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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

lunes, 10 de diciembre de 2018

La ignorancia es muy atrevida / por Rafael Comino Delgado



Puedo asegurar y aseguro que Dª Teresa Ribera de Tauromaquia, lo que significa, su porqué, cual es su esencia,  no sabe una palabra, absolutamente nada, pero se permite, sin más, decir que  quiere prohibir los Toros (parece demasiado  osado e insensato), y de Caza sabe menos que de Toros. 

La ignorancia es muy atrevida

Rafael Comino Delgado
Catedrático de la Universidad de Cádiz
La ministra de Ecología, Dª Teresa Ribera, ha manifestado su deseo de prohibir los  Toros y la Caza. Los Toros, como espectáculo artístico, existe en España, Francia, Portugal Méjico y varios países hispanoamericanos más, y la Caza existe en todo el mundo.

Prohibir algo que viene practicándose desde hace siglos, como los Toros, o la Caza que se practica desde que el hombre  está sobre la Tierra, merece, al menos, una reflexión previa en profundidad; no se puede hacer tan a la ligera como quiere la ministra. Y dicha reflexión exige conocer  bien el tema que  estamos tratando. Puedo asegurar y aseguro que Dª Teresa Ribera de Tauromaquia, lo que significa, su porqué, cual es su esencia,  no sabe una palabra, absolutamente nada, pero se permite, sin más, decir que  quiere prohibir los Toros (parece demasiado  osado e insensato), y de Caza sabe menos que de Toros.  Y lo digo porque  a  nadie que conozca bien ambas actividades, sepa lo que  significan, lo que suponen para la humanidad  y para los animales afectados, es decir los toros  de lidia y todos los animales que se cazan en el mundo (perdices, conejos, liebres, ciervos, gamos, jabalíes,  etc.), jamás se le ocurriría decir tamaño disparate, salvo que se le hubiese trastornado seriamente la cabeza,  y ello por lo siguiente:

a) En primer lugar, debemos   saber que si cada uno fuésemos a prohibir aquello que no nos gusta, rápidamente se rompería  la baraja y acabaríamos  prohibiéndonos unos  a otros. Las consecuencias  de ello ya se las imaginan. Solo pensarlas da pánico.

b) Si se prohíbe la Fiesta de los Toros, indirectamente se está prohibiendo la existencia de los toros de lidia, puesto que es  una  raza solo útil y rentable para ser lidiados. En todo caso quedaría alguno en un zoológico. Los toros no tienen la capacidad de opinar, pero si se les pudiese preguntar  si prefieren vivir cuatro años, a cuerpo de rey en la dehesa, y luego morir luchando, algo para  lo que están especialmente bien dotados, durante 20 minutos,  o no existir seguramente no le darían la razón a la Sra.  Ribera. No vamos a tener en cuenta que alrededor del mundo del Toreo viven,  nada más que en España, por lo menos  unas 300.000 familias, que quedarían  sin empleo. Nos preguntamos, si las  entendederas de la Sra. ministra han tenido en cuenta  estas consecuencias. 

c) Si  se prohíbe la Caza, ¿cómo se contralarían todas las especies que  se cazan, y el daño, que al no estar controladas   se causarían entre sí (aparición de enfermedades, falta de alimentos para todos), a otras especies  y en las cosechas que sirven para alimentar a la humanidad? Las consecuencias serian incalculables, y ello sin tener en cuenta los muchos millones de personas que viven en el mundo  de la industria de la caza,  que quedarían desprotegidas.

d) Suponemos que si desea prohibir la Caza también querrá  prohibir la Pesca (salvo  que sea demasiado aficionada  a  gambas, cigalas, etc.), que en el mundo da de comer a muchísimos millones de personas,   que habrían  de  alimentarse de otra forma, pero ¿de cuál,  Sra. ministra?
En definitiva que si tenemos en cuenta las consecuencias del  deseo de la Sra. ministra nos damos cuenta, y para ello no  hace falta ser un genio, que serian catastróficas para la humanidad y también para los animales a los que quiere proteger, aunque eso sí, el deseo de Dª Teresa, que es lo importante,  quedaría satisfecho. 

Hay  personas que  quieren mucho a los animales irracionales (no opinan y nos hacen  sentir superiores) porque tienen serias dificultades para querer a los de su propia especie, y por otra parte,  ¡realmente la ignorancia es muy, pero que muy, atrevida!

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