El primer problema político de España no es Bildu, ni ERC, ni es el PSOE. Es la llamada derecha española.
Liberté, egalité y Buxadé
Hughes
Divertido agosto. La marcha de Espinosa de los Monteros provocó la enésima erupción liberal, que seguimos muy bien sin saber qué es. Losantos ha hablado de «medios liberales». ¿Son los que no reciben dinero público? ¿Son los que muestran una cortés tolerancia al discrepante y huyen del exabrupto?
En España, Liberal quizás sea el que tiene dinero o aspira a tenerlo o el que, no teniéndolo, actúa con gran servilismo hacia el vil metal.
Liberalidad solo puede tenerla el que tiene algo; el que no tiene, ni queriendo podría. El liberalismo es un mammonismo y esta adoración a Mammón luego se disfraza de una cierta actitud hacia el Estado, del masoquismo de premiar a la competencia o de esteticismos como llevar calcetines de colorines o veranear como el marqués de Leguineche.
Pues estos medios, firmas y antorchas del liberalismo y el derechismo, que década tras década patrocinan desastres de los que no se responsabilizan, la han vuelto a tomar con Buxadé, percha con la que continuar su demonización de Vox pasado el 23J. Buxadé no parece lord ni Conde de Northumberland y no reniega como otros de un momento falangista, así que les viene de perlas.
Se puede haber sido comunista, trotskista o maoísta, pero no falangista, que es una de las formas que tienen los fachas de llamar facha a los demás: alt right, falangista, yunquista o, si la cosa se pone muy seria, putinista.
Así que esta derecha mediática, neuronalmente atroz y flatulenta por partida doble: por meteórica y por el flatus vocis que segrega, se ha dedicado a dibujar los límites y las rayas del parking a las derechas no peperas, metido aquí a Menéndez Pelayo hasta el último contratista municipal.
Pero el que podría, el gran historiador de la cosa derechil, González Cuevas, ha dicho este mismo mes algo importante: «La influencia intelectual de Losantos en la derecha ha sido nefasta», y por eso la distancia que Vox toma con él es más relevante que la marcha de Espinosa. Tiene algo de insubordinación fundante y prepara a Vox, fuera definitivamente del triángulo de las Bermudas del liberalismo baturro, el muahaha de Alsina y la blandita bumerez (de boomer) COPE, para lo que viene: una larga travesía de desierto y resistencia para toda voz que aspire a la realidad de los conceptos (Jerónimo Molina) y la salud mental.
«De facto», dicen, estamos en un Estado federal y por lo mismo vivimos, de facto, en el partido único.
(Esto del de facto tiene su gracia: no protestes, de facto ya te he introducido el miembro)
El primer problema político de España no es Bildu, ni ERC, ni es el PSOE. Es la llamada derecha española, terrible y absurda, timo piramidal de varias generaciones ya, y nada se puede hacer sin rebelarse antes contra su enajenación (delirio y venta), extendida por el país como una especie de sentido común.
24 de agosto de 2023
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