ronaldo, su jugador franquicia. No sé cómo acabará la eliminatoria contra el Bayern, para eso habrá que esperar al próximo martes, pero el Madrid volvía a ser devorado en las columnas de opinión, editoriales y avances informativos por el potentísimo equipo alemán mientras que luego, en el campo, volvía a verse otra cosa muy distinta. El Real fue mejor que el Bayern, mucho mejor diría yo. Fue tan superior el Real al Bayern que, rebuscando, el único aspecto negativo que puede extraerse del partido del miércoles santo es que el equipo de Zidane no haya matado la eliminatoria en la ida. Ahora, y pensando ya en la vuelta, lo único que requiere el vigente campeón de Europa es un poquito más de odio, otro poquito más de desprecio y las habituales faltas de respeto que vuelvan a convertir al equipo blanco en lo que ha sido siempre, un equipo irreductible, invencible y campeón. Odien más al Madrid, por favor.
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