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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

domingo, 11 de agosto de 2024

México: Hay que volver a hablar de toros con la verdad, aunque esta sea el mal de muchos / por Por JC Valadez


Si queremos salir de la mediocridad y del conformismo, hay que volver a hablar de toros con la verdad, aunque esta sea el mal de muchos. Pero también hay que defender en primer lugar al aficionado, luego al toro, porque tanto el toro, como el aficionado, no tienen a nadie que les defienda y, porque defendiendo al público y al toro, se defiende la dignidad de la fiesta.

Hay que volver a hablar de toros con la verdad, aunque esta sea el mal de muchos.

La poca emoción que despiertan las corridas de toros en las que no intervienen las figuras del toreo internacional en México, es cada vez más preocupante. Los carteles que poco a poco van apareciendo en los portales taurinos -con algunas excepciones- confirman lo que muchos nos temíamos desde hace tiempo: estos prácticamente no han despertado interés entre los aficionados. Y es que el principal problema de la Fiesta en México es precisamente la falta de figuras encumbradas, y la abundancia de toreros de nivel medio que desde hace mucho tiempo dejaron de interesar y que además atesoran el síndrome del pegapasismo más vulgar e insultante de las últimas décadas.

Pero por si esto no fuera poco, hemos visto en los últimos tiempos cómo la emoción de la lidia brilla también por su ausencia y se nos ofrece en prácticamente todas las plazas y de manera reiterada, una puesta de escena amaneradamente previsible en la que se desvirtúa o se omite la suerte de varas y en la que prima el abundante trapaceo posturil ante un toro que ha pasado de ser «enemigo» para convertirse en «colaborador».

Tampoco es algo nuevo esto de la falta de figuras o de toreros con arrastre en la taquilla, y es que los toreros en nuestro país desde hace muchos años me dan la impresión de ya no sienten el toreo, además de que la mayoría carecen de personalidad y sello. No es de ellos la culpa. Como algunos están empleados en las oficinas del taurineo, se identifican con las teorías de sus patrones que les repiten constantemente una de las frases más queridas de la grey empresarial: “Aquí lo que importa es salir de la plaza con éstas en las manos.”

A la falta de figuras súmele usted el problema de los jóvenes matadores que actualmente transitan y abundan por el escalafón. Jóvenes de edad (aunque algunos ya no tanto) que nunca dejan de ser promesas, hasta que con el paso del tiempo y las circunstancias, terminan en un sitio que nada tiene que ver con el que un día soñaron. Y en las filas novilleriles la situación es todavía peor. Recordemos que no hace mucho tiempo cuando se iba a una novillada, lo mínimo que esperábamos era que los actuantes dieran muestras de querer ser alguien importante en esto del toro, de tener una afición a prueba de barrabases, de querer ser la reencarnación del Juli o de José Tomás, y por supuesto, de hacerse ricos.

Pero las cosas han cambiado mucho, ahora estamos, desde tiempo, en una esfera que dista mucho de lo que siempre fue. Ahora los novilleros son el cliente y aplican a rajatabla eso de que el cliente siempre tiene razón. Ellos, o su equipo, ponen la plata, pues ellos exigen y además se creen con derecho a exigir a todo el mundo, empezando por el que paga por ir a una plaza y cuidadito con no entrar por ese aro, que hasta a los golpes llegan, como sucedió recientemente en una novillada celebrada en el Palacio del Arte de Morelia.

Es triste y duro de aceptar, pero estamos ante un espectáculo en donde la mayoría de los toreros viven permanentemente en las cumbres de la adulación, gracias al villamelonaje cobero de las redes sociales, mientras que los entendidos tienen que tragarse los abusos, embustes y desconsideraciones hacia la grandeza del espectáculo. Afortunadamente, el auténtico aficionado sabe sustraerse de la presión de los apasionamientos inmotivados y excesivos del villamelonaje y se rebela ante los desmanes y arbitrariedades que se producen en contra de la tauromaquia de la única forma aceptable de protesta en la actualidad: dejando de acudir a las plazas. Conscientes de que no son escuchados y de que es mejor decir adiós, que aceptar las flaquezas un espectáculo que está muy lejos de aquella tauromaquia que un día los cautivó.

“Nadie los va a extrañar” dicen algunos taurinos o sus paleros de la prensa y es que para nadie es un secreto que la presencia de la afición rigorista les resulta molesta a muchos taurinos que, hoy más que nunca sostienen, que a los toros hay que ir a divertirse y basándose en este precepto lleno de banalidad, han convertido a las corridas en eventos repletos de aplausos, música, olés, indultos y elogios artificiales. Un auténtico festival en el que se desprecia la figura del toro y se insulta al aficionado pensante que intenta reivindicar sus derechos y la autenticidad de la tauromaquia.

Pero así están las cosas y por todas estas razones pienso que el panorama sin la presencia de los toreros internacionales -que hoy por hoy son los que realmente interesan- es muy desolador. Lamentablemente y por lo que estamos viendo, la segunda parte de la temporada iniciará con los mismos defectos y vicios de siempre. Así que tendremos que esperar a que se den a conocer los carteles de la próxima Temporada en el Nuevo Progreso de Guadalajara, para volvernos a ilusionar al menos con la presencia de los encierros que ahí se lidian, en el último resquicio de seriedad que le queda al toreo en Mexico.

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