Una vez llevada a cabo la difícil pero imprescindible tarea de equilibrar los costes, deberíamos tomar conciencia de que las plazas de segunda y tercera categoría tienen que ser "espacios alternativos" para los artistas jóvenes, como pasó con otras artes en Estados Unidos durante los años 70.
Hay que buscar "espacios alternativos"
para las novilladas
José Vega
PUREZA y emoción.com / Madrid, Enero de 2019
En los últimas semanas se está hablando mucho de la viabilidad de las novilladas debido a los altos costes de producción, entre otras causas. Eso es cierto. Basta hablar con empresas y ayuntamientos que apuestan por la cantera para descubrir lo deficitario que supone programar una feria con el escalafón menor. Hay que buscar soluciones entre todos, profesionales y administración mayormente, porque el futuro está en juego. Todos hemos cometido errores. Desde el aficionado por dejar de lado a los novilleros, pasando por las empresas que han apostado por el modelo ganancial de presentar en plazas de segunda y tercera a espadas mediáticos y toreros de tirón taquillero (antaño llamados figuras del toreo) poniendo en bandeja al público no aficionado y ocasional el olvido del novillero, hasta los altos costes de profesionales que acompañan a los chavales. Es hora de ponernos manos a la obra porque si no esto, irremediablemente, se acaba.
Una vez llevada a cabo la difícil pero imprescindible tarea de equilibrar los costes, deberíamos tomar conciencia de que las plazas de segunda y tercera categoría tienen que ser "espacios alternativos" para los artistas jóvenes, como pasó con otras artes en Estados Unidos durante los años 70. Me explico. En esa época artística (como todas a la postre), todo artista joven esperaba ser incluido al menos en una exposición de alguna galería, y con artistas consagrados. Éstos últimos actuaron como las empresas taurinas de hoy día. Optaron por hacer de sus exposiciones un negocio, incluso llegando a dirigirlas, creando un sistema de galerías de arte que impedía el acceso a los artistas emergentes, vetando así nuevas formas artísticas y menos comerciales. Un espejo de lo que está pasando en esta época del toreo. Entonces, los jóvenes buscaron espacios alternativos que apostaron por ellos. Esto es lo que debería ocurrir con las empresas jóvenes. Crear ferias de novilladas (una vez solucionado el tema de costes) con promoción a la altura de las corridas de toros, dar a conocer a nuevos valores, y entre los que destaquen llegar a acuerdos con empresas de plazas de primera para incluirles en sus programaciones. ¿Quién sabe si hay por ahí tres o cuatro "Rocareyes" en potencia?
Los chavales son conscientes que pasarán años antes de que puedan vivir de su toreo, pero con los "espacios alternativos" (recuerden que serían las plazas de segunda y tercera categoría), y dándoles sitios y ayudas en las ferias, podrían abrirse camino y, por ende, asegurarnos un mejor futuro taurino.
Como anécdota os cuento la historia de un acontecimiento que tuvo lugar en el mundo del arte. En 1979, Julian Schnabel, realizó su primera exposición en Nueva York, en una sala del Soho. Fue un éxito sin parangón. Se vendieron todos sus cuadros. Este es el ejemplo de que un joven puede pasar del más absoluto anonimato al estrellato cultural. Demuestra que un artista joven, ya sea pintor, escultor o torero, puede dar la sorpresa y cotizarse al alza en un momento determinado. Lo que no puede ser es que este honor esté reservado a toreros consagrados o de cierto tirón taquillero. Porque el futuro, ¿qué?
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