Esta media de Antoñete sí es de lujo y se percibe la grandeza del toreo
"...El toreo es grandeza pero para eso hace falta que sea toreo y para que eso sea así hace falta toro que le de categoría al encuentro, que aporte el glamour, con su trapío y su estampa, para que sea único e irrepetible ese encuentro..."
DE ‘LUJO Y ORO’
Antolín Castro
España, 04/11/2013.- Así es hoy el mundo del toro, de lujo y oro, así nos lo venden. ‘El toreo es grandeza’, título con el que escribió una gran novela el recordado Joaquín Vidal, también es una frase típica que está instalada en la mente del aficionado taurino. Todo es brillo en este mundillo. Dicho lo cual me apresto a creérmelo.
Claro, que lo mismo es mentira y entonces elijo el camino equivocado dentro del mundo de los toros. Como si fuera una muy pensada campaña de marketing estos dichos se han ido inculcando a lo largo de la historia y parece como si nos los tuviéramos que creer.
Cada cual es muy digno de pensar lo que quiera, pero lo cierto es que normalmente están rociados de un glamour que no se corresponde, al menos, con el tiempo actual. Empezando porque los toreros de paisano, en la calle, ya no lo parecen. Aquella imagen del torero inimitable, inconfundible, cuando se le veía pasar o acudir a cualquier acto. Podías ignorar a un arquitecto, confundir a un futbolista con un actor, hacerte un lío con un escritor o pintor, equivocarte de oficio para con otros ya fueran fontanero o albañil, pero con el torero no. Destilaban torería fuera del toro del mismo modo que delante de él.
La torería… quizá la forma más cercana y real de la grandeza del toreo. Por ser inconfundible e intransferible, solo olía a torero cuando uno de ellos estaba presente. Ni siquiera les hacía falta lucir tipo de figurín para darnos cuenta quién iba dentro del traje, ya fuera de calle o de luces. Para los que duden de lo afirmado les pregunto ¿alguien dudaba que enfundado en un vestido lila y oro, Antoñete cincuentón, iba un torero?
‘Por sus actos les conoceréis’ ahí es donde se rompe el idilio en el momento actual. La torería no es vestirse de luces, ponerse bonito ante el toro, cursi en muchas ocasiones, vestirse de terciopelo con recargados bordados en oro… la torería es hacer y deshacer el encuentro con el toro desde la naturalidad, dejando que la torería fluya, se huela, se respire; no es algo tangible que se pueda tocar, pero sí sentir. Hay quienes salen de rematar las series con la misma expresión que si hubieran marcado un gol. A esas poses es a las que quieren llamar torería… tontería diría yo.
De lujo y oro es, o puede ser aplicable hoy, el trato que se da a las figuras. Reconocimientos, vaselina, crónicas ad hoc, y todo el mundo a sus pies. Eso ni es grandeza ni es lujo, es todo un simulacro artificial que intenta parecerse más a una estrella de la canción o del deporte. Por mucha colonia que se echen sobre su cuerpo no hay manera de que huela a torero.
El toreo es grandeza pero para eso hace falta que sea toreo y para que eso sea así hace falta toro que le de categoría al encuentro, que aporte el glamour, con su trapío y su estampa, para que sea único e irrepetible ese encuentro. Además hace falta torero, por eso una media de Antoñete o un trincherazo de El Pana hace inconfundible el aroma del toreo.
De todo eso vemos muy poco, sí mucho de eso que denominan ‘se torea mejor que nunca’, aunque sea sin toro que merezca ese calificativo, entonces la grandeza del toreo está solo en el recuerdo la mayoría de las veces, mientras muchos incautos se quedan con ese ‘lujo y oro’ que no deja de ser una forma de vender humo por lujo y oro por un baño simplemente dorado.
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