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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

jueves, 1 de julio de 2010

En la muerte de Padre Idílico / Por José Ramón Márquez

Idílico, Señor de las Adelfas,
cuyos pitones habrán sido donados a la ciencia



José Ramón Márquez

1 de Julio de 2010
“A lo sonoro llega la muerte/como un zapato sin pie, / como un traje sin hombre”, dice el SEPU de la poesía.
“Paso como todas las cosas:rocío sobre la hierba”, dice un anónimo japonés, y entremedias está la constatación fatal de la muerte, de lo inevitable.
Hoy me entero, en esta tarde calurosa de verano recién estrenado, de la muerte del Padre Idílico, el señor de las adelfas. La dehesa El Grullo está de luto desde el invierno. Idílico está en el cielo desde hace meses y es hoy, precisamente, cuando la noticia llega como un mazazo:
Idílico ha muerto y la cicatería de su ganadero nos ha privado de esta noticia hasta el día de hoy, ocultando desde hace meses el suceso, mientras nosotros dábamos por vivo al Padre Idílico, pensando que aún buscaba sus querencias, feliz entre las adelfas.
Hay muchos que pensaban que Idílico era un personaje fantástico, que no era de verdad, pero Idílico fue real, fue una especie de toro de Cuvillo que fue a Barcelona, al que toreó Tomás y al que su bondad y su buena disposición le hicieron merecedor del indulto.
A partir de ahí, Idílico fue curado de sus heridas y retornó a Cádiz a pasar el resto de su vida entre sus amadas adelfas. Idílico ha padreado desde que sanó y, según el ganadero, ha tenido 66 hijos, 66 Idílicos a los que los vaqueros contarán que su padre fue a Barcelona, que lo toreó Tomás y que por su bondad y su buena disposición mereció un indulto, que jamás tiró un derrote indebido, ni se hizo el listo, ni demostró su casta -dado que no la tenía-, ni vendió cara su vida, ni derribó a los pencos con alegría, ni se creció en el castigo, que así no se vuelve a la dehesa, a base de toda esa mala educación y esos feos modales.
Hay un cielo de los toros, donde Bastonito y Capitán se tumban a la sombra de las encinas y bajan, entre la hierba al caer la tarde, hacia un regato a beber agua; seguramente que en ese cielo no estará Idílico, pues su sensible espíritu le impediría vivir con esos maleducados muertos a estoque, pero justamente al lado hay otro cielo donde están la mona Chita, los perros Lassie y Rin-Tin-Tín, el delfín Flipper y Clarence, que era, por cierto, el nombre pandillero de Esperanza.
Solo faltaba Idílico, y ya está por fin con sus amiguitos. Descanse en paz

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