Seguramente el armario moral del que salió el cobarde Marlaska debe tener un desorden de dignidad no exento de conflicto mental, pues no se entiende que el otrora delicado defensor de la plena democracia se haya pasado al bando de los forajidos, sumando a la confusión personal el rastro de la vergüenza, singular y estrafalaria, de su destacada condición como miembro, por otra parte sabido a estas alturas, de un desgobierno criminal.
Fernando Grande Marlaska es ínfimo, proporcionalmente reducido en la honra cuanto más ha demostrado carecer de ética en perjuicio de los propios postulados de la Ley que se ha pasado por el forro de su cobardía, como cuando imputó a un ertzaina por disparar al aire para defenderse de una numerosa agresión abertzale.
De ahí el recelo contra Sánchez Corbí primero y De los Cobos después que con la cabeza bien alta recurrió ante la Justicia su revanchista cese por pérdida de confianza, cuando en realidad cumplía con impecable discreción su cometido de investigar el 8M de la impresentable Irene Montero.
El Ministerio del Interior ha recurrido lo que a todas luces es irrevocable decisión, con un argumento jurídico que revienta la autosuficiencia del impostado Marlaska dejando en evidencia su condición gregaria, siendo la sexual la menos importante y más respetable.
Con razón una madre podía sentirse defraudada sabiendo lo que era en realidad su hijo. Y no hay que hacerle ascos al sufrimiento maternal tildando de homófoba a quien sus razones tendría para juzgar lo que aborreció en su momento. ¿Quién mejor que quien intentó educar a Marlaska puede conocerlo en sus más bajos instintos de rencor enfermo, tal y como ahora le conoce España y el criterio de los tribunales?
Las andanzas de Marlaska pueden acabar en el banquillo asumiendo el coronel De los Cobos el cívico y militar deber de frenar la carrera gregaria de un despendolado radical, enfermo de despotismo, por el bien de España. Así ponga orden en el armario de la conciencia quien debería ser cesado ya, aunque a estas alturas esa conciencia esté muy desviada o definitivamente extraviada.
*Ignacio Fernández Candela
Ensayista, novelista y poeta con quince libros publicados y cuatro más en ciernes. Crítico literario y pintor artístico de carácter profesional entre otras actividades. Ecléctico pero centrado. Prolífico columnista con miles de aportaciones en el campo sociopolítico..
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