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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

viernes, 8 de septiembre de 2017

El agosto del ‘17 / por Carlos Bueno



Otro tipo de hueco dejó Dámaso González, el rey del temple, que falleció a los 68 años de edad tras padecer una voraz enfermedad. Dámaso fue figura del toreo, un espejo para sus compañeros, un eslabón imprescindible en la evolución de la tauromaquia, y todavía muchos nos preguntamos si fue mejor torero o persona


El agosto del ‘17

Por diferentes motivos, Ponce, Román, Morante, Manzanares, Dámaso González, Ferrera y Cayetano han sido algunos de los nombres propios del agosto que acaba de finalizar, sin olvidar el pertinaz acoso que algunos se empeñan en seguir afligiendo a la tauromaquia. Pero lo malo no es eso, sino el inmovilismo continuista que, también durante el mes más taurino del año, ha persistido en el sector.

A pesar de que en septiembre se suelen celebrar más festejos, agosto siempre ha sido considerado el mes taurino por excelencia. Desde el pueblecito más recóndito a la imponente Bilbao, en las tradicionales fiestas veraniegas de los pueblos y ciudades españolas prolifera el número de corridas que se organizan. Con ello aumentan los sucesos y las crónicas. Éxitos, percances y anécdotas acontecen al unísono muchas de las tardes del mes, y éste que acaba de finalizar no ha sido menos que agostos anteriores y las noticias han saltado a la palestra casi a diario.

Sin duda la rotundidad, la autoridad y la regularidad en el éxito de Enrique Ponce ha vuelto a ser noticia. Que un tío que lleva 28 temporadas de matador siga con la ambición intacta y manteniendo el tirón taquillero por las nubes es sorprendente. El maestro de Chiva ha vuelto a demostrar que puede con todo y en todas partes; con el toro de tercera y con el mastodonte del norte, con el “agradable” y con el de Samuel. Ponce ha firmado un puñado de faenas sublimes y ha indultado dos toros. Sin duda, un año más, su agosto ha sido un ejemplo para enmarcar.

En otra parte de la orilla Román ha hecho su agosto particular. El valenciano ha reivindicado que su nombre ha de estar entre las jóvenes promesas a tener en cuenta, y que no darle cabida y continuidad sería un grave error del sistema. Se lo ha ganado a pulso frente a astados de Victorino, Cebada, Cuadri, Fuente Ymbro, La Quinta, Pedraza, Miura o Dolores Aguirre, demostrando que torero es el que manda sobre embestidas exigentes, como dejó patente en Madrid y en Bilbao en su significativo verano agosteño.

Ha sido el mes del adiós de Morante, un extraordinario embajador del arte del toreo que hace tiempo que no ejerce. Tan peculiar genio no debe deambular por las plazas de toros. Morante no estaba en Morante y eso es pecado capital para él y para la tauromaquia. Es momento para la reflexión, para que el de La Puebla recapacite, coja ánimo y fuerzas, cambie de mentalidad y decida si quiere volver. No hay prisa. Siempre se necesitarán creadores como él y siempre será bienvenido si opta por regresar a los ruedos.

Agosto ha sido el mes del paro de Manzanares, aquejado de un peligrosísimo problema de columna que de no haber sido atendido a tiempo hubiese podido derivar en tetraplejia, y el de David de Miranda, a quien una cogida le provocó una lesión tan grave como la de Manzanares, la fractura de tres vértebras, sólo que su percance tuvo menor eco mediático.

Alguno de los inevitables infortunios que cada agosto suceden y las forzadas sustituciones de Morante y Manzanares dejaron hueco a varios jóvenes con proyección, y afortunadamente no defraudaron. Otro tipo de hueco dejó Dámaso González, el rey del temple, que falleció a los 68 años de edad tras padecer una voraz enfermedad. Dámaso fue figura del toreo, un espejo para sus compañeros, un eslabón imprescindible en la evolución de la tauromaquia, y todavía muchos nos preguntamos si fue mejor torero o persona.

Sin toros nos dejaron por cabezonería política en varios municipios, dos de ellos en mi tierra valenciana, Játiva y Villena. Sin toros pretenden dejarnos en las Islas Baleares y en agosto nadie movió un dedo, tampoco en Cataluña a pesar de que el Tribunal Constitucional dio la razón a los taurinos hace tiempo. Hubo alguien que propuso un festival a favor de las víctimas del atentado terrorista perpetrado en Barcelona también en agosto. Pues eso y nada es lo mismo.

Por otra parte, Ferrera y Cayetano sacaron la raza y las narices en Bilbao para exclamar que los toros nada tienen que ver con tintes políticos ni con nacionalidades. La tauromaquia es apolítica y universal, y por eso Ferrera se negó a poner banderillas que no llevaran los colores de la bandera de su tierra y Cayetano se empecinó en ponerlas. Toda una lección -la de ambos- de estar por encima de proclamas políticas y nacionalistas.

Así es que el agosto de 2017 llegó y pasó como tantos otros agostos de años anteriores: cargado de noticias de todo tipo. Lamentablemente las del inmovilismo del sector continúan. Más pronto de lo que esperamos llegará el agosto de 2018. Veremos cómo sigue todo.

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