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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

martes, 4 de diciembre de 2018

Modric y la cochina envidia cochina / por Juan Manuel Rodríguez



Hoy decía Simeone que todos sabemos lo que hay, y en eso sí estoy de acuerdo, lo que hay, querido Cholo, es que unos son protagonistas de la historia, en este caso de la historia del fútbol, y otros, como tú o como yo, quedamos relegados a un segundo plano, el de contar cómo otros protagonizan la historia.

Modric y la cochina envidia cochina

El histerismo provocado por la concesión del Balón de Oro a quien antes ganó todos los premios individuales del año, incluídos el otro Balón de Oro, el del Mundial de Rusia, y el premio The Best, que eligen seleccionadores, capitanes de selecciones, periodistas y aficionados, o sea Luka Modric, cabría dividirlo en dos grandes apartados: fuego amigo y fuego enemigo. Es probable que, aunque él no lo diga porque es un auténtico caballero, el histerismo que más haya molestado al fenomenal futbolista croata haya sido el amigo. El fuego amigo contra Modric procede, a su vez, de dos focos, que al final son el mismo; por mucho que Cristiano Ronaldo, que ha sido compañero de Modric durante cinco años, haya felicitado en privado a Luka, su ausencia de la gala de ayer constituye una falta de respeto total y absoluta. No yendo a París Cristiano menguó y, sin él pretenderlo, engrandeció la figura de un jugador que sí encontró sin embargo tiempo para acordarse de él, de Messi, el otro impresentable ausente, y hasta de Xavi y de Iniesta.

Y si histérica fue la ausencia de Cristiano de la gala, más histérica aún fue la reacción del entorno del futbolista, empezando por su hermana Elma, que publicó un tuit soez, siguiendo por su otra hermana, Katia y acabando por su amigo Miguel Paixao. Elma, insisto que con un lenguaje tarbernario, se refería al, y perdón por la expresión textual, "hijo de puta del dinero" como factor fundamental para la elección de Modric como Balón de Oro, y sobre esto me gustaría decir un par de cosas: la primera es que si tú sugieres que alguien ha comprado un premio, otros pueden interpretar que quien lo ganó cinco veces también pasó antes por la correspondiente taquilla; la segunda cosa que quiero decir es que Cristiano, que es milmillonario, jamás podrá saber si, por ejemplo Miguel Paixao, le defiende porque cree de verdad en lo que dice o porque es un amigo de alquiler, al estilo de la película Familia de León de Aranoa. Del fuego amigo pasivo responsabilizo a Cristiano y del fuego amigo de su entorno... también: si Ronaldo no quisiera, ni Paixao ni Elma ni Katia habrían dicho ni mu, pero lo dijeron, dijeron mu, como las vacas, y dijeron mi, ma y mo, lo dijeron todo.

Sobre el fuego enemigo ya estaba prevenido Modric. El fuego enemigo lo podemos dividir en tres categorías; la primera es la de los derrotados por aplastamiento por el futbolista, aquellos que dijeron que no era medio centro para el Real Madrid o aquellos que afirmaron que sería menos trascendente para el equipo blanco de lo que sería Song para el Barça... Hoy he retuiteado la columna de opinión de Óscar Zárate, jefe de sección de Mundo Deportivo, titulada "Peluka Modric, fichaje de medio pelo". Según yo lo veo la opinión de Zárate, a quien no conozco, tenía la evidente intención de hacer todo el daño posible a un futbolista por el simple hecho de haber fichado por el Real Madrid; uno esperaría de Mundo Deportivo, y en especial del autor del artículo, una generosa rectificación, pero no... lo que yo me he encontrado hoy es la reprobación de un buen amigo, un buen periodista y una buena persona, Roger Torelló, compañero de Zárate en Mundo Deportivo, por, según él, "rebuscar en la basura". De la frase "rebuscar en la basura" hay una cosa que no es cierta: es cierto que el artículo es puro detritus, no lo es sin embargo que haya tenido que esforzarme demasiado en rebuscar nada porque absolutamente todo el mundo recuerda aquel artículo, del mismo modo que todo el mundo recuerda cuando Luis Mascaró llamó "mohicano" a Neymar cuando aún creía que ficharía por el Madrid y no por el Barça.

La segunda categoría del fuego enemigo la representan aquellos que piensan que Leo Messi debería ganar el Balón de Oro con efecto retroactivo hasta Stanley Matthews, que lo ganó en el año 56 del siglo pasado, y hasta que cuelgue las botas. Su lucha no es sólo con Modric, antes lo fue con Cristiano, a quien trataron de desprestigiar por tierra, mar y aire, y si el año que viene el premio lo gana Hazard rebuscarán, esta vez sí, en los cubos de la basura del jugador belga para encontrar alguna prueba incriminatoria contra él. No hablamos de gente normal, no, sino de auténticos fanáticos; no se trata de aficionados al fútbol, tampoco al Barça, ni siquiera de Messi, sino de verdaderos iluminados fanatizados que ni se conocen las reglas del Balón de Oro ni les interesa nada más allá del ombligo de su pequeño diosete. El mundo sigue girando, el fútbol real les da la espalda, pero ellos continuán reuniéndose por las noches a la luz de las velas para adorar a Osiris, a Amón y a Ra.

El pus de la tercera categoría del fuego enemigo ha estallado hoy cuando le han preguntado al Cholo Simeone por el premio. Tanto resentimiento no es normal y, como no lo es, yo, por tratar de buscarle una explicación, trato de encontrársela en la frustración que al futbolista Simeone le produjo en su día que Ramón Mendoza fichase a Fernando Redondo y no a él. Cuando jugaba en el Sevilla y aún no era ni por asomo el estandarte colchonero que es hoy, Simeone dijo textualmente lo siguiente: "Si me fuera de aquí sólo me iría al Real Madrid, decir lo contrario sería mentir; como cualquier profesional es normal que aspire a estar en uno de los grandes". El Cholo acabó en otro grande, en este caso el Atleti, pero probablemente le sentaría fatal que, aún habiéndose declarado tan abiertamente, el Madrid pasase de él y contratara a uno mejor, Redondo. Que el hombre que aseguró, para vergüenza del campeonato, que la Liga estaba peligrosamente preparada para el Real diga ahora que el Balón de Oro estaba peligrosamente preparado para Modric le desprestigia a él. Simeone tenía mil formas de defender a Griezmann, mil, y escogió la peor, la mil una, la de defender a su jugador tratando de desprestigiar al futbolista del equipo de enfrente. O Simeone no ha superado que el Madrid pasase de él o está postulándose para sustituir a Valverde, que también podría ser.

Para no importarle a nadie, todo el mundo vuelve a hablar del Balón de Oro. Para ser tan irrelevante, todos damos relevancia a un premio que, como todos, es subjetivo. Han votado 176 periodistas del mundo, profesionales de la información que, según parece, o bien están comprados o bien no tienen ni la más remota idea. Son, por cierto, los mismos o parecidos votantes que concedieron cinco Balones de Oro a Messi; entonces sí le gustó al periobarcelonismo e incluso le agradó a Simeone, pero hoy no, hoy no gusta. Lo que en concreto no gusta de Luka no es él, que es un encanto de chaval y un futbolista descomunal, sino la camiseta que lleva. Hoy decía Simeone que todos sabemos lo que hay, y en eso sí estoy de acuerdo, lo que hay, querido Cholo, es que unos son protagonistas de la historia, en este caso de la historia del fútbol, y otros, como tú o como yo, quedamos relegados a un segundo plano, el de contar cómo otros protagonizan la historia. Es lo que hay, Cholo, es lo que hay. Eso y mucha envidia, que nunca es sana sino cochina, envidia cochina.

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