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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

lunes, 14 de marzo de 2016

Real Madrid. Poema triste de Zizou / por Juan Manuel Rodríguez


No hay nadie tan optimista que pueda esperar un cambio tan radical en la Champions como para otorgar a este equipo alguna posibilidad cierta de conquistar La Undécima. Zidane, que ya lo sabe, lo dijo ayer al fin: "Jugando así no vamos a ninguna parte"... 

Poema triste de Zizou

Juan Manuel Rodríguez
Dos meses y medio después de la lustrosa e ilusionante presentación de Zinedine Zidane como nuevo entrenador, el Real Madrid sigue sin dar muestras evidentes de mejoría. Un día está y al siguiente desaparece para, de repente, volver y volver a desaparecer. Si algo define a este equipo plagado de estrellas es su dramática irregularidad debido en gran medida a que todos sus jugadores, desde el primero hasta el último a excepción de Keylor, están dos o tres escalones por debajo del nivel mínimo exigible a futbolistas de su teórica categoría; sí porque, a estas alturas de la competición, habría que distinguir entre la teoría y la práctica; la primera dice que, jugador por jugador, la plantilla del Real Madrid está entre las dos o tres mejores del mundo, mientras que la segunda se empecina en demostrar justamente todo lo contrario.

Anoche, la cara de Zidane era un auténtico poema. Pero no uno alegre, no, sino uno tristísimo, uno deprimente. Viéndole la cara al antes jovial entrenador del Real Madrid a uno le venían inmediatamente a la memoria aquellas estrofas de Juan Ramón Jiménez: "Estoy triste, y mis ojos no lloran y no quiero los besos de nadie; mi mirada serena se pierde en el fondo callado del parque". La pregunta es la siguiente: ¿Dónde se pierde exactamente la mirada serena de Zizou? ¿También en el callado del parque como la de Juan Ramón?... Además de tristeza, la rueda de prensa de Zidane me transmitió inseguridad, la misma que la del piloto que, en pleno vuelo, pregunta en voz alta para qué sirve el botón rojo o que, en plena tormenta, exclama "¡así no vamos a ninguna parte!"... El viaje a ninguna parte.

Cuando el Madrid ganó a la Roma en Italia por 0-2 aún quedaban cuarenta frenéticos días con sus cuarenta reparadoras noches para los cuartos de final, un mundo; Zidane acababa de llegar y el madridismo se podía agarrar al clavo ardiendo de la mejoría del equipo. Pero el sorteo es este viernes, la ida a primeros de abril y la vuelta a mediados, y el equipo lejos de mejorar... probablemente haya empeorado. No hay nadie tan optimista que pueda esperar un cambio tan radical en la Champions como para otorgar a este equipo alguna posibilidad cierta de conquistar La Undécima. Zidane, que ya lo sabe, lo dijo ayer al fin: "Jugando así no vamos a ninguna parte"... O quizá sí, quizá se vaya al callado del parque al que se refería Juan Ramón, "¿quién irá por ese triste paisaje?... Sólo suena en el largo silencio la campana que tocan los ángeles".

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