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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

martes, 15 de marzo de 2016

4ª de Fallas en Valencia. Novillada de salón y toreo de distinto ensayo / por J.A. del Moral


Ginés Marín, que bordó dos faenas que podríamos calificar de divinas salvo en pocos defectillos sin importancia que humanizaron sus quehaceres, lamentabilísimamente fallidas con la espada lo que le privó de salir a hombros por la puerta grande.


"...el nuevo alcalde de Valencia que, tras la gran manifestación de antier en defensa se la Fiesta y en contra de los que quieren acabar con ella, no se le ha ocurrido otra cosa que pedir que se suprima la suerte de matar en las corridas de toros. O sea que, taurinamente, nos quiere convertir en portugueses. Esta gentuza que ahora manda en tantos ayuntamientos por culpa del apoyo del nefasto neosolcialismo de los de Pedro Sánchez va a ser la gran desgracia de España si al final llegaran al Gobierno de la Nación. Dios nos coja confesados..."


Novillada de salón y toreo de distinto ensayo

Valencia. Plaza de la calle Xátiva. Lunes 14 de marzo de 2016. Cuarta de feria. Tarde invernal con un quinto de entrada.

Seis novillos de El Parralejo, discretamente presentados y muy nobles en distintos grados de fuerza, mínima en varios casos y, por tanto, sin apenas trasmisión. Los más enteros y duraderos fueron el segundo y el quinto, ambos aplaudidos en su arrastre. Muy manso y huidizo el cuarto. Venidos pronto abajo tercero y sexto que acabaron casi parados.

Álvaro Lorenzo (amapola y oro): Estocada, vuelta al ruedo tras ligera petición de oreja. Estocada, oreja.
Ginés Marín (rosa y oro): Pinchazo, otro hondo y tres descabellos, vuelta al ruedo. Dos pinchazos y estocada, vuelta al ruedo.
Cristián Climent (blanco y plata): Pinchazo y estocada, silencio. Estocada, oreja.

Se toreó generalmente bien con el capote, bien con la muleta y excelentemente bien el que pudo ser gran triunfador de la friísima tarde, Ginés Marín, que bordó dos faenas que podríamos calificar de divinas salvo en pocos defectillos sin importancia que humanizaron sus quehaceres, lamentabilísimamente fallidas con la espada lo que le privó de salir a hombros por la puerta grande con tres o cuatro orejas que se quedaron sin cortar. Pero la gente salió hablando de las excelencias de este sobrado novillero que, allá donde actúa, deja un mensaje de seguridad, de inteligencia, de temple, de elegancia, de naturalidad, de difícil facilidad y de arte mayor. De este novillero venimos hablando y escribiendo muchas veces que está llamado a protagonizar grandes empresas que podrán ser comparadas con el toreo de las actuales máximas figuras.



En un tono más seco y, por su nacencia toledana, de ese que hemos dado en llamar castellano, también gustó mucho Álvaro Lorenzo que cortó la primera oreja de la tarde, la del cuarto novillo. En el que abrió plaza, no pudo sino anunciar lo que vino después porque este animal no tuvo la más mínima chispa y se vino abajo antes de la cuenta.


Lo mismo que ocurrió con los novillos tercero y sexto aunque en esta cuestión cupo culpar a Cristián Climent de no haber planteado adecuadamente los arranques de sus faenas. A los animal tan blandos como su primero, no se les puede obligar tanto con esos pases cambiados en los medios sin moverse, made in Castella, que no dudo son espectaculares aunque en muchos casos perjudiciales. Y al sexto con un principio de rodillas, casi lo mismo. No obstante, Climent anduvo bien y especialmente con el último toro logró remontar una faena que se hizo muy pesada.

Actualmente, los novilleros, se pasan de querer ante animales sin apenas resuello y eso se hace muy costoso de aguantar.
Dicho esto, debo comentar con lo que debería haber dicho ya. Si he llamado a la novillada de salón es porque, su extrema docilidad, restó importancia y trascendencia a lo hecho por los novilleros. Faltó emoción y sobró arte de ensayo.

Finalmente, no quiero dejar de comentar la última del nuevo alcalde de Valencia que, tras la gran manifestación de antier en defensa se la Fiesta y en contra de los que quieren acabar con ella, no se le ha ocurrido otra cosa que pedir que se suprima la suerte de matar en las corridas de toros. O sea que, taurinamente, nos quiere convertir en portugueses. Esta gentuza que ahora manda en tantos ayuntamientos por culpa del apoyo del nefasto neosolcialismo de los de Pedro Sánchez va a ser la gran desgracia de España si al final llegaran al Gobierno de la Nación. Dios nos coja confesados.

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