"...Era emocionante ver como los aficionados aclamaban a la señora alcaldesa, Carmen Moriyón que, además de cirujana tiene cerebro, cosa que demostró al permitir que los toros retornaran al coso de tan bella ciudad. Incluso Diego Urdiales, el matador anunciado en dicho festejo le brindó la muerte de uno de sus toros..."
Pero como todo no podía ser perfecto, a la hora del festejo, según pudimos saber, un apestoso llamado Adrián Barbón, sociata de pro, presidente del Principado de Asturias, se pasó el rato lanzando improperios por el teléfono mediante mensajes de tintes criminales contra la alcaldesa por haber consentido que se llevara a cabo tan cruel espectáculo como son los toros. Una vez más los hechos vienen a demostrar que, socialismo es sinónimo de odio, las pruebas son elocuentes. Por no tener, estos socialistas no tienen cerebro, es algo sabido por todos pero que no tengan el más mínimo respeto por los demás, eso es propio de los dictadores que, al paso que vamos, dentro de cinco minutos, los que vamos a la iglesia nos tratarán de asesinos como ocurre en la Nicaragua de Daniel Ortega. Claro que, la dura realidad que sustenta la barbarie y la dictadura socialista por parte de los afines a dicho partido no es otra que esos millones de votos de borregos que, sin la más coherencia les siguen votando. Seguid haciéndolo que os lo agradecerán, seguro que sí.
Y si de socialismo hablamos, ahí tenemos el caso de Navarra que, Maria Chivite, sociata confesa y convicta, no ha tenido reparo en pactar con las fuerzas pro etarras, emulando a su maldito amo en Madrid para llegar a la presidencia navarra. Si es tan valiente como Ana González, lo primero que debería hacer es prohibir los toros en Pamplona. Bien es cierto que, si lo hiciera ardería Pamplona y tan estúpidos no son los sociatas, ellos saben hasta donde pueden llegar, porque son dictadores, pero no tontos. Pero como todo eso ya lo sabemos no debemos de inmutarnos porque, faltan tres minutos y medio para que Sánchez pacte con el peor delincuente de los últimos diez años en España, Carlos Puigdemont, para formar otro gobierno criminal y, ojo, caso de que no lo hiciera, ese será su lema para las próximas elecciones, presumir de que en su grandeza, Sánchez, no pacta con traidores, lo que le llevará a nuevo a la poltrona de la Moncloa. Lo tienen todo atado, pero muy bien atado.
En estos de los toros tenemos que conformarnos en ir ganando batallas en la medida de lo posible; es decir, en los lugares donde anide el sentido común, la lógica y por encima de todo la libertad. Es el caso de Gijón y, como decía, lo celebramos de una forma apasionada. Gracias a esa libertad que debería ser lo lógico, en Gijón pudimos ver la grandeza inenarrable de ese artista singular en su género llamado Diego Urdiales que, sin tener los toros soñados, en su segundo enemigo dictó una magistral lección de toreo al más alto nivel. Pablo Hermoso estuvo muy fácil ante dos enemigos tontorrones y, el novillero Manuel Román dibujó una faena muy meritoria, lo que evidencia la profesionalidad del chaval que tiene madera de torero.
Con todos los matices que queramos añadirle, lo admirable de la cuestión es que Gijón ha abierto sus puertas de nuevo para celebrar, una vez más, su emblemática feria, algo que llevábamos dos años de abstinencia por culpa de una mala persona, de un ser apestoso y ruin que, utilizando la dictadura que la confería el poder que ostentaba, cerró la plaza y encima se quería justificar. Yo no digo que Carmen Moriyón sea la Virgen María pero, nos conformamos que sea una persona coherente, cabal, lógica y que tenga respeto por los demás como ha demostrado en esta ocasión. Mientras todo esto ocurre, la plaza de toros de Oviedo está en ruinas. ¿Será que Adrián Barbón, como presidente del Principado de Asturias la querrá restaurar y abrir? ¡Una mierda, para él y para todos los sociatas que odian la fiesta de los toros sin darles respeto a los demás que, para mayor desdicha, muchos les han votado!
-En las instantáneas, doña Carmen Moriyón, alcaldesa de Gijón. En las siguientes, la torería inenarrable de Diego Urdiales.
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