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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

domingo, 13 de junio de 2010

DIRCE Y EL TORO (Leyendas Taurinas) / Por Plácido González Hermoso

Por Plácido González Hermoso
En la mitología griega, rica en aconteceres y leyendas, encontramos el mito de Dirce. Una ninfa sacerdotisa del “dios cojo” tracio Dioniso. Dios del vino, la embriaguez y patrón de la agricultura y el teatro.
Los diversos autores, que hacen referencia a la ninfa Dirce en sus escritos, no se ponen de acuerdo sobre quién era su padre. Figurando, unas veces, como hija del dios-río Aquelóo, o de los dioses Apolo o Helios.
La mitológica leyenda cuenta que Dirce, estando casada con Lico, usurpador del trono de Tebas, hizo la vida imposible a la sobrina de su marido, Antíope, que vivía con ellos desde que fue repudiada por Lico, su esposo. Dirce la trataba como a una esclava, por la envidia que la tenía, debido a su belleza y a los rumores que afirmaban que Lico seguía estando enamorado de ella, e incluso, que cohabitaban a escondidas.
Antíope era hija del rey Niceto de Tebas y su belleza era tan extraordinaria que el mismo Zeus se prendó de ella, dejándola embarazada, tras seducirla tomando forma de sátiro. Sin embargo, Antíope tuvo que huir de la cólera de su padre, ya que éste no creía que el amante de su hija fuera el rey de los dioses y la acusaba de blasfema.
Dirce la acusó de haberse acostado con su marido y disfrutaba dándole salvajes tirones de sus trenzas y arañando su cara. Su odio visceral la llevó a encerrar a la desafortunada a oscuras, privándole incluso de agua para beber. Pero Antíope logró escapar y huyó hasta el monte Citerón, donde vivían sus hijos Zeto y Anfión, hijos de ella y de Zeus. Éstos, para vengar a su madre, atacaron Tebas, destronaron a Lico y ataron a Dirce a un toro que la arrastró hasta matarla, quedando despedazada contra unas rocas. En el lugar donde arrojaron su cuerpo brotó un manantial, que desde entonces lleva el nombre de la malograda ninfa. En otras versiones se afirma que el manantial brotó del cuerpo de la misma Dirce, a instancias de Dioniso.
Esa masacre de la ninfa encolerizó a Dioniso, conocido con el epíteto de Bromio (‘el que brama’), del que Dirce era sacerdotisa. El dios del vino enloqueció a Antíope, que recorrió toda Grecia en un estado lamentable, hasta que se encontró por casualidad con Foco un nieto de Sísifo {Sísifo fue considerado, en muchas obras posteriores a Homero, el padre de Odiseo, que lo vio, cuando bajó al Infiermo, empujando una piedra enorme cuesta arriba por una ladera empinada, y antes de alcanzar la cima de la colina la piedra rodaba hacia abajo, y Sísifo tenía que empezar de nuevo desde el principio (Odisea, XI, 593)}, que no sólo la curó, sino que además se casó con ella.
Cuando murió, Antíope fue enterrada en la misma tumba de su esposo Foco y, posteriormente, fue una de las ánimas que pudo ver Odiseo cuando viajó al inframundo.
Este mito fue inmortalizado en la famosa escultura de el “Toro Farnesio”, una obra atribuida a los escultores rodios Apolonio y Taurisco de Tralles, hermanos (s. II ó I a.C.). Plinio el Viejo (23-79 d.C.), narra que la obra fue encargada a finales del siglo II a.C. y esculpida en un solo bloque de mármol. Pertenece al periodo helenístico y es considerada la escultura más famosa recuperada de la Antigüedad.
Fue descubierta en el año 1546, en las Termas de Caracalla en Roma, durante las excavaciones encargadas por el papa Pablo III (1534-1549), que buscaba encontrar esculturas antiguas para adornar su residencia romana. Actualmente se encuentra en el Museo Arqueológico Nacional de Nápoles.

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