¿Debería la tauromaquia recibir subvenciones? Según dicta la Constitución Española sí, en orden a preservarla, apoyarla, fomentarla y difundirla. Los últimos Presupuestos Generales del Estado, presentados hace unos días, sólo destinan 65.000 euros a la Tauromaquia, una vergüenza, un insulto, una limosna callejera por mucho que sea una cantidad superior a la de años anteriores.
Una limosna callejera para la Tauromaquia
Siempre he pensado que la tauromaquia no debería recibir subvenciones porque las críticas de los colectivos antis influirían negativamente en la opinión popular. Ahora sigo opinando que el negocio taurino debe autofinanciarse, que ha de resultar rentable por sí mismo, pero he cambiado de parecer respecto a las subvenciones. ¿Por qué el toreo ha de ser menos que otras actividades artísticas y culturales? ¿Acaso la norma suprema del ordenamiento jurídico español no afirma que todos somos iguales y tenemos los mismos derechos? ¿Por qué el segundo espectáculo de masas de este país y uno de los que más ingresos tributarios y riqueza genera ha de ser menospreciado? No se trata de dinero para las cuentas de los empresarios, sino para apoyo, fomento y difusión de la tauromaquia, tal y como dicta la Constitución a la que están sujetos todos los poderes públicos. No cumplir este precepto ha de suponer, sin duda, una ilegalidad. No es cuestión de gustos sino de normas, porque gobernar atendiendo a los criterios personales sin tener en cuenta las leyes constituye un delito de prevaricación.
Los Presupuestos Generales del Estado que hace unos días presentó el Gobierno de la Nación sólo destinan 65.000 euros a la Tauromaquia repartidos en dos únicos conceptos: 30.000 euros para el Premio Nacional de Tauromaquia y 35.000 para la Fundación del Toro de Lidia. Una vergüenza. Un insulto. Una limosna callejera que además viene de lejos. Es hora de pedir lo que es justo, de que no se discrimine al toreo, de no soportar más burlas.
Los programas de Museos y de Exposiciones tienen una dotación de 180 millones de euros, 102 millones reciben la música y la danza, 100 millones el cine y 52 el teatro. No estoy en contra de que se financien estas actividades, pero me parece despótico y dictatorial que se excluya al sector taurino de una ayuda digna. Los poderes políticos erradicaron las retransmisiones de toros de la televisión pública, favorecieron prohibiciones que el Tribunal Supremo ha sentenciado como ilegales y, además, no fomentan ni protegen la Fiesta de los Toros como prescribe la Carta Magna, la que acataron cuando prometieron sus cargos.
Hace cinco años, la asociación Jóvenes por la Caza elaboró un vídeo para denunciar su ausencia de los órganos asesores de Medio Ambiente y advertir de las importantes cuantías que reciben los ecologistas vía subvenciones. El colectivo ponía de manifiesto que existen en el país un millón de cazadores por tan solo 180.000 ecologistas, y sin embargo en el Consejo Asesor de Medio Ambiente había cinco ecologistas y ningún cazador. En lo tocante a aportaciones, los jóvenes cazadores aseguraban que el Gobierno entregó en aquel momento un total de 2,1 millones de euros públicos para dar a conocer la Red Natural 2000, que la ONG SEO Birdlife ingresó más de dos millones de euros, y que Ecologistas en Acción se llevó 130.000 euros de la Fundación Biodiversidad entre otros datos aportados. Hartos de lo que ellos denominaban “la casta ecologista”, los cazadores señalaban además falta de control del dinero entregado por parte de la Administración.
Valen todos estos informes y referencias para revelar las escandalosas ayudas que a algunos se les otorgan a cambio de las patadas que otros reciben. ¿No deberíamos ser todos ciudadanos de la misma categoría? Pero debe ser que se atiende mejor a quienes más se quejan, más gritan, más presionan y más hacen creer que valen sus votos, aún cuando no es así. Es hora de que el sector taurino se haga respetar. No estaría mal que la Fundación del Toro de Lidia devolviese la limosna de 35.000 euros y estudiara la manera de conseguir que los políticos respetasen la tauromaquia y cumplieran con los dictámenes de la Constitución Española.
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