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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

lunes, 4 de marzo de 2013

Una tauromaquia de retrovisor / Por Pedro Javier Cáceres



Una tauromaquia de retrovisor

PEDRO JAVIER CÁCERES
Crítico taurino y periodista.

Pocas veces este periodista habrá estado, y lo estará, tan henchido de gozo tras la concesión de premios institucionales.

Me refiero a la Medalla de oro de las Bellas Artes concedida a D. Ángel Peralta y el I Premio Nacional de Tauromaquia otorgado a D. Francisco Ojeda, Paco Ojeda en los carteles, aunque debo confesar que mi candidato, el candidato de La Divisa era otro, quizá por atenernos a la literalidad de las bases sin estimar en su relevancia el hecho excepcional, plasmado negro sobre blanco, que sin duda concurre en la figura del sanluqueño.
Mi candidato, nuestro candidato, ateniéndonos a las bases publicadas, no era otro que D. Carlos Herrera Crussart.

Mi satisfacción es máxima por elemental justicia y por haberlo anunciado en su día cuando, por error burocrático, el Ministerio se olvidó de incluir la Medalla en el elenco total con otras disciplinas y los agoreros sacaron la artillería pesada: los misiles anti Wert.

Un pequeño mohín de disgusto es el olvido de Diego Puerta. Como que alguno de los dos premios no se compartiera con algún torero en activo como -en el caso de las medallas- se ha venido haciendo de una forma u otra.

No me parece mal el pecado original en la concesión de las Medallas, en algunas ocasiones por intereses creados, de premiar a título póstumo o en vida - de civil pero retirado de los ruedos- a toda una trayectoria y la huella dejada en la Tauromaquia.

La lista de espera es amplia: el citado Diego Puerta, el ninguneado Paquirri, El Cordobés, Palomo, Aparicio —padre, vivo, afortunadamente- (para que Litri padre no esté huérfano de quien fue su “tanto del monta” o el “monta del tanto”. Incluso más que Isabel y Fernando, algo parecido a Pi y Margall u Ortega y Gasset). César Rincón, también.
No la poseen, por ejemplo: Manolete, Luis Miguel, Antonio Bienvenida, Pepe Luis (la poseen su hermanos Ángel Luis y Manolo)…
…Y puestos a desenterrar toreros históricos y a desempolvar el baúl de los recuerdos: Pedro Romero, Paquiro, Frascuelo, El Guerra, Lagartijo, Joselito, Belmonte, Marcial, Domingo Ortega, etc. tampoco están censados.

El problema, el peligro, la perversión, es que la nómina de “viejas glorias” recientes — sin exagerar la nota como en el párrafo anterior- es amplia y los vicios producto de un complejo de “actualidad” de la mayoría de los miembros del jurado, de nombramiento digital, les lleve a seguir tirando en próxima ediciones por la calle de en medio de la nostalgia haciendo un flaco favor a esta Fiesta de hoy que necesita, más que nunca, de revulsivos y reconocimientos de este rango.

No creo que premiar, compartiendo, el ejemplo impar de Padilla o la supremacía de El Juli hubieran devaluado el otorgado a Paco Ojeda, como —lo escribí en su día- cuando se le concedió a los 15 años de alternativa a Rivera Ordóñez (en representación de sí mismo y su carrera más paliar el olvido de Paquirri, incluso Luis Miguel, su tío) no entendí, más que desde la mezquindad, el revuelo que se armó.

Aun albergo la esperanza que en 2013 que se cumplen 15 años de la alternativa de El Juli el dato cabalístico ayude a hacer justicia. Triste que sea por efemérides y no por las cualidades acreditadas como máxima figura del toreo de esta época.

El reconocimiento a una figura en activo no solo significa un hecho ajustado a rigor sino que además supone un refrendo a la Tauromaquia de hoy —es la que tenemos- con lo que ello significa y el señuelo para otras figuras en activo en próximos años: Morante, Manzanares, Castella, Perera, etc. ¿Por qué no?

Y, por otro lado, tanto o más una vez que los próceres jurados se han decidido a elevar el Arte del Rejoneo a Arte del Toreo….a caballo.

Hace tiempo, cuando La Divisa anidaba en Intereconomía, y ampliando eco en nuestro canal de Facebook, nosotros ya reivindicamos la Medalla de Oro de las Bellas Artes para D. Ángel Peralta, extensible a su hermano Rafael, pero, por supuesto, compartido con Pablo Hermoso de Mendoza, quizá el torero “a caballo” más importante de la historia.

Se acaba de despilfarrar una gran ocasión que no hubiera supuesto depreciación del otorgado al Centauro de La Puebla. Al contrario, la proclamación conjunta de D. Ángel y D. Pablo, hubiera sido una reivindicación total y justa del Arte del Rejoneo — salvador de tantas ferias y vivero de jóvenes y otros capas sociales para su incorporación a la Tauromaquia en general- que implícitamente conllevaría a registrar en la memoria a Cañero, D. Álvaro, Lupi; el respeto y el agradecimiento al eslabón perdido de los Bohórquez, Vidrié, Moura y un plus de acicate a la excelente generación actual comandada por Diego Ventura.

Cualquier tiempo pasado no tiene, necesariamente, porqué ser mejor. Más cuando hoy, con mayor o menor emoción, con más o menos competencia y rivalidad, se torea, se crea arte, mejor que nunca…. A pie y a caballo.

El reloj de La Fiesta no solo es de arena si no que sigue parado en tiempos pasados.

Y ahora, la culpa no es de las figuras, ni el toro que matan o los dineros que cobran.

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