“No me he ganado la repetición para el año venidero” Así de tajante fue este hombre que, para mayor gloria, enjuició todos los toros de su tarde azpeitiana y, a cada animal le encontró los defectos que todos vimos puesto que, salvo uno de los ejemplares que propició el triunfo de Daniel Luque, el resto, mejor olvidarlo; Núñez, hasta enfatizó diciendo que alguno de sus toros no tenían el trapío suficiente para dicho festejo. ¿Cómo lo explico? Quitándome el sombrero y echándoselo a sus pies.
Esa abrumadora sinceridad ha servido para que entendamos que, en el mundo de los ganaderos, pese a todo, quedan hombres libres capaces de asumir un fracaso como el citado; o como dijera en su momento el gran Pepe Luís Vázquez, para ser ganadero hay que tener mucha humildad puesto que, de repente, privan más lo fracasos que los éxitos. Y asumir el fracaso no es tarea sencilla como explico; se necesita una entereza fuera de lo común que, por supuesto, atenta contra los intereses de aquel que se ha pronunciado, caso de Javier Núñez tras su mala tarde en Azpeitia. Y, si para colmo, hasta sentencia que no es acreedor para volver a dicha plaza no cabe honestidad mayor.
Y, cuidado, no estamos hablando de un fracasado, todo lo contrario. Se trata de un ganadero con un palmarés repleto de éxitos pero, como se ha demostrado, esos triunfos le han valido para saber asumir el fracaso con esa cura de humildad aprendida. Hemos visto toros importantísimos de La Palmosilla, caso de la corrida lidiada –ente otras muchas- el pasado año en Pamplona puesto que, aquella reata de toros bravos propició que los tres diestros salieran en hombros; algo que se ha repetido muchas veces.
Pero, aquello de que cuando llegue el fracaso tener el valor de sumirlo atentando contra sus propios intereses del ganadero citado, eso tiene un valor inmenso puesto que, reitero, no es nada habitual ni en los toros ni en ningún segmento de la sociedad en que vivimos. Javier Núñez me ha recordado un bello axioma del maestro Facundo Cabral cuando decía, “no busques fuera al culpable porque lo llevas dentro y no te diste cuenta”.
Enhorabuena, ganadero, vendrán tardes mejores y todos los reconoceremos.
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