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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

jueves, 31 de enero de 2019

VENEZUELA. NO AL ESTIGMA / por Eduardo Soto Alvarez



Nunca en nuestra historia republicana, la patria había sido tan estremecida, por la arremetida combinada de traición, destrucción y corrupción, que ha descoyuntado al país por los cuatro costados.

NO AL ESTIGMA

Eduardo Soto Alvarez
Mérida, 31 de Enero de 2019
Nunca en nuestra historia republicana, la patria había sido tan estremecida, por la arremetida combinada de traición, destrucción y corrupción, que ha descoyuntado al país por los cuatro costados. 

Pero lo peor de tan abominable maquinación, no solo es haber tratado de forzar un credo fracasado, sino intentado pervertir la idiosincrasia de los venezolanos, para transformarlo en un pueblo acostumbrado a satisfacer necesidades, mediante la domesticación de su actitud política. Afortunadamente, ha sobrevivido a tanta villanía y el régimen se sostiene únicamente por la fuerza de las bayonetas, esgrimidas contra un pueblo que ha enarbolado decididamente el estandarte de la resurrección de la democracia.

Nunca, desde hace años, se le había presentado a nuestras fuerzas armadas, una coyuntura como esta, para reivindicarse y apoyar la sensatez contra la insania, pues es evidente que la ruta trazada por el régimen, es la del desastre nacional.

De no rectificar, el estamento militar actual, pasaría a la historia como los enterradores de la patria y la posteridad recordaría siempre sus nombres ligados a la maldad, la cobardía y el deshonor.

Pero ni ustedes, ni sus hijos, ni sus nietos, merecerían tal estigma, cuando se ven forzados a seguir órdenes foráneas, repetir consignas ajenas y ejecutar acciones contrarias a su tradición de forjadores de la libertad. Menos aún, cuando al situarse del lado correcto de la historia, expiarían sus culpas y sanearían sus nombres, los cuales serían entonces recordados, por negarse a derramar más sangre de sus compatriotas y allanar el camino hacia comicios verdaderos. 

Asumir otra posición sería absurdo y constituiría un pesado fardo en la conciencia, nada fácil de sobrellevar toda la vida. Solo algún iscariote alienado, podría apostrofarlos peyorativamente, por una acción que rezumaría lealtad a la Constitución y a la patria que juraron defender hasta la muerte.


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