"El toreo y los sanfermines"
Carlos Crivell
Lunes, 12 de Julio de 2010
Dije en su momento que los sanfermines de este año me parecían interesantes, en contra de la opinión de quienes había etiquetado los carteles como muy malos. Aún no han finalizado y me reafirmo en mi primitivo diagnóstico. La visión de los festejos pamplonicas me ha confirmado algunas cosas.
Lunes, 12 de Julio de 2010
Dije en su momento que los sanfermines de este año me parecían interesantes, en contra de la opinión de quienes había etiquetado los carteles como muy malos. Aún no han finalizado y me reafirmo en mi primitivo diagnóstico. La visión de los festejos pamplonicas me ha confirmado algunas cosas.
El toro de Pamplona, a pesar de su volumen, se mueve más que el de Madrid. También es cierto que en plaza navarra hay menos exigencias. Muchos toros que se lidian con normalidad allí serían devueltos a los corrales en Las Ventas para darle trabajo a Florito. Por tanto, toros que acaban siendo buenos, pero que han flojeado en los primeros tercios, pueden ser buenos en la muleta sin que vuelvan a rodar por el suelo. Los sanfermines ponen en evidencia que en Madrid se echan para atrás muchos toros de forma precipitada.
El desarrollo de los festejos les da la razón a las figuras. En Pamplona, los toreros lo ganan bien, pero la categoría de un triunfo en esta feria es mínima, por no decir que no tiene ninguna. Es una peculiar fiesta, cargada de personalidad, a la que se admite tal y como es porque es una tradición, pero el ambiente de la plaza y el comportamiento de quienes ocupan la solanera, matizada por el pasotismo acompañante de los que se sientan en la sombra, es inadmisible si se analiza con un mínimo de rigor. Las cosas que pasan en Pamplona son incomprensibles desde la óptica taurina.
Recuerdo los triunfos de Diego Puerta, Galán, El Viti y otros que podía ver en televisión hace algunos años. Eran triunfos populistas, pero estaban fundamentados en actuaciones de alto calado ante el toro de Pamplona. Las cosas han cambiado mucho. En esta feria se ha ignorado a toreros frente a reses serias y difíciles, mientras se ha llevado a la gloria algún trasteo bullanguero coronado con un bajonazo. La credibilidad, ante estos detalles, no puede ser menor. Pamplona es un punto culminante de la temporada, pero que nadie se extrañe si las figuras siguen dándole la espalda.
Siento que esta feria queda apenas como un punto de encuentro de taurinos y jóvenes a la búsqueda de aventuras. Por muy famosa que sea la fiesta, como amante de la tauromaquia no puedo aceptar que la visión de una masa bañada en alcohol de espaldas a un matador, que se está jugando la vida ante el toro más grande de la camada, sea parte integrante del toreo. Algunos dirán que éste es sólo un detalle de la festividad, que es una forma de nuestra cultura. Es posible, pero si luego esa masa enloquecida es la que determina quién triunfa y quién no, entonces el juicio no puede ser nunca positivo. El toreo es una emoción, es un sentimiento, puede ser muchas cosas, pero lo que ocurre todas tardes en la plaza pamplonica no encaja en mis conceptos del toreo.
http://www.sevillatoro.com/
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