Lo que acontece con el chavismo, los castristas y la población venezolana, tiene el matiz profundo del engaño y la traición.
TRAICIÓN, PATRIA Y COMUNIDAD INTERNACIONAL
Eduardo Soto Alvarez
Mérida, 24/01/2019
El régimen engaña a su propio pueblo, lo traiciona en coyunda con las huestes cubanas, cuya injerencia ha solicitado y con quienes ha establecido una ultrajante relación de tutelaje, sin que le importe desechar toda noción de patriotismo.
Pero el pueblo se ha puesto en marcha, harto de ser manipulado con mendrugos y remedios, escarnecido al retorcer las leyes, timado en elecciones trucadas, pauperizado para dominarlo, acogotado por la corrupción, acosado por la miseria y humillado por el tutelaje cubano, que mancilla el gentilicio y nuestra estirpe de libertadores.
La comunidad de naciones, también está decidida a no aceptar un régimen que no solo pisotea su propia Carta Magna, sino que hace mofa de la normativa internacional, incluyendo obligaciones en materia de Democracia, Derechos Humanos y Ayuda Humanitaria, para luego vociferar contra lo que ha provocado con su forma de proceder.
Luce insensato intentar otra vez un diálogo, con quienes no le han hecho ningún caso, lo han vaciado de todo contenido y tienen casi veinte años depredando la patria y traicionando al pueblo venezolano, al que la comunidad internacional ha podido observar indigente, desvalido y huyendo por millones de un país en ruinas, sobre el que campean turbas oficialistas armadas, mercenarios cubanos y bayonetas serviles, que otrora fueran forjadoras de libertades.
Se debe asumir, que quienes pregonan diálogo en tales circunstancias, no son personas de rudo entendimiento, ni desean convalidar un régimen con semejante desempeño y que tratan simplemente de capear responsabilidades, tras un cómodo cliché que, de todas maneras, al no rectificar los colocaría en el lado oscuro de la historia.
La salida es evidente para todos, libérrimos comicios garantizados por la comunidad internacional. La suerte está echada y los venezolanos ya hemos cruzado nuestro Rubicón.
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