"...tenemos un dato revelador que dice mucho del asunto, tanto en el norte de España como en Cataluña, allí no se sienten españoles y, lo que es peor atacan a los toros con toda la saña del mundo. Al final, Cataluña es el ejemplo. El único consuelo que nos queda a los que nos sentimos españoles no es otro que, todo lo que huela a separatismo queremos alejarnos de ello y si no tienen toros, que se jodan..."
Luto en el norte
Pla Ventura
Toros de Lidia/25 agosto, 2023
España se queda sin toros paulatinamente. Ya sucediera en Cataluña en 2011 y, poco a poco, esa pandemia está arrasando con todo de forma muy concreta en el norte de nuestro país que, apenas quedan resquicios de lo que representó la fiesta de los toros y lo poco que cuenta en la actualidad. Los que conocimos la época dorada del toreo en el norte, ahora vivimos asustados porque no podemos entender que se haya producido esta metamorfosis maligna que, vete tú a saber quién es el culpable.
En toda Galicia queda como reducto Pontevedra con sus dos festejos en la feria. En La Coruña se construyó una plaza multiusos y nunca más se dieron toros. En Vitoria se clausuraron los toros para siempre. Lo que era la semana grande de San Sebastián es apenas una parodia –salvo Azpeitia que sigue viva- de aquella feria que tenía doce corridas de toros en El Chofre para que, en la actualidad, dos festejos mayores y una de rejones, ciertamente, con muy poco público en los graderíos. En Guipúzcoa ya son historia plazas como Deva, Tolosa, Eibar…En Oviedo la plaza se está cayendo a pedazos y, en Asturias se sostiene con Gijón que, este año han podido dar toros tras la cabronada propiciada por la anterior alcaldesa.
Claro que, lo que clama al cielo es lo de Bilbao. En los tres primeros festejos de la feria, apenas tres mil personas en el Botxo, un fracaso sin precedentes y, les aseguro que no culpo a Chopera como empresario puesto que, lo de Vizcaya es muy similar a Cataluña, se han empeñado en erradicar los toros para siempre desde las esferas del poder y, lo están consiguiendo a marchas forzadas. Para culpar a Chopera del fracaso con estrepito habría que llevar a Bilbao a Alberto García, el hombre que llena todas las plazas que gestiona y, si lo lograra en el Botxo, seguro que le erigirían un monumento.
Lo cierto y verdad es que nada pinta bien si de la fiesta de los toros hablamos. Son ya muchísimas plazas de toros cerradas y, lo que es peor, muchas de las que siguen abiertas son pura fachada, aquello de querer engañarse a sí mismo antes de cerrar el kiosco. ¿Qué pasa en Bilbao? Esa pregunta no la podría responder nadie pero, la gran verdad es la desertización de la gente de los graderíos de tan emblemática plaza. ¿Desde cuándo no vemos lleno este coso? Ya casi que no lo recordamos. Fijémonos que, en la corrida estrella de la feria con Morante, Manzanares y Talavante, apenas siete mil personas mal contadas y, en día de ayer, con el cartel rotundo de la feria con Morante, Escribano y Roca Rey, apenas tres cuartos de aforo, todo ello en un lugar tan bello como Bilbao.
Recordemos que, en Bilbao, al margen de la feria, José Cruz, el ganadero bilbaíno ya fallecido, alquilaba la plaza para dar innumerables novilladas durante todo el año y, de ahí salió lanzado con inusitada fuerza El Niño de la Capea. Como sucedía en muchas plazas de España, raro era el domingo que Bilbao no tenía toros. Ante todo, que no se equivoque nadie puesto que, desde que llegaron esas corrientes mortecinas que todo lo arrastran, los toros no han escapado de tal maleficio y, por si faltaba algo, ahí están los animalistas y separatistas que, manejando las redes sociales hacen más daño a los toros que Nerón quemó a Roma.
Si del norte hablamos, nos queda Pamplona puesto que, en toda Navarra apenas quedan plazas que den toros y, menos mal que la capital navarra, por el arraigo mundial que tiene se seguirá manteniendo salvo que, Maria Chivite, un día tenga una idea brillante y clausure la plaza, no creo porque no es propiedad de los políticos pero, si lo fuere, seguro que ya lo habían intentado.
Es cierto que pasan los años, los aficionados de siempre van muriendo y, pasa como en misa, solo vamos los mayores. Pues eso, si los aficionados de siempre desaparecen y los jóvenes les han inyectado esa dosis de odio al más alto nivel por aquello que huela a todos, ya me contarán. Eso sí, tenemos un dato revelador que dice mucho del asunto, tanto en el norte de España como en Cataluña, allí no se sienten españoles y, lo que es peor atacan a los toros con toda la saña del mundo. Al final, Cataluña es el ejemplo. El único consuelo que nos queda a los que nos sentimos españoles no es otro que, todo lo que huela a separatismo queremos alejarnos de ello y si no tienen toros, que se jodan.
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