Eucaristía celebrada este domingo en el camposanto de Paracuellos de Jarama.
'..El sacrificio de los mártires de Paracuellos es luz generosa entre las tinieblas del odio a la fe de quienes apagaron a balazos sus vidas ‘testigos del espíritu cristiano y martirial de los que murieron perdonando a sus enemigos’ según nos dice Monseñor Prieto en una muy sentida homilía..'
Paracuellos recuerda a sus mártires en un aniversario marcado por la esperanza
«El sacrificio de los mártires, necesario para que la España nueva viva»
Como cada año al llegar noviembre se suceden los actos de conmemoración de los Mártires de la guerra civil española y los homenajes a los que dieron su vida por Dios y por España. Hoy ha tenido lugar la Misa en honor a los Mártires de Paracuellos presidida por el Obispo de Alcalá Antonio Prieto Lucena, y la procesión y bendición de las tumbas oficiada por Don Elvio Fontana. Sillas llenas en una luminosa mañana otoñal madrileña.
La luz de noviembre de Madrid es, sin duda, la más bonita del mundo. A ojos de un castellano, nada comparable. La luz madrileña de noviembre aparece discretamente, con elegancia. No es la primera en aparecer en la sala del día. Ingresa poco a poco. Convive con los moradores anteriores de la estancia en conversación con el frío. Cuando llega el mediodía, calienta a todos y participa con generosidad y dando juego como buenos invitados animan las conversaciones. No hace presencia abrupta e impositiva como su prima del verano. No se abre paso a codazos como su homóloga de primavera. No se oculta con timidez como su vecina de invierno. La luz de noviembre de Madrid es generosas y elegante. Y hoy ha derramado generosidad y elegancia.
Es esa luz la que se filtra entre las nubes del Valle de los Caídos, y asoma por la Cruz, que se muestra solo un poco en los últimos días de otoño. Es esa luz que hoy ha aparecido en Paracuellos cuando le correspondía. Es esa luz que sirvió de foco para tantas mañanas de noviembre en las que he venido con mis padres a este cementerio de Paracuellos, a aquel del Valle de los Caídos, y que se alzaba rotunda en las plazas de Madrid, de oriente a occidente a honrar a los caídos por Dios y por España manteniendo el grito orgulloso de la España eterna. La misma luz que se apagó para mi madre un día 27 de hace dos años y encendió un lucero en el cielo allí donde hacía en guardia nuestros héroes y aguardan los Mártires hoy recordados.
El sacrificio de los mártires de Paracuellos es luz generosa entre las tinieblas del odio a la fe de quienes apagaron a balazos sus vidas ‘testigos del espíritu cristiano y martirial de los que murieron perdonando a sus enemigos’ según nos dice Monseñor Prieto en una muy sentida homilía. Continúa el prelado recordando que celebramos el 88 aniversario de las sacas de noviembre del 36, en las que españoles, y no españoles, fueron fusilados por el único motivo del odio a la fe de sus asesinos. Anima desde el ambón a seguir el ejemplo de los mártires como faro diríamos, porque dar la vida por Cristo ‘merece la pena’. Concluye el reverendo poniendo la vista en la enorme Cruz pintada en el cerro de San Miguel exhortando al Arcángel, en la oración conocida, a que nos defienda en la batalla del enemigo,.
El enemigo al que no menciona, prudencia obliga, Monseñor Prieto es tanto el que empuña el arma homicida o el que rinde las propias, es tanto el odio del de enfrente como la cautela disfrazada de cobardía del que parece estar a tu lado. Es tanto lo de fuera como el propio desistimiento interior.
Los Mártires de Paracuellos no lo fueron genéricamente del siglo XX como se dice ahora, fueron el resultado tenebroso de un bando frente populista que aún hoy encuentra quien lo reivindique frente a un bando del que salían los mártires, que aún encuentra hoy quien acomplejadamente lo condene.
Al finalizar la misa, inicia la procesión por las tumbas. Don Elvio con musical acento de hermano argentino, narra los recuerdos de las víctimas mientras lanza el hisopo con las lágrimas de dolor y emoción de los españoles de bien que, agradecidos, las derraman unidas al agua bendita. Uno de esos mártires, a punto de encontrarse con la Madre De Dios le envía un encargo a un compañero de cordada: si te salvas dile a mi madre que no llore, que he elegido morir voluntariamente y dar mi vida por Cristo. Así iban a la muerte, nos dice en formidable libro El Padre Cantera. Murieron, pero dando a sus verdugos.
Padres con abuelos, madres con recua de niños en la mañana soleada de Paracuellos. Unos niños juegan al lado de un montículo de tierra que tiene la apariencia de túmulo. El sacrificio de los mártires, necesario para que las nuevas generaciones jueguen y la España nueva viva. Viva España y viva Cristo Rey.
La Gaceta I. / 17 Novbre. 2024
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