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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

miércoles, 1 de mayo de 2024

Vinícius enfoca a Wembley /por Andrés Torres



VINÍCIUS ASUMIÓ LA RESPONSABILIDAD PARA EMPATAR EL PARTIDO A FALTA DE SIETE MINUTOS Y LLEVAR LA ELIMINATORIA INDEMNE AL SANTIAGO BERNABÉU. QUÉ MEJOR LUGAR PARA CELEBRAR QUE LUCHAREMOS POR LA DECIMOQUINTA COPA DE EUROPA

Vinícius enfoca a Wembley

Regresar a Munich a finales de abril siempre es halagüeño en Europa. Que se lo digan a otros. Aquí estaba el Madrid, de nuevo fuera de casa, esperando no sufrir sofocos recientes.

Cómo son las cosas.

Cuarenta y cuatro segundos tardó el Bayern en dar el primer susto en la meta de Lunin, bien desbaratado por mi tocayo. Eran las primeras chispitas de los célebres árboles de Rummenigge, recordando aquellas botellas de vino que descorchaba junto a Pep en tantas bávaras noches. A su lado, siempre tan locuaz, se sentaba Uli Hoeness, clon de Steve Ballmer, aquel CEO sudoríparo de Microsoft, dicho sea de paso.

18 minutos duró la tortura. La lluvia que no cesa. Gotascaen, como se dice en alemán. Tchouaméni, empapado; el Madrid, acogotado, mientras Goretzka, con ese apellido de Gaintxurizketa y figura de forzudo de circo, repartía sus credenciales a cualquier merengue a tiro. El Bayern empujaba, el Fussball Arena rugía, el Madrid resistía como aquella vez en Manchester, ¿recuerdan? Ríase usted del Manual de Resistencia del que ustedes ya saben. El caso es que los de Carletto aguantaron el chaparrón. Pronto acabaría en sirimiri.

El tiempo que tardó Toni en tomar el control del partido. Cuando peor lo pasaba su equipo, aportó pausa, sosiego, socorro. Y algo más. Transcurrían 23 minutos cuando Herr Kroos divisó lo que sólo él divisa y dibujó desde la medular un pase que atravesó todo el centro del campo del Bayern, un pase que era una autopista hacia el cielo muniqués. Allí aparecería Vinícius, en solitario, para, a sólo un toque —no necesitó más, cortesía de Toni— ejecutar a Neuer y poner el 0-1 en las semifinales de la Champions.

Una ocasión, un gol, máxima eficacia, homenaje a nuestros germanos anfitriones.

El Bayern reaccionó con gallardía, pero sin el empuje de antaño. Y entre algún pequeño resoplido provocado por aturullada jugada alemana en el área llegamos al descanso. De los vestuarios no volvería Goretzka para alivio de toda espinilla merengue. Guerreiro, más profundo, primer cambio de Tuchel. Pretendía el Bayern nuevos bríos, pero Herr Kroos seguía al mando pudiendo incluso coronar su magisterio con un disparo enroscado que desbarató Neuer a mano cambiada. Sin embargo, para jolgorio de su parroquia y por soprensa, Sané empataba el partido a los 55 minutos tras un fulgurante caracoleo —donde dejó atrás a Mendy, por increíble que parezca— y un latigazo seco y duro al palo corto de Lunin.

No acabaron ahí las desgracias.

Así es Munich y así de inhóspitas son las grandes cumbres europeas. Apenas un momento después, Lucas cometía un inocente penalti sobre Musiala que Harry Kane, especialista, ejecutó sin florituras ni milagros ucranios. 2-1 y media hora para el final. Camavinga, game changer, calentaba en la banda. Entraría por Nacho a los 64´ para desplazar a Tchouaméni al eje de la zaga. Embocado y sorprendido, el Madrid se mostraba perdido. Desde el banquillo, Carletto reclamaba una reacción mientras Lunin atrapaba con solidez y por dos veces un prominente testarazo desde las alturas de Dier a sendas salida de un córner.

Así las cosas, un revulsivo, Brahim, y un veterano curtido en mil batallas, Modric, se preparaban para alistarse a la batalla de München. Lo harían en lugar de un alicaído Bellingham e incomprensiblemente Toni Kroos a falta de poco más de un cuarto de hora para equilibrar las semifinales.

Ante la fervorosa actitud de ambos contendientes, el resultado momentáneo prometía quedarse corto. Tanto fue así que una delicatessen de Vinícius dentro del área muniquesa provocó un sonoro penalty sobre Rodrygo cometido por un chino glandullón que juega en el Bayern. Vinícius asumió la responsabilidad para empatar el partido a falta de siete minutos y llevar la eliminatoria indemne al Santiago Bernabéu.


Qué mejor lugar para celebrar que lucharemos por la decimoquinta Copa de Europa.

Hala Madrid.

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