Paloma Velarde se inspira con el mar al fondo
La historiadora que cambió las aulas por los pinceles debuta en la Feria de Zaragoza
Rosario Pérez
La belleza y el clasicismo se enseñorean en Zaragoza en un cartel de toros de manos de una mujer, Paloma Velarde. La historiadora que cambió las aulas por los pinceles ha debutado en la Feria del Pilar con una pintura del gusto de la afición. Un brindis de torería y fe, aunque su obra va más allá de los ruedos.
-Su pintura de la Feria del Pilar ha caído muy bien entre la afición. ¿Qué significa para usted ilustrar el cartel de la última gran feria de la temporada?
-Significa, sin duda, ver cumplido uno de mis sueños, el «universalizar», por decirlo de algún modo, mi pintura. Unos pocos me ven pintar en casa; algunos más, en una exposición; pero estar en el cartel de los festejos mayores de un puerto de primera como es la Feria del Pilar ya es otra historia. El mundo taurino e incluso el no taurino puede ver mi obra. Para mí es un honor y un privilegio.
-¿En qué se ha inspirado?
-Bueno, yo quería reunir los indiscutibles símbolos de Zaragoza, como son la Basílica y la Virgen del Pilar, con el toreo mismo. Creo son con los que cualquier zaragozano se identifica plenamente. Pero, al final, es un cartel de toros, y de ahí el poner en primer término, destacado por la luz, a un torero, un torero cualquiera, brindando a la afición de Zaragoza.
-En su obra van de la mano el toreo y la fe. Van Gogh decía que cuando sentía necesidad de religión, salía de noche para pintar las estrellas. ¿A qué hora se le aparecen a usted las musas? ¿El toreo es una religión?
-Empezando por la última pregunta, para mí el toreo es una inagotable fuente de inspiración. La religión nos acerca a lo divino; el toreo me acerca a la creación. Sí es cierto que, en ocasiones, pintando me siento como en el cielo. Respecto de las musas, como las mías son toreras, igual las encuentro cualquier tarde de toros, en el tendido; ojeando un libro de una buena fotografía taurina, o viendo al toro en el campo. Ahora, para que cunda el tiempo, no hay nada como pintar por la noche. Esas son, sin duda, las horas de mayor rendimiento.
-¿Qué le llevó a dejar las aulas para dedicarse a los pinceles?
-No es sólo una causa, sino muchas; pero lo cierto es que no soy persona de bandazos, y esta decisión la he tomado en firme, con todas sus consecuencias. Ahora disfruto plenamente con lo que hago, y espero conseguir hacer disfrutar a los demás con mi obra.
«"El Aquelarre" de Goya es la alegoría más perfecta al dramático momento presente de España»
-Como historiadora, ¿qué le atrae del mundo del toro?
-La realidad es que fui historiadora porque amaba la Historia de España, y quería adentrarme en una de sus épocas más espléndidas, como fue la Edad Moderna, para descubrir de primera mano, por los magníficos archivos que tanto atesoran, que su grandeza era aún mayor. Me encontré con personajes prácticamente desconocidos, que darían para hacer varias películas, pues sus vidas fueron auténticas epopeyas. Por eso mismo me fascina el mundo del toro. Los toreros no son gente corriente. En este mundo hedonista y de vida regalada, es un auténtico milagro que surjan chavales dispuestos a morir, por crear arte. Y es que el toreo es un milagro en estos tiempos.
-¿Su escuela en la pintura?
-Pues ninguna. No estudié Bellas Artes, y cogí un pincel por primera vez en otoño de 2017. Esa es la verdad. El dibujo lo había practicado siempre, toda mi vida; tuve un tío abuelo materno, Ángel Pita de la Vega, que estudió Bellas Artes y dibujaba maravillosamente, y al que no pude conocer porque lo mataron en 1937, muy joven, en la cárcel de Porlier, en Madrid. Tal vez la vena me venga de él. Pero el óleo ha sido todo un descubrimiento para mí, y ese es mi pequeño homenaje a mi tío artista.
«El toreo tiene tal fuerza que son muchos más los
que están de su parte que los enemigos»
-Si tuviese que definir con un cuadro la situación política actual, ¿cuál elegiría?
-«El Aquelarre» de Goya. Me parece la alegoría más perfecta al dramático momento presente de España. La transmutación de los personajes del cuadro a estos tiempos la dejo a libre interpretación. Yo la tengo muy clara.
-En tiempos de animalismo feroz y en los que el toreo está mal visto por muchos, ¿le compensa adentrarse en este planeta?
-No se trata de si compensa o no. Es una cuestión de principios. La Fiesta ha de defenderse, sin complejos, por todos los que la amamos, aportando cada cual lo que pueda. Unos lo hacen en el ruedo; otros, criando al animal más hermoso del mundo; otros, llenando las plazas; otros, gestionando ferias; y otros, escribiendo sobre lo que ven; y así cada cual. Yo lo hago pintando. El toreo tiene tal fuerza que son muchos más los que están de su parte que los enemigos. Lo que no podemos es callarnos ni encogernos. ¿Que se me cierran por ello unas puertas? Pues sí, ya se me han cerrado varias; pero otras se me han abierto. Yo no voy a cambiar mi rumbo.
«El que no sienta un escalofrío al asomarse por un vomitorio
de Las Ventas no tiene sangre en las venas»
-¿Existe algún museo con más arte que una plaza de toros en plena faena?
-Pues eso depende. Depende del museo y de la faena y la plaza que sean. No sé si con más arte; pero con más verdad, ninguno. Ahora, desde luego, el que no sienta un escalofrío al asomarse por un vomitorio de Las Ventas, en un día de sol, con los tendidos abarrotados, a ese ruedo luminoso, bajo ese cielo azul, aún sin haber faena alguna en él, es que no tiene sangre en las venas. Eso sólo es una maravilla visual. Si luego vemos el Toreo, con mayúscula, entonces ya es la misma Gloria.
-Según su visión, ¿todo lo que se ve en el ruedo es arte?
-No, a veces ni siquiera es agradable. A veces es duro, a veces es feo. Hay arte cuando lo que se le hace al toro, se hace bien, con amor por lo bien hecho. Puede haber arte en un puyazo, en un quite, en un par de banderillas, en un brindis, en un paseíllo, en una vuelta al ruedo, y por supuesto, en una faena de muleta o una estocada. Pero hacer arte no es tan fácil.
-Tal y como se observa en su página web, usted es una gran retratista. ¿Hay mejor biografía que un buen retrato?
-Más que biografía, yo diría que un buen retrato desnuda el alma del retratado. Y los toreros viven momentos tan intensos, que eso se refleja en su rostro, en su mirada, en sus rictus. Plasmar eso es como un reto para mí.
«¿Un cartel soñado? Joselito el Gallo, Enrique Ponce y Emilio de Justo, con toros de Samuel Flores, Victorino y Fuente Ymbro»
-¿Por la fisonomía se puede vislumbrar el concepto de un torero?
-Pues, en parte, sí. Hay toreros con gesto crispado que realizan el toreo crispado, y toreros de semblante tranquilo que suelen torear despacio, sin descomponerse. Toreros risueños que tienen un toreo alegre y atrevido; y toreros serios, un punto taciturnos, de toreo sin alharacas, más profundo.
-¿Se puede pintar la bravura?
-Sí, es un concepto abstracto; pero creo que pintar el señorío de un toro en el campo destila bravura; y pintar una embestida humillada y entregada, también. Incluso la mirada de un toro te habla de la casta brava que lleve.
-Su cartel o feria soñados para pintar...
-No sé si para pintar; pero para verlo, si se pudiera, en este momento, lo tengo muy claro: Joselito el Gallo, Enrique Ponce y Emilio de Justo, con toros de Samuel Flores, Victorino y Fuente Ymbro. Pintaría un quite de Gallito, un doblón de Ponce y una estocada de Emilio de Justo. Soñar es gratis.
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