"...como aficionado, Tomás no me despierta la más mínima ilusión de antaño. Sus actos y trayectoria me confunden, y sus decisiones arbitrarias de planificar actuaciones ocasionales llenas de voceros y palmeros, estimo que me empobrece como fiel aficionado al arte de Cúchares..."
- Para célebres palmeros jerezanos, Antonio de los Santos 'El Monea', mítico palmero de Jerez, que luchaba en todos los tablaos por dignificar un arte, una profesión, y no rehusaba a compañeros de profesión..."
Regresan los palmeros a Jerez de la Frontera
Pérez Alarcón
Hemos conocido, con mucho bombo y platillo, que el diestro José Tomás volverá a los ruedos en España para hacer el paseíllo en la localidad de Jerez de la Frontera el próximo día 7 de mayo. La noticia en otros tiempos, y circunstancias, - lo reconozco – me produciría emociones o sensaciones positivas acerca de la misma. No lo voy a negar, me generaba expectación. Pero a fecha de hoy, con un panorama desolador, y analizando la figura del buen torero de Galapagar, estoy en situación de decir abiertamente que conmigo no cuenten, ni me esperen en la bella localidad gaditana.
Dicho en otros términos más localizados por aquellos lares, no me gusta ser palmero de productos cuya rentabilidad se genera esporádicamente, y con poco beneficio a la materia prima principal: la fiesta. Para célebres palmeros jerezanos, Antonio de los Santos 'El Monea', mítico palmero de Jerez, que luchaba en todos los tablaos por dignificar un arte, una profesión, y no rehusaba a compañeros de profesión. Y es que como aficionado, Tomás no me despierta la más mínima ilusión de antaño. Sus actos y trayectoria me confunden, y sus decisiones arbitrarias de planificar actuaciones ocasionales llenas de voceros y palmeros, estimo que me empobrece como fiel aficionado al arte de Cúchares. Y quiero expresar ese desengaño con varias razones.
La primera y fundamental, es que a un torero como él, capaz de cautivar con su tauromaquia mayestática a todo los sectores de la fiesta, poner de acuerdo a derechas e izquierdas, y enamorar a un público que no veía toros desde hace muchos años, debe ser el referente para poner en valor a la fiesta de los toros. Si llevamos años reivindicando que el sector se una, que apliquen medidas para llevar a la gente a la plaza, su sola presencia en todas las ferias, hubiera provocado que el interés del público se hubiera mantenido durante todas las ferias. Y no en actuaciones puntuales. Todo eso hubiera servido para sumar adeptos a la causa. Y no lo hizo ni ha sabido explicar el pòr qué de aquella decisión.
La segunda razón de peso, es el poco valor o reconocimiento de sus actuaciones. Quitando algunas tardes de mérito, y responsabilidad, los festejos donde se anuncia contraviene la ley de esa competencia taurina que debe estar siempre en el toreo. Más que la asistencia a un festejo taurino, se accede a un “show de marketing tomasista”, con actores y guiones amañados para crear una realidad-ficción que nada tiene que ver con la esencia de la fiesta.
Y por último, y fundamental para entender la imagen actual de la fiesta, la relativa a la guerra que mantiene con el mundo exterior, con la negación de entrevistas y reportajes, precisamente en un momento crucial para la difusión de la cultura taurina. No lo duden, José Tomás es el torero más mediático de los últimos 40 años, y su puesta en escena es seguida por mucha gente. Y su entorno ha declinado apostar por la promoción de la fiesta.
Junto con las directrices de otros toreros, y otros apoderados, Tomás en el año 2000, provocó un enfrentamiento con el sector audiovisual, negándose a ser televisado por las principales cadenas, incluidas las televisiones públicas, moda que ha imperado hasta nuestro días por algunos toreros. Pues con esa acción, - impuesta y meditada hasta la actualidad – ha impedido que el público en general siga apostando por la fiesta de los toros. Y es que hay cosas que no se olvidan, y quizás cuando se tomó esa decisión la fiesta de los toros vivía en un mundo feliz, o en una “burbuja taurina”, pero hubiera sido fabuloso que se hubieran aplicado ese marketing continuado de promoción en cada una de las ferias y localidades donde la imagen de Tomás aun no ha llegado, o ha dejado de acudir por mero capricho del destino. Por los anteriores motivos, no me verán de palmero. Y yo que lo siento.
Pero mi amor a esta fiesta, - desolada e indolente – me provoca que ante toreros que sólo buscan un beneficio particular, y no global, caprichosos con el destino, y el acomodo de quienes les siguen, yo siga apostando por otra fiesta, por aquellos toreros que busquen otras cosas, por ejemplo, la competencia, y que asuman no sólo que el riesgo sea parte de la gloria, sino que la igualdad, la solidaridad y la competividad se demuestre en todos los sitios, precisamente en aquellos lugares donde algún día José Tomás Román Martín no rehuyó, y donde la Tauromaquia se convirtió en una realidad de sensaciones diferentes. Allí se aplaudía de forma diferente. Eran otros tiempos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario