Todo ámbito carente de crítica en la tauromaquia tiende a caer en el vacío del olvido. En cambio, una labor crítica, que deviene de un medio exigente, proporcionara una visión diferente al aficionado para la reflexión y el análisis.
En nuestro país existe una aversión a la crítica, ya sea porque es censurada, políticamente incorrecta o bien porque se le atribuyen siempre características negativas. Sin embargo, el papel de la crítica no es el de criticar por criticar, sino poner en valor con todos sus matices la obra que se está analizando.
Siempre he creído que la crítica tiene que ser justa y debe de evaluar lo positivo y negativo si lo hubiese, pero también debe de aportar soluciones para todo aquello que pueda ser mejorable. Y es que señalar únicamente lo malo siempre será más fácil que lo bueno, porque apuntar lo bueno generalmente requiere de conocimiento e inteligencia.
Pero la aversión a la crítica en la tauromaquia no es propia de quienes constituyen sus principales sectores, también se encuentra en algunos aficionados quienes incluso llegan a considerar como una agresión personal un texto crítico de esa índole.
Recuerdo haberle escuchado a un periodista veterano -pero no obsoleto-, que los críticos en el fondo escriben más para los demás críticos que para los aficionados, porque generalmente suelen ser ellos lo más asiduos lectores de los medios.
Convencido, como estoy, del papel fundamental de la crítica en la tauromaquia, continuaré en mi empeño de continuar ejerciéndola con total libertad y en la difusión de todos aquellos críticos que aporten al mejoramiento de la tauromaquia, pero que también señalen con rigor aquellos rubros en los que está mal y la manera en que se puede mejorar el espectáculo. Porque la fiesta de los toros es de todos y para todos.
Es lo que digo yo.
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