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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

lunes, 25 de junio de 2018

¿A DÓNDE VAMOS? / por Antolín Castro


En ese palco, ahora vacío, aparecerá el día 7 el 'alcalde iluminado'

Aunque para decir verdad, y ser más exactos, la pregunta debería ser ¿A dónde nos llevan? Padecemos desde hace tiempo de plagas que minan nuestra afición, nuestros sentimientos, nuestra libertad. Socaban los principios del conjunto de los derechos que cada cual tenemos en elegir aquello que nos gusta o nos deja de gustar. La vida está llena de esta especie de aparente contradicción: Haz y deja hacer o vive y deja vivir.

¿A DÓNDE VAMOS?

España
Por supuesto que la pregunta del titular se puede adaptar a cualquier actividad de la vida cotidiana de cada cual, pero aquí, en este caso, va destinada a los aficionados taurinos.

Aunque para decir verdad, y ser más exactos, la pregunta debería ser ¿A dónde nos llevan? Padecemos desde hace tiempo de plagas que minan nuestra afición, nuestros sentimientos, nuestra libertad. Socaban los principios del conjunto de los derechos que cada cual tenemos en elegir aquello que nos gusta o nos deja de gustar. La vida está llena de esta especie de aparente contradicción: Haz y deja hacer o vive y deja vivir.

Existen defensores a ultranza de las minorías, ya sean indígenas, de religión, de raza, de nacionalidad, de opción sexual… de respeto por los nudistas, por los fumadores, por los que no les gusta la carne, por las formas de vestir o de peinar, respeto y defensa por todo lo que represente atacar a los diferentes. Hay solo una excepción, la de ser aficionado a los toros.

En esa opción, que pertenece a millones en el mundo, aunque seamos minorías para con la totalidad del universo, no hay defensa posible, ni siquiera respeto por tener esa condición de aficionados a los toros. Se respeta a quien aborta, a quien decide vender su cuerpo, a quien esgrime las armas para defender tal o cual cuestión, etc. pero ninguna de esas sensibilidades para con tantos, llega a acoger la ‘mala opción’ de ser taurino.

Pero con ser todo eso doloroso, lo es aún mucho más que los más cercanos atenten contra la defensa del toro. Y eso lo hacen, consciente o inconscientemente, quienes solo defienden a los toreros sea desde la plataforma que sea, ofreciéndole al toro el triste papel de comparsa. Lo hacen también los políticos a los que votamos, pasándose por la entrepierna que no los hemos elegido para que nos impongan sus gustos y/o sus ideas. 

Y de entre todos ellos, han destacado los políticos catalanes primero, los baleares después, otros desalmados a continuación y, últimamente, uno que el próximo día 7 se pondrá chistera en el palco de la plaza de Pamplona. Es curioso, seguro que se la volverá a poner ¿por qué? Sencillamente porque es tradición ¡tócate los cojones! Como si las corridas de toros no fueran una tradición más antigua, más arraigada en los pueblos y, sobre todo, menos cursi que lucir chistera. 

Cada tonto se pasea por la calle haciendo lo que le da la gana, así lo dicta su libertad de expresión y la de su forma de vestir. A nadie se le va a ocurrir quitarle la chistera con una colleja. Sin embargo él si se permite cuestionar las corridas de toros porque le sale de la chistera. Eso sí, que le dejen los toros para que corran los mozos, no sea que esos si le hagan comerse la chistera. Respetan en función de qué y a quiénes ¿A dónde vamos, a dónde nos llevan?

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