El Cid otorga la alternativa de Manuel Ponce en la corrida de Fuente Ymbro con Manuel Escribano de testigo
"...Una vez más, los toros de Ricardo Gallardo demostraron claramente por qué las figuras del toreo huyen despavoridos a la hora de lidiar los toros de su dehesa; está clarísima, la bravura encastada echa para atrás a los poderosos del escalafón porque, lógicamente, un toro bravo puede dejar con el culo al aire al primer figurón del toreo como se les llama a los que matan el toro aborregado..."
Bravura gallarda
Pla Ventura
Toros de Lidia/28 agosto, 2023
Una vez más, los toros de Ricardo Gallardo demostraron claramente por qué las figuras del toreo huyen despavoridos a la hora de lidiar los toros de su dehesa; está clarísima, la bravura encastada echa para atrás a los poderosos del escalafón porque, lógicamente, un toro bravo puede dejar con el culo al aire al primer figurón del toreo como se les llama a los que matan el toro aborregado. Todavía me cuesta mucho creer que los pupilos de Fuente Ymbro tengan sangre Domecq, vamos que, lo veo y no lo creo porque, el resto de la consanguineidad de las demás ganaderías solo tienen dulzura y borreguez mientras que, lo de Ricardo Gallardo, como digo, es bravura gallarda.
Ayer, sin ir más lejos, en Tarifa, en la reinauguración de la plaza Ricardo Gallardo trajo una reata de toros que, sin duda, hubieran valido si de presentación hablamos, en cualquier plaza de segunda, incluida Málaga que es de primera. Gracias a las cámaras de Canal Sur pudimos ver un espectáculo memorable. Tiempo hacía que yo no disfrutaba tanto en un festejo taurino porque, de seis ejemplares, cuatro fueron memorables y, uno de ellos indultado, amén de llevarse la vuelta al ruedo otro de los ejemplares.
La bravura encastada es lo más bello del mundo si de una corrida de toros hablamos. Toros noblotes, digamos que, hermanitas de la caridad vestidas de negro los hemos visto en muchas plazas y, sus lidiadores, hasta ponerse bonitos frente a dichos animalitos pero, una cosa es la parodia y otra muy distinta la grandeza del toro bravo en todo su esplendor.
Contento debe de estar Ricardo Gallardo que, una vez más ha dado en la diana; es más, como decía, trajo a dicho pueblo una gran corrida de toros si de bravura hablamos pero, la presentación de los bovinos era admirable. Era una plaza de tercera en la que el ganadero podía haberse aliviado en la presentación de las reses pero, amigo, aquello olía a verdad por los cuatro costados. Esas corridas son las que hacen afición, las que concitan la atención de los espectadores presentes y ausentes como pudo ser nuestro caso.
Yo no vi la despedida de El Juli en Bilbao pero, con toros de Zalduendo, pese a que los diestros mataron con brevedad, salvo el diestro mentado, ni Roca Rey ni Paco Ureña se llevaron trofeo alguno, es más, la noticia de dicho festejo es que Roca Rey no pudo ni dar una vuelta al ruedo. Sin ver la corrida lo tenemos clarísimo. La borregada debió ser de escándalo. Pero esos mismos toreros son los que piden esa clase de toros en la que, si el animal embiste, gloria bendita porque el torero sabe que, sin el menor atisbo de peligro se les cortan las orejas y si no lo hacen, se mata y en paz pero, ¿ante esos espectáculo, dónde que la grandeza del toreo? En la basura, sin la menor duda.
¿Y lo toreros ayer en Tarifa? Sensacionales, salvo el chaval que tomó la alternativa que, no le tocó el toro bravo, le cayeron dos en sus manos y, aquello era para consagrarse, algo que no hizo el chico porque, pese a su voluntad nada nuevo aportó al toreo. Lo que no entenderé jamás es cómo pudo ser posible que, el presidente, que había estado acertado toda la tarde, en el último del festejo, tras pasaportarlo de cuatro espadazos, el usía le diera las dos orejas a Manuel Ponce, un desacato en toda regla pero que, la criatura estaba convencido de que las merecía. Seguramente, en el pecado llevará su penitencia, sin la menor duda.
Mucho tuvo que sudar El Cid en el segundo de la tarde puesto que, aquella bravura encastadísima propició que el diestro de Salteras hiciera un gran esfuerzo, uno de los que él no creía que tendría que hacer, todo ello para salvar el compromiso con enorme dignidad. Marró con el acero y perdió la oreja que se había ganado jugándose la vida. En su segundo, el toro de los toros, El Cid brilló a la altura de las grandes tardes porque, para su fortuna, le cayó en suerte un toro bravísimo que, para colmo tenía una entrega absoluta. Derecha e izquierda, en cualquier versión vimos a un Cid fantástico, sublime, épico, con una torería que ya no recordábamos. Una borrachera de toreo al más alto nivel, siempre, frente a un toro auténtico. Se pidió el indulto que me parecía sensacional porque toros como el citado no salen todos los días. Enhorabuena para el ganadero y al diestro de Salteras.
Lo de Manolo Escribano es de libro; vamos que, cada vez que le vemos, pensar que se negaron entrar en Madrid, eso es peor delito que los que comete Sánchez a diario pactando con los enemigos de España. Escribano está en un momento dulce, sensacional, hasta el punto de que, de no estarlo, su primer enemigo le hubiera hecho pasar un mal rato que, lo pasó, es cierto, pero lo solvento con una dignidad admirable; era, sin duda alguna, el toro más complicado de la tarde que, a dicho mal, se le unió el viento para que, Escribano luchara como un jabato para combatir tanto imponderable.
Vaya manera de jugarse la vida, algo que había hecho antes en banderillas. Faena épica en todos los sentidos en la que el lidiador demostró que se puede ser torero con una grandeza fuera de lo común y, lo que es más épico, frente a un toro complicadísimo que, para mayor esfuerzo, se sumó el viento de levante para poner a prueba a un diestro admirable. Una gran estocada permitió que Escribano paseara las dos orejas.
En su segundo, otro animal de excelentes condiciones permitió a Escribano expresarse como él sabe hacer. Si con las banderillas estuvo sublime, ya en la muleta consiguió una faena brillantísima porque había que atemperar aquel torrente de bravura pero que, a su vez, la casta que tenía el toro era como para poner a temblar a cualquiera. Me encantó el diestro de Gerena, su seguridad, aplomo, entereza y torería, valores que esgrimió para deleite de los tarifeños y, sin duda, los cientos de miles que le vimos mediante las cámaras. Otra estocada fulminante y dos orejas y rabo.
Por encima de las orejas cortadas, me quedo con la casta y bravura de los toros, con la torería irrepetible de El Cid en su segundo enemigo al que indultó y con la raza inexpugnable de un torero para admirar como es Manuel Escribano que, pese a que algunos empresarios le han negado, cada tarde obtiene un triunfo de clamor. Bien hallado seas, Manuel Escribano.
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