(Foto: Javier Arroyo)
El encierro de Alcurrucén ha tenido tres buenos toros que han destacado sobre todos los demás; el primero por su exigente casta, el tercero por su entrega y bravura y el sexto por sus repetidoras embestidas. Dos de los cuales, si se han ido al desolladero sin mutilaciones auriculares ha sido porque no se les han administrado los tiempos de manera adecuada.
Buena corrida de Alcurrucén
Paco MoraAplausoS
Ya con treinta tardes de toros entre pecho y espalda en este kilométrico San Isidro, uno no se resiste a la tentación de hacer una especie de balance. Si no ocurre algo que haga tambalear las impresiones grabadas en el disco duro del cerebro, que son las que nunca engañan, hay que reconocer que en cuanto a ganaderías, tres han sido las que han destacado sobre todas las demás: Alcurrucén, Fuente Ymbro y Núñez del Cuvillo. El toro más completo de la feria quizás, y sin quizás, haya sido el “Licenciado” de los hermanos Lozano, y la faena de El Juli la más restallante y emotiva del ciclo.
Talavante, Castella y el de Velilla de San Antonio, han sido los autores de las faenas para el recuerdo. Lo que no empece para que otros toreros hayan dejado su impronta, como por ejemplo el revoloteo chispeante, grácil y repleto de una personalidad “sui generis” de Ferrera, la hondura, seriedad y reciedumbre de la muleta de Perera y la restallante puesta en escena de Roca Rey. Y hay más, pero para lo exhaustivo y pormenorizado aquí al lado tienen ustedes la crónica diaria de alguien con apellido de abolengo taurino, que apunta hacia el relato de categoría literaria. Así es que vamos a lo circunstancial y anecdótico de hoy.
El encierro de Alcurrucén ha tenido tres buenos toros que han destacado sobre todos los demás; el primero por su exigente casta, el tercero por su entrega y bravura y el sexto por sus repetidoras embestidas. Dos de los cuales, si se han ido al desolladero sin mutilaciones auriculares ha sido porque no se les han administrado los tiempos de manera adecuada. Y no es que Ferrera, Perera y Marín no hayan estado bien, es que en Madrid se juzga a los toreros en función de lo que tienen delante. Y luego, el manejo de la espada, que es definitivo en todas las plazas, en Las Ventas lo es mucho más. La Universidad Central del Toreo hila fino, y aunque a veces se deje llevar por la emoción del momento, no lo suele hacer muy habitualmente. Se trata del examen final, y solo pasarlo, aunque sea sin nota, es muy importante.
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