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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

jueves, 22 de septiembre de 2022

Bailaré sobre tu tumba / por Antonio Valderrama

EL ASUNTO DE VINICIUS Y SUS BAILES HAN PUESTO A ESPAÑA FRENTE AL ESPEJO DEL MUNDO. UNA REACCIÓN GLOBAL DE SOLIDARIDAD CON EL BRASILEÑO SEPULTÓ DE PRONTO EL MUGIDO RENCOROSO QUE SE HABÍA ALZADO CONTRA VINI CON LA PRETENSIÓN DE SILENCIARLO, DE ACALLARLO, DE DOMESTICARLO.

Bailaré sobre tu tumba

Antonio Valderrama
La Galerna/20 septiembre, 2022
Y Vini bailó. Danzó sobre la ciénaga, bailó sobre el filo de las hachas, que le buscaron todo el tiempo la tibia y el peroné. Vini puso a bailar a todo el cementerio, como Michael Jackson en el videoclip de Thriller: enterró a la famélica legión de los frustrados, que es la gente más ruidosa de España. Digo bien lo de cementerio porque el estadio Metropolitano es un lugar donde no puede florecer la alegría. Por eso querían arrancar a Vini, como arrancarían cualquier milagro de color blanco que osara cegarlos aunque fuera por un instante. Es como si fuera gente nacida con la lamentable imposibilidad de amar: sus amores son reactivos, aman odiando, se cuentan a sí mismos a la contra. Debe ser muy pesado. Sobre todo debe ser muy triste. Lo que ha ocurrido con Vinicius a lo largo de esta semana pasaría a los anales de la infamia periodística y social si en España esos anales no fueran ya más extensos que la Crónica del reinado de Ramsés II. En un programa de televisión, por rellenar horas de absurdo contenido, se le puso una diana y a partir de ahí empezó a burbujear esa charca mefítica que es la opinión publicada en torno al Atlético de Madrid. Los miasmas infectaron todo el aire y aunque Carletto dijo que no, sí que terminaron afectando a Vinicius, quien no obstante en su peor partido de la temporada, descentrado por la cacofonía del Metropolitano, fue decisivo en un gol y provocó siempre peligro. Lo que ha quedado claro, por encima de toda la espuma, es que el chaval es ya el heredero absoluto de Cristiano Ronaldo: el antimadridismo ha terminado de ungirlo con sus coprolíticos santos óleos.

Vinícius e Íñigo Martínez

Vini cayó sobre el antiguo Wanda como un paracaidista al que sueltan desde un avión. El Wanda, cuando lo ves desde la carretera, tiene forma de cazuela, de perol extraño. Está erigido sobre la inmensa escombrera sedimentada que rodea Madrid y uno puede ver las ondulaciones irregulares que forma el terreno por esa parte de la capital, unas afueras cuyos montículos han crecido conforme iban siendo amontonadas toneladas de restos salidos de las entrañas de la tierra a medida que crecía urbanísticamente la ciudad. La sensación es un poco lunar, pero sin el romanticismo de lugares como el Mont Ventoux. Todo evoca la decrepitud suburbana del arrabal perdido de la mano de Dios. Allí, el domingo por la noche, era como si todo estuviera listo para cocinar a Vinicius. La caldera la habían ido alimentando toda la semana. Cada chef echó en ella un ingrediente, cada uno el suyo, cada uno según su jaez y su estilo personal. Simeone y Koke, por ejemplo, añadieron ambigüedad, amenazas veladas y victimismo solapado. Todo contribuyó. Pero Vinicius es un toro de casta. Como tal, se creció con el castigo y ayudó a canalizar hacia él el exceso de testosterona de los rivales, como hacía Cristiano en su día. A picar al equipo de Simeone, vamos, como si fuera el tercio de varas de una corrida. Eso liberó al resto del equipo pero sobre todo fue el engaño con el que el Madrid de Ancelotti toreó al Atlético, llevándolo a su terreno desde el principio.

TODA LA ESPAÑA AMARGADA Y MOJIGATA SE HA PASADO UNA SEMANA PIDIENDO A VINI “MODERACIÓN”. LA ESPAÑA VINAGRE FUE LA PRIMERA QUE TORCIÓ EL GESTO CUANDO VINICIUS LLEGÓ AQUÍ

Toda la España amargada y mojigata se ha pasado una semana pidiendo a Vini “moderación”. La España vinagre fue la primera que torció el gesto cuando Vinicius llegó aquí. El Madrid no lo sabía pero acababa de fichar a Cristiano Ronaldo justo después de que Cristiano Ronaldo se fuera. En su debut con el Castilla un canterano del Atlético de Madrid (cómo no) le pegó un bocado en la nuca tras derribarlo como a una vaquilla del Grand Prix. Hubo muchos que aplaudieron. En eso Vini ha tenido desde siempre la cualidad bendita de hacer que los tontos se señalen. La semana giró en torno al “debate” idiota del ya consabido sí pero no: Vini puede celebrar como le dé la gana, faltaría más, pero. Siempre el pero, la adversativa más reveladora que ha creado el lenguaje humano. A Vinicius se le pide “que se centre” y que “se deje de tonterías” pues por lo visto al fútbol hay que jugar con sotana. Hemos asistido al último grado de moralización del deporte, lección impartida precisamente por los sultanes de la amoralidad que pululan en torno al juego más famoso del mundo. Pero no es una historia nueva. Pasó lo mismo con Ronaldo.

VINI HA TENIDO DESDE SIEMPRE LA CUALIDAD BENDITA DE HACER QUE LOS TONTOS SE SEÑALEN. A VINICIUS SE LE PIDE “QUE SE CENTRE” Y QUE “SE DEJE DE TONTERÍAS” PUES POR LO VISTO AL FÚTBOL HAY QUE JUGAR CON SOTANA

El asunto de Vinicius y sus bailes han puesto a España frente al espejo del mundo. Una reacción global de solidaridad con el brasileño sepultó de pronto el mugido rencoroso que se había alzado contra Vini con la pretensión de silenciarlo, de acallarlo, de domesticarlo. En el fondo es eso, lo que ha sido siempre: que el Madrid tenga que pedir permiso para todo, que el Madrid tenga que explicarse a cada paso, que no pueda hacer nada y mucho menos expresarse desacomplejadamente. Es decir, expresar su superioridad desacomplejadamente. No era sólo por Vinicius pero Vinicius es el estandarte de un campeón de Europa que disfruta del puñado de muchachos más prometedores, brillantes y ganadores que hay ahora mismo en el panorama internacional. Vinicius, Valverde, Rodrygo, Camavinga, Tchouaméni, son la alegría y el descaro del mejor, la superioridad efébica y olímpica que esa España de cerrado y sacristía no puede tolerar. ¡Y menos en el de siempre, en el Madrid! Al otro lado de esa raya, más allá de ese país feliz donde los niños sueñan con las gambetas de Vinicius, con los goles de Rodrygo y con las galopadas de dibujitos animados de Valverde, sólo está el Cholo haciendo aspavientos como un perturbado, junto a la banda, agitando los brazos ante miles de tipos de rojiblanco cuya única reacción es chillar desaforadamente e insultar. Ante la evidencia del desaire acude la brigada oficial de los equidistantes al rescate del equipo del pueblo, aunque el equipo del pueblo de verdad es el Madrid, cuyo corazón late en cada palmo de tierra del territorio nacional. Y el jugador del pueblo es Vinicius, que corre, salta y quiebra cinturas de contrarios como sólo los demás, los que nos levantamos los lunes por la mañana muy temprano, podemos únicamente soñar. El affaire Vinicius ha puesto a España y a su prensa deportiva cobarde y mediocre, intelectualmente zafia y más plana que la tabla de una mesa, ante un espejo. La realidad, a veces, es demasiado dura para soportarla. También por eso se inventó el Real Madrid.

Vinícius en el Metropolitano frente al Atleti

Vini no podía bailar porque ofendía a Koke y a la ilustre afición del Atlético de Madrid, por lo visto. Qué apoteosis de la tristeza, Virgen Santa. Lo peor es la certeza de que si esto le hubiera pasado a algún jugador inglés de la Premier los mismos que disimulaban malamente su odio visceral hacia lo madridista (que es lo que está en el fondo de todo el asunto) buscando excusas tan viles como ridículas habrían sido los primeros en perder el culo por subirse a la ola global de rechazo “al racismo”. Pero no hay racismo si el negro insultado juega en el Madrid, ya lo comprobamos hace diez años con Marcelo. Entonces Busquets le llamó mono a la cara y como era un chico bueno de la Selección que había ganado el Mundial (y como todos aquellos chicos buenos eran santísimos querubines, sobre todo “los catalanes”) pues pelillos a la mar y si te he visto no me acuerdo. España, además, es un país empeñado en querer hacer de los tigres, gatos domésticos. También es un país donde muchos mentirosos tienen un micrófono delante para esparcir sus mentiras. El Atlético goza de la suerte de contar con un número no menor de mentirosos con micrófono y cuenta en Twitter encargados de blindar tanto a la institución como al equipo. La única “exigencia” aplicable a ambos es un supuesto (y telúrico) compromiso pasional de estos para con una afición que el estamento mediático no cesa de calificar como grandiosa y resulta raro pues las pruebas de cómo la familia Gil les birló la propiedad del club están a la vista de todo el mundo desde hace bastante tiempo y sin embargo el hincha atlético, en la opinión publicada, sólo es un ser que siente mucho. Y que sufre. Un mártir al que mantienen por toda la eternidad en un limbo de niñez, al que no se le presupone inteligencia ni espíritu crítico, cuya naturaleza es “animar” y, como digo, “sufrir”.

EL ASUNTO DE VINICIUS Y SUS BAILES HAN PUESTO A ESPAÑA FRENTE AL ESPEJO DEL MUNDO. UNA REACCIÓN GLOBAL DE SOLIDARIDAD CON EL BRASILEÑO SEPULTÓ DE PRONTO EL MUGIDO RENCOROSO QUE SE HABÍA ALZADO CONTRA VINI CON LA PRETENSIÓN DE SILENCIARLO, DE ACALLARLO, DE DOMESTICARLO

Todo este martirologio y toda esta sacralización machirula de “los valores” es la esencia de lo que actualmente se conoce como Atlético de Madrid y en realidad vale menos que el peor de los regates que pueda hacer Vinicius. En eso consiste todo y ahí radica la abismal diferencia entre el Madrid y todos los demás, pero especialmente entre el Madrid y su vecino de La Peineta. Son dos formas de vida distintas, dos estadios diferentes de la evolución de las especies. Conceptualmente hablando el entendimiento es imposible pero el Madrid, como entidad, suele estar lento de reflejos cuando se trata de poner por delante sin ninguna duda y con la firmeza de un bloque de mármol lo suyo. Y lo suyo es Vinicius, síntesis de cómo ha caminado siempre el Madrid por el mundo: con la cabeza alta, con el talento y la alegría como bandera que no empaña y con ese punto de chulería y seguridad en sí mismo que sólo da la conciencia casi siempre delirante y suicida del elegido, del iluminado. Eso se tiene o no se tiene y si se tiene uno camina por encima del agua del mar. Esto por supuesto resulta intolerable en un país mezquino que lleva más de cien años acostumbrado a mirar hacia abajo, con la vista gacha, habituado ya a trotar como los bueyes. Miguel Hernández, el pobre, escribió un poema maravilloso que ya en España sólo aplica al Madrid, que es el animal varón que toda la Creación agranda. El resto, especialmente la cabaña del Civitas Metropolitano, medran como bueyes en los páramos de España.
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3 comentarios:

  1. Ya contestaré -en tiempo y forma debidos- al ínclito y forofo personaje que firma semejante panfleto.
    Pero, aunque no tenga tiempo suficiente ahora para rebatir al tal Antonio Valderrama -lástima que tan ilustre apellido haya caído en tan farragosas manos-. solo puedo decirle que la ciénaga a la que se refiere el pseudoperiodista de ese ejército de analfabetos que escriben al dictado del "Ser Superior", debe de estar cerca de su casa o bien dentro de ella, porque el flamante estadio Metropolitano -premiado repetidas veces en distintos concursos internacionales por su vanguardista arquitectura-,no es precisamente una ciénaga.
    Siga usted alimentando el odio entre aficiones, en una página que yo creía -amén de estar dedicada exprofeso al tema taurino-, ser respetuosa y no denigrante y difamatoria contra los "los herejes" que no comulgan con el catecismo madridista.

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  2. Joder con el artículo de Valderrama. Tiene más páginas que El Quijote pero con más veneno.
    Es demasiado parcial y vanidoso.
    Yo no soy del Atlético, soy del Betis, pero este señor por defender una idea, a un futbolista y a un equipo, hiere a todos los demás equipos y seres de este mundo futbolistico.
    Seguro que no pensaría lo mismo si ese gran futbolista del que habla jugase en el Barcelona, Sevilla o Valencia. En ese caso le sacaría los defectos al mismo tiempo que las virtudes, para disimular.
    Y escribiendo y sintiendo como siente, en su fuero interno, lo odiaría.
    Por supuesto, no estoy de acuerdo con los gritos racistas en los campos, ni con los "engaños". Eso se tiene que erradicar en el fútbol, en la calle, en la política y hasta en el Portal de Belén (para algunos) que seguro que le buscarían la punta al buey y al Rey Baltazar.
    A este señor se le olvidan los gritos con que animaban a mi amigo Benito (q.e.p.d.) años ha : "Benito saca el hacha", gritos que en esa época todos lo tomábamos como una "gracia".

    En definitiva, no me gusta el escrito de este Señor. No me gustan los gritos racistas. No me gusta la violencia. No me gusta el odio... ni los "disimulos" que equivocan, provocan y engañán al personal. Solo me gusta el arte de ese muchacho y de los demás muchachos que juegan por esos mundos de Dios.
    No solo en sú equipo.
    Esa es la diferencia.

    (La verdad que me ha molestado el escrito.
    Hay que pensar en los demás Sr. Valderrama.
    El cante suyo no me gusta. Aprenda de el Valderrama bueno)

    Manuel Herrero Presa

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  3. Perfecto Don Manuel, y Aúpa Atleti, y viva ”Er Betis manque pierda". Un fuerte abrazo

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