
'..La actuación del torero de La Puebla el otro día en Madrid causó impresión. Fue un auténtico acontecimiento. Un suceso. Si no fuese por lo que hay detrás de trabajo, esfuerzo, sacrificio, preparación... se diría que un milagro..'
VIENTO DE LEVANTE
Morante... y después
Por Paco Delgado
La actuación del torero de La Puebla el otro día en Madrid causó impresión. Fue un auténtico acontecimiento. Un suceso. Si no fuese por lo que hay detrás de trabajo, esfuerzo, sacrificio, preparación... se diría que un milagro. De lo que no hay duda es de su consideración como extraordinaria obra de arte.
Pero es lo que tiene la condición humana, la constante insatisfacción, el no estar contentos nunca con nada, el querer más. Lo realizado por Morante dejó en no pocos un regusto amargo, un mal sabor de boca que -pese a la enorme magnitud de lo hecho en el ruedo- puede ensombrecer el conjunto de una obra excelsa e imponente. No hubo orejas. Vaya. Y se han gastado papel y bytes en cantidad para destacar más esta circunstancia que en comentar, ensalzar y admirar la faena de un torero que, definitivamente, certificó su condición de genio, habiéndose convertido, de la pandemia acá, en el torero que marca la diferencia en el escalafón.
Hasta entonces era conocido su potencial, sus maneras, su singularidad, su arte y... su capacidad, una cualidad que a muchos se les olvida pero que hace que este diestro sea de los más completos de los últimos tiempos, pese a que su etiqueta como sucesor de Curro Romero le llevó a tomárselo con mucha, mucha calma durante mucho, mucho tiempo. Pero cuando, hace cinco años, hubo que tirar del carro, tras Ponce -que fue el primero que se arremangó y se echó el toreo a sus espaldas- fue él quien se sumó a la causa y cogió el testigo que dejó el de Chiva al comprobar que hay cosas en el sistema que no funcionan.
No hay comentarios:
Publicar un comentario